Por Duarte Correa
Durante más de año y medio nos levantábamos por la mañana con los sufrimientos del pueblo ucraniano, desayunábamos con el héroe Volodímir Zelensky y nos acostábamos pensando en la noche de pesadillas que nos iba a provocar el sátrapa Putin. Entendíamos que esa iba a ser nuestra realidad hasta el final de un conflicto del que solo sabíamos o creíamos saber que había un bueno y un malo, y que iba a ganar el bueno.
Pero todo cambió el 7 de octubre, desde ese día parece que ya no hay guerra en Ucrania, aunque sigue habiendo muertes. El foco ahora está posado sobre Gaza, y se nos presenta como algo nuevo, como si no existiera la agresión israelí a Palestina desde hace décadas. La acción de Hamás, se nos dice que es el origen de todo; un grupo palestino al que se califica de «organización terrorista» decidió sembrar de cadáveres la frontera entre Gaza e Israel sin razón aparente, y secuestrar a varios cientos de personas, israelíes y de otras nacionalidades, que asistían a un concierto o vivían pacíficamente en la zona. También se nos dice que, por lógica, Israel debe responder defendiéndose; defensa que aunque a las personas más sensibles les pueda parecer brutal, se presenta como legítima. Israel es el estado democrático agredido, y del derecho de defensa del pueblo palestino no se dice nada.
Circulan varias versiones, al respecto de la operación de Hamás del 7 de octubre, pero tanto si fue una acción sorpresa, fruto de la efectiva planificación y ejecución de las Brigadas al Qassam que cogieron desprevenido al Mossad y al ejército; como si estamos ante un dejar hacer, por parte de un Israel que tenía información egipcia sobre un posible ataque para poder golpear con más fuerza; lo cierto es que la situación en Gaza cambió radicalmente, y tiene consecuencias en toda la región.
Muy posiblemente los objetivos de Hamás eran, aprovechar la compleja situación política y social en Israel y dar un golpe que mostrara su vulnerabilidad, dando aliento a la causa palestina para seguir presente en el panorama internacional. Impidiendo al tiempo que Arabia Saudí se incorporara al proceso iniciado por los Acuerdos de Abraham, impulsados por Donald Trump, que supusieron la normalización de relaciones diplomáticas y comerciales entre el estado sionista y cuatro estados musulmanes, Emiratos Árabes Unidos, Baréin, Sudán y Marruecos. Unos acuerdos que le concedieron a Israel la condición de interlocutor, obviando su actuación con el pueblo palestino.
La actuación del sionismo
El sionismo, desde sus orígenes, tiene como objetivo recuperar el gran Israel, que aparece en el Génesis como la tierra que dio Dios a los hijos de Abraham, y para alcanzarlo está perpetrando un genocidio, al ser Palestina un obstáculo para que se cumpla el mandato divino. Pero no podemos olvidar otros objetivos menos bíblicos y más mundanos que pueden estar en la mente de quienes planifican y dan las órdenes:
– La masacre de Gaza puede garantizar a Israel el control total de las importantísimas reservas de gas y petróleo de la zona, pues si no hay palestinos desaparece el conflicto de soberanía sobre las mismas. Israel desde hace unos años se ha convertido en potencia gasística, y la decisión de la UE de renunciar al gas ruso le da la condición de proveedor estratégico; convirtiendo además en necesidad urgente la construcción del gasoducto EastMed, proyectado en 2020 por Israel, Chipre y Grecia.
– Cientos de miles de desplazados palestinos buscando huir por el paso de Rafah, pueden debilitar a un Egipto que sufre una importante crisis económica, presencia cada vez mayor de grupos armados yihadistas, y celebrará elecciones presidenciales el próximo mes de diciembre. Y pese a la aparente buena relación hay un contencioso histórico, el control del canal de Suez, paso estratégico del 30% de los contenedores que circulan por mar en el mundo.
– Que se mantenga la inestabilidad en la región puede perjudicar los intereses de China, pues gran parte del petróleo que importa procede de aquí; debido a la guerra en Ucrania en su proyecto de la ruta de la seda el corredor sur tiene mayor importancia, y en los últimos tiempos había adquirido una importante influencia en la zona, siendo prueba la intermediación que llevó a un acuerdo entre dos enemigos tradicionales como son Arabia Saudí e Irán, estados que además acaban de integrarse en el grupo BRICS+.
La situación puede cambiar de nuevo en días y no sabemos hacia donde, pero hay una certeza, el pueblo palestino necesita que mantengamos nuestra solidaridad.
Duarte Correa
Profesor de geografía e Historia y analista internacional
Este artículo fue publicado originalmente en el periódico Nós Diario de Galicia.
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