Jodyali: Un recuerdo permanente

El paso de los años no debe impedir el recuerdo de aquellos hechos que marcan, no sólo la vida de los países y sus sociedades, sino también al conjunto de la humanidad. Sobre todo, si aquellos hechos representan la violación de los derechos humanos de hombres, mujeres y niños.

Jodyali: Un recuerdo permanente

Autor: Pablo Jofre

Tal es el caso de la masacre de Jodyali, que año a año traigo al presente como una necesidad de tenerlo en la memoria y que tomemos conciencia que hechos como este asesinato masivo de residentes azerbaiyanos en la localidad de Jodyali, un pueblo en la región de Karabaj de la república de Azerbaiyán, con una población mayoritaria de ese país, que fue parte de un conflicto que implicó la ocupación de esa región desde el año 1992 hasta 2020 cuando las fuerzas de Azerbaiyán recuperaron el 20% el territorio que había sido ocupado por fuerzas armenias. Esa guerra, en el Cáucaso Sur, tuvo en Jodyali un punto de inflexión, que nos obliga a recordar como un deber, una necesidad de no enterrar ni dejar en el olvido, aquellos hechos que graban nuestro derrotero como seres humanos.

En la noche del 25 de febrero y madrugada del 26 de febrero del año 1992, las fuerzas armadas armenias, concretaron un ataque al pueblo de Jodyali, perpetrando, lo que en toda norma significa un genocidio, asesinando a 613 civiles, entre ellos 63 niños, 106 mujeres, 70 ancianos, ocho familias aniquiladas totalmente. Las tropas armenias cometieron atrocidades que dejaron además a 25 niños sin padre y madre, 130 niños que perdieron a uno de sus progenitores; 487 heridos; 1.275 azerbaiyanos tomados como rehenes y 150 de ellos aún en condición de desaparecidos, lo que significa que esos crímenes, la investigación y la necesidad de castigo a los responsables, aún es presente.

En el libro “Black Garden: Armenia and Azerbaijan Through Peace and War” -«Jardín Negro: Armenia y Azerbaiyán a través de la paz y la guerra»- del autor Thomas de Wall, cita al ex presidente armenio Serzh SargSyan quien en una declaración -que en el campo del derecho podríamos calificar como ‘a confesión de parte relevo de pruebas’-, donde confiesa “Antes de Jodyali los azerbaiyanos pensaban que los armenios no eran capaces de tocar a la población civil. Logramos derribar esa opinión. Y esto sucedió”. Las declaraciones de Sargsyan comprueban la falsedad de otras autoridades de Armenia, que mediante la manipulación y la desinformación han querido negar toda responsabilidad en la masacre de Jodyali. Bien sabemos que sin verdad no hay justicia, no hay reparación y eso hace difícil avanzar en el camino de la concordia. Los crímenes que quedan impunes allanan el camino para la comisión en nuevos delitos.

Jodyali es una herida abierta en la conciencia del mundo, es un crimen que requiere verdad, justicia y reparación. La necesidad de saber, de acceder a la verdad y tener justicia plena es un imperativo. Jodyali nos exige recordar, estar en nuestra memoria. Estas son algunas de las afirmaciones que he hecho a lo largo de los años cuando se acerca la fecha de este recordatorio. Los episodios de Jodyali han sido definidos como uno de los hechos de violencia más tenebrosos y oscuros de fines del siglo XX, que es recordado en forma permanente por el pueblo de Azerbaiyán, pero también debe ser un hito para todos aquellos que creemos en la integridad territorial de los pueblos, la libre determinación, el respeto al derecho internacional y la resolución pacífica de las controversias, además del respeto a las obligaciones jurídicas internacionales derivadas de aquellos países que bajo la condición de ocupante beligerante somete a su dominio un territorio que no le pertenece(1).

El Genocidio de Jodyali tuvo la clara intencionalidad de generar terror, como parte de una ofensiva militar que tuvo como objetivo el apoderarse de territorios pertenecientes a Azerbaiyán y que este país logró recuperar para su plena soberanía. Desde el año 1992 a la fecha, como un recordatorio a la defensa de la vida, la necesidad de respetar los derechos humanos y una campanada constante, que resuena en la conciencia de los pueblos, se conmemora el Genocidio de Jodyali. Una serie de crímenes cometidos por fuerzas armenias en el mencionado pueblo azerbaiyano, ubicado en Nagorno-Karabaj. Los sucesos en Jodyali representa la violación de los derechos fundamentales de la población, no sólo de Jodyali, sino del conjunto de Karabaj, que se vio sometida a una invasión militar y el éxodo de cientos de miles de personas, expulsadas de sus hogares por los atacantes armenios que violaron leyes internacionales, explicitadas en la Carta de las Naciones Unidas y, en general, en el derecho internacional: la integridad territorial de Azerbaiyán, el respeto al derecho internacional y la resolución pacífica de las controversias(2).

Azerbaiyán afirma en todo foro internacional, que los acontecimientos de Jodyali y sus efectos sobre la vida de centenares de personas fue una violación grave “a convenios internacionales como el Convenio de Ginebra de 1949; la Convención de las Naciones Unidas sobre la Prevención y la Sanción del Delito de Genocidio; el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos; y la Convención contra la Tortura y Otros Tratos o Penas Crueles, Inhumanos o Degradantes. El Tribunal Europeo de Derechos Humanos sentenció el 22 de abril de 2010 que lo sucedido en Jodyali se consideran actos equivalentes a crímenes de guerra o crímenes de lesa humanidad.

Por ello, la comunidad internacional debe estar siempre atenta a la necesidad que estos crímenes no queden impunes y eso implica que esta colectividad de naciones, que suele actuar por intereses de potencias hegemónicas más que por propósitos y principios anclados, por ejemplo, en la Carta de las Naciones Unidas, puedan, a través de sus legisladores, su sociedad civil, sus organizaciones defensoras de derechos humanos, dar pasos importantes en este recordar: reconociendo a Jodyali como un crimen de lesa humanidad. Un quebrantamiento gravísimo de las leyes internacionales y del respeto a los derechos humanos, que debemos recordar y que es necesario de castigar a sus responsable. Llevar a la justicia a sus ejecutores, materiales e intelectuales. El recordar permite avanzar, no sólo en el reconocimiento sino también sirve como ayuda a la justicia para ejercer su labor. La impunidad no les hace ningún bien a nuestras sociedades, pues trae más abuso y violación del derecho internacional, los derechos humanos y con ello hacer crónico los crímenes(3).

Jodyali es una herida lacerante y bajo esa premisa reitero lo que sostengo como una verdad indesmentible: Se requiere hacer cumplir las leyes internacionales pero, sobre todo, hacer justicia con las víctimas y sus familiares en lo que se conoce como el genocidio de Jodyali. No puede haber paz sin verdad y justicia y esa es la primera exigencia cuando han trascurrido 28 años desde los crímenes que cercenaron la vida de 613 azerbaiyanos, que desde las profundidades de los territorios de Karabaj, hoy de vuelta a su patria, claman por justicia.

Por Pablo Jofré Leal

Artículo para SegundoPaso ConoSur

Permitida su reproducción citando la fuente.

1.-https://www.telesurtv.net/bloggers/Jodyali-una-herida-abierta-en-la-conciencia-del-mundo-20180223-0001.html

2.-https://radio.uchile.cl/2020/02/21/jodyali-la-necesidad-de-verdad-y-justicia/

3.-https://segundopaso.es/news/2256/Jodyali-Verdad-Justicia-y-Reparaci%C3%B3n


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