La detención del Fiscal de Morelos, el fuero y el honor

En un país donde la democracia está consolidada y existe un Estado de derecho, la inmunidad procesal penal no es necesaria

La detención del Fiscal de Morelos, el fuero y el honor

Autor: Onel Ortiz

Estoy convencido de que el fiscal general de Morelos, Uriel Carmona, obstruyó la acción de la justicia en la investigación del asesinato de la joven Ariadna. Estoy convencido, que puede tener responsabilidad en otros delitos y que actúa de manera parcial, guiado por intereses políticos y personales. También pienso que es uno de los principales obstáculos para la procuración de justicia en ese estado y que debe dejar el cargo. Sin embargo, su detención, el pasado viernes, viola la inmunidad procesal penal o el llamado fuero.

No debe haber impunidad. La Fiscalía de la CDMX tendría que haber iniciado el juicio de procedencia para solicitar el desafuero del fiscal de Morelos y entonces proceder. Como ocurrió con Mauricio Toledo, Saúl Huerta, René Bejarano y el propio Andrés Manuel López Obrador. No se puede combatir la impunidad violando la ley.

Los hombres de poder están rodeados de convenencieros y mentirosos. Algunos “quedabien” engañan al Presidente o violan la ley, pensando que con esto ganan puntos ante sus ojos. Esos “quedabien” hacen mucho mal al movimiento del presidente y a su continuidad.

En menos de un mes, claro, si no le giran más órdenes de aprehensión por otros delitos, el fiscal de Morelos será liberado.  En última instancia, la Suprema Corte de Justicia de la Nación, hará valer el fuero constitucional. En este caso, la acción de la justicia quedará contaminada de un hedor político que será muy difícil de quitar.

En un país donde la democracia está consolidada y existe un Estado de derecho, la inmunidad procesal penal no es necesaria. En México, en donde aún existen políticas y políticos que confunden sus intereses personales o de su equipo con las cuestiones del Estado, el fuero sigue siendo necesario.

La existencia del fuero no es una casualidad. Es el producto histórico, jurídico y político del desarrollo de nuestro país y de sus instituciones.

La inmunidad procesal penal es una figura constitucional. Prefiero vincularla al honor y a la siguiente anécdota:

En la verdadera historia de México, la que se cuenta de boca en boca, dice que a la caída de Querétaro, el general Severo Del Castillo, Jefe del Estado Mayor de Maximiliano, fue hecho prisionero. Fue juzgado y condenado a muerte. El coronel, Carlos Fuero, quedó a cargo de su custodia. A la víspera de la ejecución, el General Del Castillo pidió hablar con el coronel Fuero.  El Coronel recordaba que el General Severo fue amigo de su padre.

Carlos, le dijo el General, perdona que te haya hecho venir. Como tú sabes me quedan unas cuantas horas de vida, y necesito que me hagas un favor. Quiero confesarme y hacer mi testamento. Por favor manda llamar al padre Montes y al licenciado José María Vázquez.

General, respondió Carlos Fuero, no creo que sea necesario que vengan esos señores. ¿Cómo? Se irritó el General Del Castillo. Deseo arreglar las cosas de mi alma y de mi familia. ¿Y me dices que no es necesario que vengan el sacerdote y el notario?

En efecto, mi General, repitió el Coronel republicano. No hay necesidad de mandarlos llamar. Usted irá personalmente a arreglar sus asuntos y yo me quedaré en su lugar hasta que usted regrese. El general Severo Del Castillo se quedó estupefacto. La muestra de confianza que le daba el joven Coronel era extraordinaria.

Pero, Carlos, le respondió emocionado. ¿Qué garantía tienes de que regresaré para enfrentarme al pelotón de fusilamiento? Su palabra de honor, mi General, contestó Fuero. Ya la tienes, dijo el General Severo abrazando al joven Coronel Carlos Fuero.

Salieron los dos, Fuero dijo al encargado de la guardia: El señor General Del Castillo va a su casa a arreglar unos asuntos. Yo me quedaré en su lugar como prisionero. Cuando él regrese me manda usted a despertar.

A la mañana siguiente, cuando el superior de Fuero, el General Sóstenes Rocha, llegó al cuartel, el encargado de la guardia le informó lo sucedido. Corriendo Rocha fue a la celda en donde estaba Fuero y lo encontró durmiendo tranquilamente. Lo despertó moviéndolo. ¿Qué hiciste Carlos?, ¿Por qué dejaste ir al General? Ya volverá, le contestó Fuero. Y si no, entonces me fusilas a mí.

En ese preciso momento se escucharon pasos en la acera. ¿Quién vive? Gritó el centinela. ¡México! Respondió la vibrante voz del General Del Castillo y un prisionero de guerra. Cumpliendo su palabra de honor, volvió el general Severo Del Castillo para ser fusilado.

Sóstenes Rocha le contó al general Mariano Escobedo lo sucedido y éste a Benito Juárez, el cual indultó al General Del Castillo y ordenó la suspensión de cualquier procedimiento contra Fuero. Ambos fueron egresados del Colegio Militar. El honor es una palabra que ya no existe, menos entre políticos. Eso pienso yo, ¿usted qué opina? La política es de bronce.

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Por: Onel Ortíz Fragoso

@onelortiz

Foto: Archivo El Ciudadano

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