Una vez más se revela su inmenso poder: construir la agenda mediática.
El formato televisivo favoreció el político que poseía un pensamiento estructurado y sintético. Fue el portavoz de lineamientos programáticos coherentes. Estos, hay que reconocerlo, fueron los de la Izquierda allendista. Y si brillaron con Jorge Arrate fue porque el gran contexto discursivo del país —ahí donde los relatos políticos cobran sentido y dan orientaciones de vida y proyectos— lo permitía y se prestaba para ello.
Si el descompuesto derechista no atacó a Frei, que no hizo más que prolongar la lógica concertacionista sin siquiera plantear la reforma de la Constitución actual, fue porque no le convenía hacerlo. Al concertacionista se lo critica desde la izquierda y Jorge Arrate no lo hizo directamente. Simplemente porque para su coalición el opositor y adversario acérrimo es Piñera, en primera y segunda vuelta. Pacto electoral con la Concertación obliga. ¿Criticable? Pero han sido claros desde el comienzo.
En vez de adoptar una posición periodística profesional y salir a cubrir e indagar acerca de las ideas y proyectos bien hilvanados del candidato del Junto Podemos, el duopolio optó por la política editorial de seguir ignorándolo. La primera actitud hubiera sido la de la gran prensa democrática (que en Chile no existe) con preocupaciones de equilibrio informativo y, la segunda, de la cual no pueden desembarazarse, es la ya conocida postura de atrincherarse en criterios de prensa al servicio de los intereses oligárquicos.
Una de las máximas de La Rochefoucauld (1613-1680) reza: “El interés se viste con todos los ropajes y encarna todos los personajes, incluso juega el rol del desinteresado”
La Tercera y El Mercurio trataron con ahínco de disfrazar el otro elemento clave del “debate”. La incompetencia comunicativa y política del candidato-empresario y el desierto programático de la derecha ultraliberal. Bastó una frase para desestabilizarlo y que se le ahuyentara rauda toda compostura. Quedó evidente que la coalición derechista no tiene nada que ofrecer. Salvo, camuflándolas, las viejas recetas del neoliberalismo trasnochado: reemplazar todo lo que es iniciativa del Estado con miras al bien público, por la iniciativa privada orientada al lucro.
Y era previsible que Piñera iba a explotar el tema del Orden y la seguridad azuzando los miedos y angustias de las llamadas clases medias. De entrada, Arrate le aserruchó el piso. El verdadero problema es la desigualdad social, la concentración de la riqueza en un polo; el remedio no es más represión, es justicia social, aseguró el candidato que irradiaba la fuerza tranquila.
Pero el duopolio también se dio por misión restaurar la figura del progresista-liberal Enríquez-Ominami, que salió resquebrajada por el contraste entre la inflación de expectativas y su débil performance lingüística y comunicativa.
No es un dato anodino. Una fracción de la izquierda acaba de vivir una profunda desilusión y el síndrome traumático del abandono al ver al Senador Navarro plegarse a la opción liberal-progresista de Enríquez-O. Pero hoy es un hecho que aquella, la allendista, y también, la otra, la más dura, tienen hoy un candidato. Jorge Arrate planteó claro y firme, sin ambages, la necesidad de una Asamblea Constituyente para redactar una nueva Constitución política; trató al sistema político de podrido; prometió educación pública, laica y gratuita, así como perfeccionamiento y salarios dignos para los docentes; se comprometió con una cirugía mayor al sistema de salud y con protección social para los jubilados.
No hay por donde perderse. En una primera vuelta, los adversarios son el concertacionismo y el liberalismo progresista de Enríquez-Ominami. Pero el enemigo político, tanto en primera como en segunda, será el representante de la Alianza derechista RN-UDI.
Además, la Izquierda auténtica debe asumir su cuota de responsabilidad en la configuración actual de fuerzas, es decir, su incapacidad de levantar una alternativa antineoliberal y anticapitalista. Sin olvidar que el programa de Jorge Arrate representa plenamente los intereses populares y de los trabajadores y trabajadoras, así como las reivindicaciones de la Izquierda en su conjunto. Basta con retomarlas y trabajar en la campaña para crear consciencia y unidad en la acción.
Por lo mismo, Jorge Arrate es el candidato de toda la Izquierda socialista y libertaria.
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(*) los “spins doctors” son, en la jerga comunicacional, los expertos o consejeros en comunicación que en las campañas norteamericanas reinterpretan, para consumo mediático y en términos de estrategias de comunicación política, las intervenciones de los candidatos.