Por favor, haga el ejercicio de sintonizar Telesur.¿No lo conoce? Se trata de un canal de noticias pan-americano. Probablemente no esté dentro de la bandeja de canales que su proveedor de cable le ofrece. En ese caso, puede buscarlo en Internet. Haga el ejercicio de sintonizar Telesur periódicamente, tal como sintoniza todos los días su canal de noticias favorito.
Al hacerlo, se dará cuenta de la notoria presencia de Hugo Chávez en las transmisiones de ese canal. Lo verá presidiendo eventos públicos, lo oirá hablando por celular con la presentadora de un talk show, o comunicándose por satélite con distintas gentes, e incluso lo verá sentado en una mesa de trabajo con sus ministros. Y todo esto en vivo, nada editado: Chávez aparece hablando de todo, literalmente de todo: de los temas-país (obviamente), pero también de lo que hace en su vida diaria, de lo que hizo la noche anterior, de los libros que lee, de sus campañas (organiza por ejemplo su campaña electoral al aire); cuenta los pormenores de su cáncer, cuenta anécdotas de su historia política, pero también cuenta anécdotas para la risa. En este punto usted ya se habrá dado cuenta que Telesur es mayoritariamente de propiedad de Venezuela.
Ante este panorama, usted, acostumbrada/o a nuestros ‘serios’ gobernantes y clase política chilena, quizá se pregunte con desconfianza: “¿Es que Chavez tiene tanto tiempo libre y se puede dar el lujo de aparecer tanto en televisión? ¿Es que no tiene conciencia de la gravedad que detenta su cargo que se permite contar hasta chistes por la tele?” Quizás se pregunte esto, y le alivie el pensar que, al menos en el país de usted, aunque las cosas no funcionen bien, la gente del gobierno es seria y trabaja, que sería mucho peor si no hubiera seriedad en el gobierno.
Si es esa su sensación, le pido que deje por un momento de lado sus prejuicios, y que continúe con el ejercicio. Siga unos días más sintonizando el canal. Y, mientras ve en ese canal a Chávez, por favor piense y trate de imaginarse qué es lo que significa para el pueblo venezolano tener a ese presidente, es decir, tener esa impresión de un presidente.
Le pido acá que piense en la gente común, en la gente pobre, de esfuerzo y de escasa educación, o sea en la gran mayoría. Esa gente que tal vez no entiende cuando le hablan de la tasa máxima convencional, de los bonos de carbono, del IPSA o de impuestos específicos. Esa gente probablemente ve mucha tele cuando está en casa. Piense en la “cercanía” de esa gente con su presidente. Y pregúntese ¿Qué impresión se hace esa gente al ver hablar así a su presidente, al verlo todos los día hablar por horas? ¿Qué siente cuando su presidente le comparte todo: los pormenores del gobierno, pero también de su vida privada? ¿Qué impresión le da esta comunicación del presidente acerca de su país, de su proyecto pais? ¿Qué relato-pais se esta construyendo con esa comunicación? Luego, paralelamente, plantéese estas mismas preguntas en el caso de Chile. Y compare: ¿Qué están viendo a la misma hora los chilenos en la tele? ¿Qué siente en comparación la gente de Chile, el pueblo de Chile, al ver en los medios a nuestro presidente Piñera?
No hace falta hacer este ejercicio para ver que el gobierno de Piñera tiene un grave problema comunicacional. Él mismo lo reconoce. ¿Y cúal es la conclusión que sacamos acá? Que el problema de Piñera es que no cumple, ni nadie en su gobierno, con el rol de jefe de estado que le corresponde como presidente. El gobierno parece creer que tiene una función meramente administrativa. Al decir: “¡Que gobiernen los mejores!” parecen estar diciendo “¡Que administren los mejores administradores!”
Profundicemos más en estas dos funciones del presidente: como jefe de estado y como jefe de gobierno.
Quizás tengamos una idea de lo que es un jefe de estado porque sabemos que en Europa los reyes son los jefes de estado, y vemos en la T V a la reina Isabel de Inglaterra en eventos y galas de la mayor elegancia, siendo que nunca la vemos hablando del conflicto con los inmigrantes: eso es pega de los jefes de gobierno: los primeros ministros. A este cargo institucional le corresponde la administración del país. A aquel, le corresponde velar por la unidad del país, por su “espíritu”.
En Latinoamerica, por el contrario, donde la mayoría son regímenes presidencialistas, el jefe de estado y de gobierno están encarnados en la misma persona: el presidente. Un jefe de gobierno de Latinoamerica puede tener los mismos atributos y funcionar de igual manera que un jefe de gobierno en Europa, pues este cargo depende de las instituciones políticas, y las instituciones políticas de ambas zonas son similares. En ambos casos, el cargo de jefe de gobierno es el mismo: un cargo de administrador. No ocurre lo mismo en el caso de los jefes de estado: un jefe de estado latinoamericano, si quiere ser buen jefe de estado, no puede buscar serlo asemejándose a un jefe de estado europeo. ¿Por qué? Porque la calidad de un jefe de estado no depende de una ciencia, ni de ideal abstracto, ni de una institución, sino que depende de su pueblo: y los pueblos de Europa y Latinoamerica son diametralmente distintos uno del otro. Quizás en Europa un buen jefe de estado no se permita contar chistes, ni tampoco deba exponerse tanto a la TV. Quizás. Pero no significa que esto se aplique al caso de un jefe de estado latinoamericano.
Chávez, por muy trotskista que se declare, y por mucho que todas sus ideas políticas provengan originalmente de Europa, no pudo jamás haber aprendido a desenvolverse en su función de jefe de estado mirando a la Unión Soviética o a la China comunistas. Chávez es buen jefe de estado porque conoce a su pueblo cómo sólo un venezolano (y venezolando del pueblo) lo puede conocer. A usted le puede no gustar Chávez. Le puede no gustar su manejo comunicacional. Quizás Chávez sea un verdadero demagógo al comunicarse así. Pero para el punto que queremos hacer acá, eso no importa. No estamos proponiendo a Chávez como un modelo ideal de comunicador. Traemos a colación su caso para hacer un contraste, una comparación. Chávez, comunicacionalmente, es un caso extremo. No es la media. Pero lo bueno de los extremos es que permiten poner mejor de relieve, entender mejor, ciertos aspectos que en la media quedan ocultos. A la luz de su ejemplo, creemos, se puede entender mejor la deficiencia en el manejo comunicacional de Piñera.
Por todo lo anterior, el consejo para Piñera reza: “Mire a Chávez, vea cómo su colega hace las cosas, mídase con él”.
¿Será Piñera capaz de cambiar en tal grado de manera que logre acercarse a la gente? En la columna de El Ciudadano titulada “El tumor semántico”, el columnista dice que la deficiente comunicación del gobierno chileno se debe a que no hay una comunidad semántica entre la clase gobernante y la gran mayoría de Chile, pues la semántica de un grupo se debe en gran medida a sus experiencias de vida. La brecha comunicacional del gobierno hacía la ciudadanía se debe, entonces, a la tremenda segregación social que hay en Chle, segregación de la cual la clase gobernante (especialmente la alianza) forma parte. Compartimos esta idea, y agregamos: La segregación social, y la lucha por superarla, pasan por, y nacen en, el presidente, no en las políticas de su gobierno, sino en su persona, en su rol como jefe de estado.
Por José Miguel Fernández