La economía y la política según Donald Trump

Todo apuntando a que los países acepten un nuevo orden económico.

La economía y la política según Donald Trump

Autor: El Ciudadano

Por Carlos Gutiérrez P.

El día 2 de abril del año 2025 quedará, sin duda alguna, en los registros de la historia económica y política mundial ante la megalómana puesta en escena del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, de su decisión de aplicación de aranceles al comercio a la totalidad de países de la tierra (183 países más la Unión Europea). Que hayan faltado alrededor de cuatro no invalida el impacto de la medida.

Este acontecimiento brindó todas las premisas de la estrategia de Trump:

  • Una jornada con un nombre apoteósico que insiste para poner en primer lugar en el mundo a Estados Unidos. Lo declaró como el Día de la Liberación.
  • Sus medidas las hizo en base a la declaración de una emergencia nacional, citando la necesidad de mejorar la competitividad de Estados Unidos, proteger la soberanía y fortalecer la seguridad nacional y económica. Y según el comunicado de la Casa Blanca estos gravámenes estarán vigentes hasta que el presidente estipule “que la amenaza planteada por el déficit comercial y el tratamiento no recíproco subyacente se ha satisfecho, resuelto o mitigado”.
  • Una aplicación global, no se salvaron ni los países que han sido aliados históricos y estratégicos de Estados Unidos, así como tampoco los nuevos genuflexos del momento. Una clara señal sobre quién está primero, proyectando que solo tiene socios circunstanciales dependiendo de los intereses propios.
  • Que su modo de operar es a través de una medida violenta, muy publicitada, esperando que genere la conmoción necesaria, para posteriormente empezar las negociaciones bilaterales.

¿Cuál es el argumento de Trump para estas medidas?

El presidente Trump dice que “los amigos y enemigos de Estados Unidos llevan décadas saqueando la economía estadounidense, pero con la introducción de aranceles espejo esto llegó a su fin”. Según su argumento Estados Unidos recibirá billones de dólares en ingresos provenientes de los aranceles para reducir los impuestos y pagar la deuda nacional. Esto conducirá a una “época dorada para la economía estadounidense”, con empleos y fábricas regresando con fuerza al país.

El vicepresidente J. Vance refuerza estas ideas en una entrevista que el día 4 de abril dio a Fox News, afirmando que Trump está reconsiderando las políticas fallidas de los últimos 40 años que recompensaron a las empresas que trasladaron empleos al extranjero, a la vez que aumentaron la carga fiscal sobre los trabajadores. Según él “estamos cambiando ese orden”, ya que el objetivo es reducir los impuestos para los estadunidenses y las empresas que invierten en la producción nacional. Al mismo tiempo crear barreras a la transferencia de empleos al extranjero.

Esto no es solo una compensación por los aranceles, sino un enfoque integral. De esta forma podrán hacer frente a la inflación. Todo esto es parte de una política económica única y es un cambio radical en la estrategia económica de Estados Unidos.

Las primeras reacciones de las bolsas han sido a la baja, siendo las sudamericanas las que registraron mayores pérdidas, sobresaliendo Argentina con un -10,3 % (el riesgo país subió significativamente y los bonos y acciones argentinas cayeron drásticamente), Bogotá -3 % y Sao Paulo con -2,91 %.

En el caso de las bolsas de Wall Street registraron una caída entorno al 6 % en los dos días siguientes al anuncio presidencial. Son las peores caídas de los últimos cinco años.

Algo parecido ha ocurrido con las bolsas europeas, que por segundo día consecutivo seguían reportando pérdidas millonarias. Según expertos, las acciones de las gigantes navieras Maersk y Hapag Lloyd que son vistas como termómetro del comercio global, cayeron en más del 19 %.

Las personas más ricas del planeta perdieron 208.000 millones de dólares en una jornada, debido al desplome de los mercados globales.

El dólar ha caído frente a todas las principales divisas mundiales, como el euro (es la mayor en 10 años), el yen, el franco suizo, la libra esterlina, el rublo. Solo se fortaleció frente al yuan.

