Impunidad y tortura: El caso de los prisioneros palestinos en Israel

Producto de las nulas consecuencias que por años han tenido sus actos criminales, en diez meses de genocidio, el mundo ha pasado de aceptar “el derecho de Israel a defenderse” a mostrarse flexible al derecho de Israel a violar.

Impunidad y tortura: El caso de los prisioneros palestinos en Israel

Autor: Wari

Por Stephanie Elías Musalem

Nueve soldados israelíes fueron detenidos por la policía militar israelí, a fines de junio, acusados de violar en grupo a un prisionero palestino, dejándolo en estado de gravedad. Las lesiones de la víctima incluyeron ruptura de intestino, una lesión grave en el ano, daño pulmonar y costillas rotas.

El médico israelí que reportó estas lesiones, Prof. Yoel Donchin, dijo que “no podía creer que un soldado israelí hiciera esto”. Luego agregó: “Si el Estado o la Knesset (parlamento) piensan que no hay límite al abuso que se le puede infligir a los prisioneros, entonces que los maten ellos mismos, como lo hacían los nazis”.

Quisiera poder decir que esa es la noticia, que la novedad está en este acto despiadado pero excepcional, cometido contra un ser humano. Sin embargo, los abusos físicos, psicológicos y sexuales contra los palestinos recluidos por Israel son de larga data, incluso antes del 7 de octubre.

Amnistía Internacional, Human Rights Watch, Comité Internacional de la Cruz Roja, Breaking the Silence, B’Tselem, Defence for Children International – Palestine y Naciones Unidas son solo algunas de las organizaciones internacionales y locales que han denunciado malos tratos y torturas que infringen el derecho internacional. Estas incluyen: detención administrativa (privación de libertad sin cargos ni juicio), restricciones corporales en posición de estrés, amputaciones producto de los prolongados amarres, procedimientos médicos sin anestesia, privación de sueño, golpizas brutales, negación de asistencia médica, condiciones sanitarias deplorables y una larga lista de etcéteras.

Un informe del Alto Comisionado de la ONU para los Derechos Humanos describe “actos atroces” que, entre el 7 de octubre y junio de este año, han provocado la muerte de al menos 53 palestinos en cárceles israelíes. Muchos de estos detenidos son civiles. De hecho, según Tal Steiner, directora ejecutiva del Comité Público contra la Tortura en Israel, un 40% de los detenidos desde octubre han sido liberados por no encontrar pruebas en su contra, pero aun así fueron víctimas de tortura. Dicho esto, este tipo de actos inhumanos no pueden ser utilizados independiente de los cargos que se imputen. Aunque parte de los líderes israelíes no lo ven así.

En primer lugar, el único motivo por el que estos soldados fueron detenidos fue por la tremenda presión internacional que enfrenta Israel. Sin embargo, al enterarse de la noticia, cientos de israelíes se dirigieron al centro de detención Sde Teiman para protestar en contra la investigación de los presuntos culpables, incluyendo al ministro de Seguridad israelí, Itamar Ben-Gvir, quien exigía la liberación de estos militares a quienes llamó héroes.

Ese mismo día se llevó a cabo una reunión de comité del parlamento israelí donde se discutió si era legítimo o no usar el abuso sexual contra los prisioneros palestinos. Uno de los legisladores señaló que cuando se trata de Hamas “todo está permitido”, incluso “introducir un palo en el recto de un prisionero”.

La discusión sobre la legitimidad de la violación y la tortura se discute en la televisión abierta israelí. En el matinal “Morning News”, Yehuda Shlezinger, un periodista de Israel Hayom, dijo que el único problema que observa en todo esto es que la tortura no sea parte de la política oficial israelí. «En primer lugar, se lo merecen. En segundo lugar, es una gran forma de venganza y puede servir como un elemento disuasorio para nosotros», afirmó. Ni el panel que lo acompañaba ni el conductor del programa detuvieron su monólogo donde argumentaba a favor de estos delitos.

Esta es la peor cara de la sociedad israelí. Producto de las nulas consecuencias que por años han tenido sus actos criminales, en diez meses de genocidio, el mundo ha pasado de aceptar “el derecho de Israel a defenderse” a mostrarse flexible al derecho de Israel a violar.

Esto es una más de las múltiples violaciones a los derechos que comete el Estado sionista. Sin repercusiones no hay límites para la atrocidad. Es urgente que los Estados, que se han quedado en palabras y declaraciones, pongan un alto a esto con acciones concretas: boicot, desinversiones y sanciones, hasta que Israel cumpla con el derecho internacional. La historia prueba que no es algo que les surja de forma natural.

Por Stephanie Elías Musalem

Directora de Contenidos del Centro de Información Palestina

Fuente fotografía

Las expresiones emitidas en esta columna son de exclusiva responsabilidad de su autor(a) y no representan necesariamente las opiniones de El Ciudadano.

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