“En Springfield, se están comiendo a los perros. Las personas que entraron (migrantes haitianos) se están comiendo los gatos. Se están comiendo a las mascotas de las personas que viven ahí” Donald Trump (Debate presidencial, 10 septiembre, 2024)
Cada vez es más frecuente el uso de noticias falsas, de afirmaciones sin sustento, en el universo que representan los medios de comunicación y las redes sociales en la era digital. El fenómeno de las fake news hay que ubicarlo en el contexto de la disputa por la narrativa entre proyectos políticos distintos y contrapuestos.
En nuestro país ha sido hasta ahora un recurso utilizado por la derecha, no se trata de descalificaciones, sino del uso recurrente de datos falsos, de imágenes sacadas de contexto, de “noticias” no verificadas que buscan hacerlas “virales” a través de replicar en cientos o miles de cuentas de usuarios con los que se comparte la visión política y de “granjas de bots” cuyo objetivo es manipular a la opinión pública.
Pero lo mismo, es para los países de nuestro continente, ahí donde la izquierda ha ganado a través de las urnas elecciones presidenciales, la derecha ha puesto en marcha una estrategia de “pinzas” para restar credibilidad, estabilidad y cuestionar la legitimidad de los gobiernos. Por un lado, el uso de los poderes legislativo y/o judicial en acoso permanente al gobierno legalmente constituido y, por otro, el uso del poder mediático, sin escrúpulos ni ética, para difundir una narrativa que busca erosionar la credibilidad y el respaldo social.
En este marco, la respuesta de los gobiernos de la Cuarta Transformación, ha consistido en un primer momento, en contar con espacios de información que han resultado muy exitosos. La mañanera del presidente Andrés Manuel López Obrador constituyó un fenómeno de comunicación política, que lo mismo informaba de las acciones de gobierno, de las políticas públicas, y al mismo tiempo, ser un instrumento de debate ante las posturas de la oposición, así como ser el espacio donde se desmontaban las noticias falsas.
El 30 de junio de 2021 se presentó en “La Mañanera” la sección “Quién es quién en las mentiras”. En ese momento, el mundo atravesaba por la pandemia del COVID, lo que suscitó un amplio debate sobre el origen de la misma, sus alcances y la respuesta de los gobiernos. A partir de ahí, ha sido una práctica permanente esta sección.
La presidenta Claudia Sheinbaum Pardo, como parte de su estrategia de comunicación, decidió mantener el modelo nombrado ahora “La mañanera del pueblo” y desde el 9 de octubre de 2024, la sección para presentar semanalmente “noticias falsas” relacionadas con el funcionamiento del gobierno y el debate público, se llama “El detector de mentiras”.
Y ya encarrerados, el gobernador de Puebla, Alejandro Armenta Mier, también instituyó “La mañanera de Puebla” y desde el 6 de enero de 2025, cuenta con la sección “Detector de mentiras”, que busca construir una cultura de la información mediante la consulta de datos verificables, sin estigmatizar a nadie.
Los gobiernos tienen la responsabilidad de actuar equilibrando la lucha contra la desinformación con el respeto irrestricto al derecho a la libertad de expresión.
El tema sin embargo va mas allá. En esta disputa política por la narrativa, en esta batalla cultural que se desarrolla en el espacio mediático, hace falta una regulación de las plataformas privadas que actúan en el espacio público. No puede ser esta condición de lo privado, un impedimento para legislar el tema, cuando estas prácticas inciden en la gobernabilidad y en las decisiones que tomamos como sociedad.
No pueden ir por ahí, los dueños de X, Facebook, Instagram, Google, TikTok, Amazon y cuanta plataforma existe, sin ninguna obligación y sin ningún control legal y social. Por ello, la Ley de Servicios Digitales de la Unión Europea, aprobada en noviembre de 2022, es una buena herramienta de referencia para hacer lo propio en la legislación mexicana.
La Ley debe obligar a las plataformas eliminar rápidamente los contenidos que sean calificados como falsos, carentes de sustento, Se debe transparentar el uso de “bots” y algoritmos que buscan influir en la conducta personal y en la toma de decisiones sociales.
No se trata de censurar a nadie sino de moderar los contenidos. De establecer las reglas de la disputa política en que se han convertido las redes sociales. Los gobiernos deben abordar las fake news con medidas diversas, preventivas, fortaleciendo la educación digital, mejorando la transparencia y la obligación de informar. Debe ser expreso en la ley, cuales son los temas que el gobierno podrá reservar por considerarlos temas de seguridad nacional, todo lo demás, debe ser público y de fácil acceso.
La sanción, es el último recurso que tiene una sociedad para garantizar un entorno de civilización que salvaguarde la democracia.