Un ciudadano boliviano mediante un audio nos contaba en el momento de la intentona golpista en Bolivia que era complicado saber qué estaba pasando y planteaba tres hipótesis: una, que fuese un golpe “a la antigua”, es decir, obra de los militares solos; o que fuese una trama entre el presidente Arce y los militares, pero que dudaba porque había cambiado al alto mando del Ejército tras la intentona; finalmente, su última hipótesis era que fuese una trama entre el ex presidente Evo Morales y los militares, pero que, dado lo complicado del momento, cualquiera fuese la trama no se sabría entonces… solo después.
Las intentonas golpistas no son algo raro en Latinoamérica por más que las actuales democracias quieran hacernos creer que son algo del pasado. Ha pasado poco tiempo histórico desde las décadas ignominiosas de las dictaduras militares [1], por una parte, como para que el peso militar haya disminuido notablemente en nuestras sociedades e instituciones, tan poco tiempo que incluso los golpes parlamentarios o autogolpes son exitosos solo si cuentan con la venia militar y policial. Lo sabe muy bien Bolsonaro, quien no contó con ella en enero de 2023 [2].
Los procesos de desmilitarización solo son sólidos cuando responden a una demanda social que es acompañada institucionalmente y los procesos de remilitarización son, en contraste, muy rápidos y solo necesitan del impulso institucional. Estos procesos han sido bastante investigados en Latinoamérica [3] y una de las conclusiones destacadas es que no es nada fácil frenar los procesos de militarización y remilitarización. Que entregar parte de la institucionalidad democrática o/y social a los militares aduciendo motivos temporales o de emergencia suele hacerse permanente y que cuando tienen parte de esa institucionalidad suelen obtener aún más.
La “guerra contra las drogas” del presidente Calderón de México involucró de tal modo a las fuerzas armadas que fue continuada en lo práctico por su sucesor, el presidente Peña Nieto, dejando una huella de muertes y desapariciones tan emblemáticas como las de Ayotzinapa [4]. El sucesor del sucesor, el todavía actual presidente López, dio más impulso a la militarización de la sociedad mediante la creación de una Guardia Nacional militarizada y la entrega de obras públicas nacionales a la administración militar como el Tren Maya [5]. La tentación militar seduce a los gobiernos independientemente del signo del que se reclamen.
Otro ejemplo lo ofrece Chile y la militarización de la frontera, iniciada tímidamente con la construcción de zanjas en la frontera norte bajo el gobierno de Michelle Bachelet y continuada con la completa militarización de la frontera norte durante el gobierno del derechista Sebastián Piñera [6], situación que se mantiene aún hoy con un gobierno de izquierda a cargo del presidente Boric.
Los sucesos este 26 de junio en Bolivia nos hablan de un proceso de remilitarización en desarrollo. Algo de ello se vio ya en la crisis tras las elecciones de 2019, cuando la participación policial y militar en la crisis se dio dando y quitando apoyos a las partes en pugna.
Las tres hipótesis planteadas en el audio referido son malas noticias para Latinoamérica. La primera, la “autónoma”, porque indica que la situación, el contexto, ha generado la percepción en los militares que pueden intervenir sin mayor costo. El alcance de la intervención es lo que está por ver: si fue una intentona fallida o una acción de ensayo y prueba. En todo caso el aparato militar ha aprendido mucho en esta acción y no basta con un simple cambio de alto mando para deshacer ese aprendizaje, si es que ese cambio de mando no formaba parte del ensayo. Cualquiera de las otras dos hipótesis es la misma; usar por parte del aparato político a los militares para mover el escenario a su favor. Eso es dar y regalar espacio institucional a los militares, es acelerar el proceso de militarización a zancadas. Habla mal de las habilidades políticas de quienes se aventuraron en crear ese escenario y habla mucho de la ingenuidad política de creer a los militares sin agenda propia (y ajena, váyase a saber de cuál ajenidad) en este y cualquier escenario. ¿Jugaron con los militares? Pues jugaron para los militares,
La tentación golpista en Latinoamérica es histórica y no debemos caer en la ingenuidad de que es algo lejano y de otras generaciones. Está aquí, ahora, en toda la región, en gobiernos civiles de todo signo, que van -con publicidad y sin ella- contentando al partido militar, regalándole espacios y recursos.
Un proceso social, educativo, institucional y cultural de desmilitarización coherente, firme y a mediano y largo plazo, es una de las pocas sino la única garantía de freno al golpismo cuartelero y debe empezar por no hacer parte a los militares de la solución a las crisis políticas y sociales.
Por Pelao Carvallo
Consejero de la Internacional de Resistentes a la Guerra IRG/WRI; integrante de la Red Antimilitarista de América Latina y el Caribe, Ramalc; integrante del Grupo de Trabajo CLACSO Memorias colectivas y prácticas de resistencia.
Columna publicada el 27 de junio de 2024 en Clacso.
Fuente fotografía.
NOTAS
- Años 60-70 y 80 del siglo pasado. ↩︎
- https://www.dw.com/es/bolsonaro-citado-a-declarar-ante-la-polic%C3%ADa-por-el-supuesto-intento-de-golpe-de-estado/a-68302186 ↩︎
- Por ejemplo, la bibliografía de este artículo https://paraguay.sociales.uba.ar/wp-content/uploads/sites/129/archivos/P_Carvallo22016.pdf ↩︎
- https://www.cndh.org.mx/noticia/desaparicion-de-43-estudiantes-de-la-escuela-normal-rural-raul-isidro-burgos-ayotzinapa-0 ↩︎
- https://www.forbes.com.mx/gobierno-de-mexico-le-entrega-al-ejercito-la-administracion-del-tren-maya/ ↩︎
- https://www.europapress.es/internacional/noticia-pinera-autoriza-ejercito-intervenir-control-migratorio-frontera-norte-chile-20210112173425.html ↩︎