Por: Alejandro Lavquén
En las tramas del poder sabotear la Convención Constitucional es la orden del día a día, es la voz del amo que resuena diariamente a través de El Mercurio-Emol y la TV. Los dueños de la economía y política chilena no soportan que se aprobará una Constitución que transforma las relaciones político-sociales que han imperado desde el siglo XIX. Convengamos eso sí, que no las transformarán radicalmente, como lo habría hecho una Asamblea Constituyente, pero sí habrá cambios significativos en las estructuras de poder. Cambios importantes.
Todo este sabotaje es un ejemplo de lo que se avecina mientras más nos vayamos acercando a la fecha del plebiscito de salida. El paso más significativo que han dado las fuerzas reaccionarias es otorgar amplia tribuna mediática a encuestas —de dudosa procedencia metodológica— que dan por ganador el rechazo, pretendiendo generar en la opinión pública que las nuevas normas constitucionales son la destrucción de los valores republicanos y sus instituciones, el fin de la libertad y el derecho de propiedad, etcétera. En fácil, “miente, miente, que algo queda”. Pero la nueva Constitución será aprobada, es un hecho de la causa, salvo que ocurriera algo extraordinario, como por ejemplo que aterrizaran los marcianos en la Plaza de Armas. Por lo tanto, una vez aprobada la nueva Constitución, el paso que deberían dar las fuerzas territoriales y populares, es organizarse para ser mayoría en la nueva “Cámara de diputadas y diputados”, para desde allí propiciar aún mayores cambios en la estructura político-social.
Dado lo anterior, resulta sorprendente (o a lo mejor no) cómo algunos convencionales y autoridades de gobierno, e incluso el presidente, se dejen llevar por estas encuestas y emiten opiniones —incluso ñoñas— que solo favorecen la campaña de sabotaje contra la Convención. ¿Acaso no se dan cuenta que las encuestas son parte de una operación política? La campaña contra la Convención ha reclutado académicos y docenas de ex Concertación, incluido los expresidentes Frei, Lagos y Bachelet. A ellos se suman convencionales quinta columnistas como Felipe Harboe, Patricio Fernández y Fuad Chahín, el Colectivo Socialista e Independientes No Neutrales. También se suman periodistas como Tomás Mosciatti y una retahíla de personajes nefastos para las aspiraciones democráticas de la ciudadanía: Francisco Vidal, Ximena Rincón, Mario Waissbluth, Cristián Warnken, Pedro Pablo Rosso, Nicolás Eyzaguirre, Carlos Peña, Lucía Santa Cruz, Mariana Aylwin, Pepe Auth, entre otros. Hasta del astrólogo José María Maza han conseguido frases para cuestionar a la Convención: “Quieren inventar un país imaginario y hacer una Constitución para el país imaginario”. Para la oligarquía todo vale con tal de mantenerse en el poder, incluso las ridiculeces de Maza al estilo Nicanor Parra, o los soterrados llamados golpistas de Fernando Villegas.