En estas dos semanas del mes de septiembre de 2018, hemos presenciado una disputa entre el influyente diario estadounidense The New York Times (NYT) y la administración de Donald Trump sobre el caso venezolano. Un artículo anónimo, publicado por el referido medio, donde se revela las reuniones de funcionarios del Departamento de Estado con algunos militares venezolanos, para “conocer” de los planes para derrocar al Presidente Nicolás Maduro, desató la controversia.
Inmediatamente, voceros de Trump replicaron que era normal y parte de su trabajo estar informados de cualquier situación como ésta en la región y en el mundo, que sería una irresponsabilidad no hacerlo. Claro, digo yo, se han autoproclamados los policías del planeta tierra y más allá.
La contrarréplica a través de un editorial del periódico no se hizo esperar, en éste el consejo editorial reclama que una cosa era enterarse y otra sostener “varios encuentros con los comandantes rebeldes” que eso sonaba a “complicidad”.
Se reclama, en el editorial del diario, que Trump no puede volver a la política del “Gran Garrote” del siglo XX. En este punto es necesario recordarle a los editorialistas del NYT, que los gobiernos de su país nunca han soltado ese garrote, en lo que va del siglo XXI han consumado el derrocamiento de gobiernos democráticos en Honduras, Paraguay y Brasil y los han promovido sin éxito, pero ocasionando graves daños, en Venezuela, Bolivia, Ecuador y más recientemente en Nicaragua.
Ahora la administración Trump, anda tras el “topo” (infiltrado) que suministró la información al diario en cuestión y denunciando la falta de probidad del impreso.
¿Cuál es el fondo de esta polémica? ¿Las próximas elecciones parlamentarias en ese país, la guerra de los medios con Trump, visiones encontradas de las grandes corporaciones petroleras de cómo ponerle las manos a nuestros hidrocarburos?
En cualquier caso todos buscan lo mismo, desconocer nuestra Independencia, violentar nuestro derecho a la autodeterminación nacional, vulnerar nuestra economía y conculcar la soberanía sobre nuestros recursos naturales estratégicos.
Es por eso, que el editorial del NYT aclara con precisión que no hay dudas en que el Presidente Maduro debe salir, pero le recomienda a Trump que no promueva un golpe de estado ni ejecute una intervención armada, pero que si continúe asfixiando económicamente al gobierno de Venezuela hasta que éste se derrumbe, como es la opinión compartida “con sus aliados en la región” (dícese del llamado Grupo de Lima). A confesión de parte, guerra económica comprobada.
Compatriotas, hoy más que nunca debemos enarbolar en alto nuestra bandera tricolor, nuestra bandera histórica de lucha por la soberanía petrolera, soberanía finalmente conquistada y desarrollada bajo el liderazgo de nuestro Comandante Chávez, soberanía plena plasmada y aprobada por el pueblo en nuestra Constitución de la República Bolivariana de Venezuela de 1999.
Compatriotas, la grave amenaza que nos toca confrontar requiere de nosotros fortaleza ideológica y programática en torno al proyecto bolivariano de Independencia, soberanía, igualdad social y de una nueva ética pública.
Solo un pueblo convencido de que tiene cosas sagradas que defender es capaz de cumplir la máxima de nuestro Libertador Simón Bolívar: “Por fortuna se ha visto a un puñado de hombres libres vencer a imperios poderosos”.Máxima expresada por cierto, como parte de la polémica con el agente norteamericano Bautista Irving, en carta fechada en Angostura, 12 de octubre de 1818, hace casi ya 200 años.
Hoy más que nunca hay que informar, explicar, debatir y convencer de cada acción que se tome. Somos un pueblo sabio y libre, cuando estamos convencido del rumbo histórico que debemos seguir, siempre hemos sabido que hacer y sabremos qué hacer. Así será. ¡Viva Venezuela!