Iniciativa Cinturón Sudamericano

Los países que actúan colectivamente, con una estrategia productiva que piensa en el mediano y en el largo plazo, son capaces de consolidar una posición de dominio en el mercado mundial.

Iniciativa Cinturón Sudamericano

Autor: Wari

Por Francisco Fantini

El “Cinturón Sudamericano”, o “South American Belt” en inglés, es una unión política, económica y cultural que busca cambiar la matriz productiva del cono sur del continente americano. Esta novedosa iniciativa establece las condiciones para el desarrollo de una plataforma transnacional, capaz de generar un polo de innovación tecnológica en esta zona del sur del mundo, tradicionalmente empobrecida como consecuencia del extractivismo de los recursos naturales y del sometimiento productivo a los centros industriales, en especial de Norte América, Europa y Asia Pacífico.

Esta condición de subalternidad en el mercado mundial condena a la región sudamericana al subdesarrollo y al estancamiento. Esta fragilidad estructural en comparación con los centros productivos del hemisferio norte se ve incrementada por la división política y la falta de coordinación regional. Dentro de lo que se define como mundo occidental, Latinoamérica es la zona más retrasada pese a que concentra la mayor cantidad de recursos naturales y tiene las tasas de crecimiento poblacional más elevadas.

A diferencia de Estados Unidos y la Unión Europea, entidades que son capaces de gestionar la diversidad política de sus miembros bajo una misma estrategia productiva de carácter industrial, Latinoamérica carece de esta asociatividad entre los países que integran el área regional. Cada uno actúa por separado y con ello el bloque regional pierde influencia en el panorama global. Pese que los avances tecnológicos ya están disponibles en las naciones sudamericanas, y se cuenta con una red de prestigiosas universidades para promover la innovación, se sigue dependiendo dramáticamente de la venta de recursos naturales con escaso valor agregado, sin una estrategia regional que responda a las nuevas exigencias del mercado mundial.

Este sometimiento productivo a los centros industriales del hemisferio norte se puede revertir únicamente con la cooperación internacional entre los países que conforman el eje productivo del continente sudamericano. Para cambiar la matriz y generar mayor valor agregado, no basta con una unión económica con foco en la exportación de materias primas, como ocurre actualmente. Para que Sudamérica se convierta en un actor relevante en el mercado mundial, se debe avanzar hacia una unión política, económica y cultural, aprovechando que los países de la región tienen una historia, un presente y un futuro común.

La iniciativa del “Cinturón Sudamericano” convoca en una primera etapa a los principales centros productivos de Chile, Argentina y Brasil, consolidando esta zona compartida como un área de influencia en grado de redefinir los equilibrios geopolíticos.

Este “Cinturón Sudamericano” se extiende por 3.500 kilómetros, desde el complejo portuario de Valparaíso en Chile, pasando por la estepa de Argentina, hasta llegar al puerto de Santos en Brasil. En esta franja territorial, que va desde el Océano Pacífico hasta el Océano Atlántico, residen más de 350 millones de personas y cuenta con importantes focos urbanos como Santiago, Buenos Aires, San Pablo y Río de Janeiro.

En una segunda etapa de implementación del “Cinturón Sudamericano” se considera la incorporación de Uruguay y Paraguay. En una tercera fase, el área de influencia debiera extenderse hacia los restantes países sudamericanos, como Perú, Bolivia, Ecuador, Colombia y Venezuela.

Para alcanzar los objetivos comunes del “Cinturón Sudamericano” resulta decisivo que los actores regionales sean capaces de coordinar sus políticas nacionales. Estas reformas a nivel legislativo requieren la creación de mecanismos para la toma de decisiones estratégicas comunes, la inversión en obras públicas que favorezcan la conectividad entre los miembros y la aprobación de reglamentos que promuevan la industrialización tecnológica del área de influencia.

En los respectivos parlamentos de los países fundadores de esta iniciativa de cooperación internacional, se debe legislar para que la exportación de materias primas sin procesamiento tenga una prohibición absoluta de venta. De este modo se busca capitalizar la producción regional, favoreciendo el empleo y la especialización técnica de la mano obra.

En Latinoamérica la venta de materias primas sin procesamiento ha condenado a su población a vivir en la pobreza. Chile exporta el cobre en bruto, Argentina hace lo mismo con la soja, mientras que Brasil vende la madera de su Amazonas en chips. Lo poco que queda del intercambio comercial se usa para comprar los productos procesados que ofrece el mundo industrial, al precio abusivo que definen ellos. Por esta razón el mercado latinoamericano se ha hecho dependiente de los motorizados, del armamento y de la tecnología que produce el hemisferio norte. La mayoría de estos productos que alimentan la deuda regional han sido elaborados con las mismas materias primas que el continente latinoamericano enajena por valores exageradamente reducidos.

La única solución para contrarrestar este desequilibrio comercial que hace creer que la miseria es una fatalidad del destino, es cambiar el modo en que se usan los recursos naturales y se emplea la mano de obra. En la única dimensión del mercado internacional en la cual Latinoamérica tiene una supremacía de absoluto liderazgo es en el mercado ilegal de la cocaína. A diferencia de lo que ocurre con la economía legal, donde domina la venta de materias primas sin valor agregado, la cocaína es un recurso natural con elevado grado de procesamiento cuya venta se focaliza en los centros de consumo con mayor poder adquisitivo, como Estados Unidos y Europa.

