Kast se lo merece

Las provocaciones de Kast destilan un muy nítido odio contra todo lo que no se le parezca

Kast se lo merece

Autor: paulwalder

Las provocaciones de Kast destilan un muy nítido odio contra todo lo que no se le parezca. Habría sido un buen soldado de las huestes de Álvaro Corvalán o del Wally.

Kast utiliza los espacios democráticos solo porque le conviene.

 

Por él, le daría la palabra a la Dina o a la CNI.

 

Sus puestas en escena solo buscan exacerbar y provocar a aquellos que en su opinión no merecen siquiera vivir. Su odio, en todas su expresiones, no es solo una legítima opinión de alguien que piensa distinto, sino una invitación a la segregación, a la marginación, al desprecio y a la negación de derechos.

 

Kast sabe que el pinochetismo más recalcitrante y criminal dejó escuela en muchos en este país en que la Concertación y luego la Nueva Mayoría, se encargó de despolitizar a la población y desmovilizar a las fuerza sociales, dejando el campo libre para aquellos que no ven con malos ojos la restauración del orden tiránico y criminal.

 

Clara señal que la democracia está en deuda con el país es el surgimiento de proto criminales que niegan los crímenes de lesa humanidad y reivindican la estela trágica de la dictadura, como Kast.

 

Esta gente que en cualquier país verdaderamente democrático estaría purgando condena, en este se yerguen como adalides de las mejores causas humanas.

 

Kast se ha dado maña para provocar cuanto ha querido mediante una verborrea odiosa y derechamente fascista. No ha dejado escenario público que no haya usado o intentado usar en su cruzada restauradora. Y lo ha hecho sabiendo lo que hace y buscando lo que logró.

 

Precisamente intenta hacerse la víctima de la rabia que a propósito estimula y que esta vez tuvo una expresión que se verificó en higiénicas y legítimas patadas, esputos y golpes.

 

Y para el efecto de mostrarse como una pobre víctima abusada por la intolerancia, mostrará sus hematomas y elevará su querella, mientas una corte de ingenuos y genuflexos dirán lo reprobable de la reacción de los estudiantes.

 

Eso mismos que dicen estar en contra de la violencia venga de donde venga, pero que no dicen esta boca es mía ante el apaleo inmisericorde y el abuso inhumano que las fuerzas especiales de carabineros ejercieron en contra de humildes mujeres mapuche que intentaban vender el producto de sus huertas en el mercado de Temuco.

 

Cínicos y serviles es lo que son. Falsos y acomodados, eso son los pulcros demócratas defensores de las ideas, las buenas costumbres y la amistad cívica.

 

Kast y su discurso es un vehículo de la violencia más extrema y criminal.

 

So pretexto de defender el derecho a expresarse no se puede permitir que las aulas universitarias o cualquier espacio democrático se use precisamente para atacar la democracia sus logros y rasgos, y elevar a condición de discurso legítimo la reivindicación del odio más feroz en contra de la gente.

 

La democracia, aún este remedo en el que vivimos, tiene la obligación de defenderse de sujetos cuyo discurso es exactamente lo contrario de la democracia.

 

Kast se escuda en los preceptos de la libertad de expresión y el derecho de decir lo que se le ocurra para deslizar un discurso que niega esos derechos al resto. Es un confeso odioso, racista, homofóbico, misógino y fanático anticomunista.

 

Y los señorones que no hacen la diferencia entre la violencia que destila con su odio de clase anidado en el alma de nazi con prontuario de genocida, con la reacción normal de personas decentes que con su actitud lo que hacen es defender precisamente lo que Kast, tenga por seguro, patearía al momento en que las cosas se le pongan cuesta arriba.

 

Y de tener un poquito de poder no titubearía en abrir campos de concentración y cárceles secretas, organizar bandas de criminales y disponer helicópteros para dejar caer cuerpos mutilados en el océano.

 


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