Brutalidad policial. Racismo, discriminación desigualdades, corrupción, exclusión social, crisis medioambiental. Es lo que estamos viendo en los USA, y también aquí pues, modelo ejemplar de neoliberalismo y capitalismo más o menos salvaje, impuesto por la violencia policial y estatal. Pero para ver estas situaciones, más allá de sus efectos y sombras; de la manipulación constante que hacen los medios y las élites de poder, habría quizá que tener otro tipo de educación. Bien nos señala el pensador alemán T.A.
Adorno que “hacer hablar al sufrimiento es la condición de toda verdad”. Lo ha pensado así usted, estimado lector y lectora? Es la capacidad o talante de ponerse en el lugar del otro que se expresó en nuestro estallido social, y ahora, se deja ver en el último imperio, arriba, al norte. Estas situaciones, que se repiten a lo largo de nuestras historias, nos permiten concluir que el punto de partida en la reflexión y debate sobre el estado de nuestras sociedades, no puede ser el presumir de que en ellas prima la justicia en general. Lo que se muestra históricamente, tanto en el Norte desarrollado, como aquí, es que la modernización neoliberal globalizada no ha sido capaz de contrarrestar – después de tener el camino despejado con el derrumbe de los socialismos históricos-, el dato central de las relaciones sociales : su radical injusticia. Al contrario, lo que hace es promoverla y ahondarla, por cierto, disfrazada de tiempos mejores, cambio crecimiento, libertades o nuevos ricos, etc. Es una injusticia estructural y bifronte.
Hace referencia tanto a la distribución de condiciones materiales y posibilidades de llevar una vida digna (recursos, bienes, derechos, libertades, salud, educación, vivienda, etc), como al espacio y acciones orientadas hacia la consideración, el respeto y el aprecio por cada sujeto-ciudadano. Lo que se llama también, una justicia del reconocimiento. Las situaciones anteriores, históricas por lo demás, están a la base de los estallidos sociales, tanto acá, como en los EEUU,no son meras expresiones de rechazo a situaciones puntuales. Veamos un momento algunas cifras de los EEUU.
Es importante, porque no podemos olvidar la influencia y poder condicionante (país-modélico) que ejerce ese país en nuestras elites económicas, políticas y culturales. Es cosa de ver no más las parrillas de Entel o VTR. Por el momento van 11 muertos en las protestas por el vil asesinato de G. Floyd (entre ellos, un policía). Unos 10 mil detenidos, y una represión muy similar con balas de goma (algunas directo a los ojos, como acá); con otro tipo de balas novedosas que son como corchetes eléctricos que se clavan en el cuerpo y producen el efecto de un shock eléctrico ( increíble no, lo que da la creatividad técnica al servicio de la represión y el miedo). Bueno, además de los consabidos apaleos a mansalva. Y no estoy hablando de los saqueos , sino del trato a manifestantes pacíficos en su gran mayoría. Pero qué más hay detrás de todo esto?. Fíjese usted lo que es la lógica del capital: los más ricos en USA, saltan de controlar el 60% de la riqueza en 1983, al 79% en el 2016 , La clase media, controlaba el 32% del patrimonio en 1983; y baja al 17% en 2016. La clase baja controlaba el 7% de la torta en 1983, y baja al 4% en 2016 (Kesiser Report- mayo-junio 2019). No hay que olvidar que ahora mismo, es decir, en los dos meses y algo de esta epidemia del Covid-19, el capitalismo ha generado nuevas oportunidades para que, los que ya eran ricos, pues lo sean aún más (entre ellos, los señores Bezos y Zuckerberg ), y además, algunos otros pocos se suban también al carro. Si a comienzos de abril existían 614 milmillonarios en USA, a comienzos de junio, ascendieron a 630. Tiene ese país unos 40 millones de pobres, de los cuales cinco millones en pobreza extrema. Ya puede imaginar quiénes son esos excluidos sociales.
Por no hablar de las consecuencias que tiene allí el masivo consumo de drogas. Hay algunos que comentan: si gobernase B. Obama la cosa sería distinta. Lamentablemente, el bipartidismo en los USA ha rato que no se diferencia entre sí, salvo en aspectos puntuales y que no tocan el dominio que ejerce la élite de poder y el llamado Complejo Militar-tecnológico-financiero. La influencia del dinero en la política, y de las elites de esos partidos, es enorme con las consecuencias previsibles. Cuando Obama llegó a la Casa Blanca habló que ella se iluminaba como con un arco iris; y al día siguiente bombardeaba 3000 civiles en Oriente Medio de forma extrajudicial; o deportaba 3.2 millones de personas (cualquier semejanza con Derecha/Concertación es pura coincidencia).
Y, sin embargo, premunidos de una falsa ideología del “excepcionalismo estadounidense”(y por cierto, la defensa de los DDHH) se creen autorizados ( apoyados entre otros por sus “empleados” y seguidores del Grupo de Lima) a ponerle la rodilla al cuello a cualquier país en función de sus intereses (Irak, Libia, Siria, Afganistan, Venezuela, Cuba, entre otros). Para eso tienen repartidas unas 800 Bases Militares por todo el mundo, de las cuales hay unas 76 operando en Latinoamérica y el Caribe. Colombia es la “privilegiada” con unas 10 bases ¡ Pero también existe una en Argentina y otra en Chile (Fuerte Aguayo). El universalismo eurocéntrico con todo está siendo cada vez más cuestionado. Y por si todo eso fuera poco, hay unos 150.000 muertos y unos 2 millones de contagiados por Covid-19. En fin, interesa subrayar que con esta pandemia del Covid-19, todos estos ingredientes y sus consecuencias (dentro y fuera de los USA) es lo que habilita a muchos para sostener que estaríamos frente a una crisis de la civilización del capitalismo liberal occidental. Otros, en esa estela, nos hablan de que vamos hacia un colapso generalizado del sistema, con el peligro de una salida “ecofascista” (Carlos Taibo).
Y, aún hay quienes, como José Luis Sampedro, nos advierten que ya “Vivimos en una época de barbarie (…) “se desintegra la civilización occidental tal como venía del siglo XV. Tenía razón Fukuyama –continúa- pero al revés: estamos al final de la historia, pero no por haber llegado al colmo, sino por haber llegado al desmoronamiento”. Volvemos al principio: justicia o barbarie. Pero, será posible la Justicia con mayúscula bajo este sistema? Para su logro más allá de este sistema habría que ir saliendo de la servidumbre voluntaria en que nos encontramos. Y de nuevo, no olvidar que: “ hacer hablar al sufrimiento es la condición de toda verdad”.
Por Prof.PSAlvatb.
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