Sin hacer consideraciones morales ni éticas relativas al consumo de drogas, podemos notar que en la producción y en la venta de cocaína, Latinoamérica ha roto todos los paradigmas y domina el mercado mundial, generando tremendas riquezas que se concentran en los centros productivos de Colombia y México. Esta misma estrategia comercial, en la cual se ofrece un producto elaborado en el mercado mundial, se debe aplicar con todos los recursos naturales disponibles en el área de influencia del “Cinturón Sudamericano”.

Siguiendo el ejemplo de China, que promueve una área de integración comercial con la nueva “Ruta de la Seda”, el continente latinoamericano no se puede quedar atrás en los flujos de la geopolítica moderna. El “Cinturón Sudamericano” responde a esta necesidad de reposicionar esta área de influencia y propone la creación de una oferta productiva regional con mayor valor agregado. Este cambio en la matriz busca generar condiciones más ventajosas para los países sudamericanos, estimulando la creación de mejores empleos y asegurando mayores ingresos fiscales que permitan financiar los derechos sociales de la población.

El ejemplo productivo de Taiwán, una isla de 20 millones de personas en el Asia Pacífico, inspira la estrategia de desarrollo del “Cinturón Sudamericano”. Los taiwaneses, gracias a una política audaz que se focalizó en la producción industrial de componentes tecnológicos, alcanzaron una posición de relevancia en el mercado mundial. Hoy Taiwán es el principal proveedor de semi conductores electrónicos de los centros industriales de Estados Unidos, Unión Europea, China, India, Rusia y Asia Pacífico.

Para promover la producción regional de carácter industrial, los miembros fundadores del “Cinturón Sudamericano”, Chile, Argentina y Brasil, deben definir sus obligaciones y sus derechos en un tratado internacional. En este documento se debe hacer especial énfasis en la industria latinoamericana de componentes tecnológicos, como semi conductores y baterías, a partir de las materias primas disponibles en el territorio y la asesoría técnica de los principales centros académicos regionales. Para integrar efectivamente las economías de los países fundadores del “Cinturón Sudamericano”, se establece una moneda común, el “Latino”, cuyo proceso de implementación será gradual, progresivo y con necesidad de urgencia.

La estrategia exportadora del “Cinturón Sudamericano” se debe concentrar en los principales polos industriales del mercado mundial. A través del puerto brasileño de Santos, se establecen rutas comerciales con los puertos de Nueva York y Génova, para alcanzar los mercados tecnológicos de la Costa Este de Estados Unidos y la Unión Europea, respectivamente. El trayecto marítimo entre este puerto de origen y los puertos de destino es de 25 días.

En tanto el complejo portuario de Valparaíso en Chile ofrece la plataforma para exportar la producción tecnológica del “Cinturón Sudamericano” hacia la Costa Oeste de Estados Unidos (25 días), al puerto de Shenzhen en China (33 días), al puerto de Chennai en India (50 días) y los principales puertos del Asia Pacífico como Japón, Corea del Sur, Vietnam e Indonesia (60 días aprox.).

La estrategia exportadora del “Cinturón Sudamericano” apunta a los principales centros de producción de motorizados, de armamento y de tecnología. Los mercados prioritarios son las costas Este y Oeste de Estados Unidos, la Unión Europea y China. La India también resulta bastante atrayente por el alto crecimiento de su población y la orientación tecnológica de su producción industrial. En cuanto a los mercados del Asia Pacífico, son interesantes por su tamaño, pero se deben afrontar con una estrategia específica para cada uno de ellos porque actúan individualmente y no como bloque.

El primer paso para concretar esta iniciativa de cooperación internacional para el progreso regional, es presentar esta propuesta a las autoridades chilenas encabezadas por la canciller Antonia Urrejola. Es importante que el Gobierno del Presidente Gabriel Boric lidere esta propuesta continental, porque Chile desempeña un papel protagónico en el “Cinturón Sudamericano”. Las primeras tratativas se deben avanzar con el Gobierno del Presidente de Argentina, Alberto Fernández, con quien hay sintonía política sobre los desafíos comunes que enfrenta la región latinoamericana.

En el caso de Brasil, se deben esperar los resultados de las elecciones presidenciales que se realizarán en octubre de 2022. En caso de que resulte vencedor el ex Presidente Lula, hay más posibilidades para alcanzar un acuerdo regional que permita implementar la plataforma de cooperación transnacional “Cinturón Sudamericano”.

Por Francisco Fantini

Periodista chileno italiano, con un Doctorado en Relaciones Internacionales y Europeas de la Universidad de Parma, Italia. Autor de diversas obras, como “Gastronomía de la Patagonia”, “Gastronomía de Valparaíso” y “Primavera Chilena. Desde el Estallido Social hasta la Nueva Constitución”, Fantini representa a la nueva generación de intelectuales latinoamericanos comprometidos con el desarrollo inteligente de su continente natal.


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