Los expertos advierten que estas medidas provocarán un aumento en los precios al consumidor, aumentarán los costos de los bienes de consumo, alterarán las cadenas de suministros globales, afectarán a casi todas las industrias y la economía mundial enfrentará desafíos inéditos.

Para el caso del mercado estadounidense se prevén aumentos en los automóviles importados; mayores costos para productos importados por minoristas; afectación en los precios de los pasajes aéreos; impacto importante en la logística y las cadenas de suministros.

Según Goldman Sachs, pronostica efectos negativos como una inflación de 3,5 %, un aumento del desempleo a 4,5 %, un 1 % de crecimiento y un 35 % de probabilidades de una recesión.

La Reserva Federal advirtió que se podrían avecinar efectos económicos en el país como “una mayor inflación y una desaceleración del crecimiento”. El director Jerome Powell también respondió a unos tuits del presidente sobre la petición de bajar las tasas de interés, diciendo “que es demasiado pronto” para considerar cambios en la política monetaria.

Y hasta ahora, me parece que todos los países han respondido dentro de lo esperado. Por supuesto, criticando las medidas con un tono mesurado. La Unión Europea anunciando una respuesta simétrica de imposición de aranceles, al igual que el gigante China, que además sumó otras medidas no arancelarias.

Para la Unión Europea el daño podría rondar en los 750.000 millones de euros. Para Alemania es una catástrofe económica, que le podría costar 200.000 millones de euros en cuatro años y provocar fuerte caída del PIB. Gran Bretaña anuncia que habrá que volver a subir los impuestos para evitar una recesión.

La derecha europea, en forma utilitarista demanda acelerar acuerdos con Mercosur y lograr acuerdos comerciales con India, pero no con China. Estos “nuevos acuerdos comerciales serían anti Trump”.

La respuesta más hilarante vino del ministro de Relaciones Exteriores de Noruega, Espen Barth Eide, quien dijo que estos aranceles violan el artículo 2 de la Carta de la OTAN, que dice que los países del bloque deben abstenerse de utilizar la fuerza económica unos contra otros.

Otros países importantes, como Brasil, siguen estudiando medidas, pero prefieren privilegiar las conversaciones y negociaciones. Aunque el presidente Lula declaró que el proteccionismo no se justifica, reafirmando su compromiso con el multilateralismo y la reciprocidad en el comercio.

Es rescatable la posición del presidente colombiano Gustavo Petro. Comentó que “el socialismo chino ganaba en la libre competencia, mientras que el capitalismo estadounidense busca monopolizar el comercio”. Anunció la posibilidad de una fuerte recesión y llamó a los países latinoamericanos a “una mayor integración regional”, para enfrentar esta situación y buscar nuevas oportunidades de acceso a mercados.

Quizás la posición más interesante ha sido la de México, que ya lleva tiempo de amenazas al respecto y que tiene una realidad más compleja, tanto por ser vecino fronterizo como excesivamente dependiente del comercio con Estados Unidos.

La presidente Claudia Sheinbaum ha empezado a desplegar una estrategia centrada en aumentar la inversión interna y la productividad del país, con fuerte énfasis en políticas sociales. Como lo dijo en su discurso “El Plan México es el camino que nos llevará a un México con más empleo, bien remunerado, con menor pobreza y desigualdad, con mayor inversión y producción, con más innovación, menor contenido de carbono, que respete el medio ambiente y aumente nuestra autosuficiencia y soberanía”.

Este ambicioso plan contempla:

  • Aumentar la soberanía alimentaria y energética.
  • Incrementar la producción nacional y disminuir importaciones de países con los cuales no tiene tratados.
  • Construir un millón de viviendas al 2030.
  • Aumentar los presupuestos de ciencia y tecnología.
  • Mantener el aumento del sueldo mínimo hasta llegar a 2,5 canasta al 2030.
  • Rehabilitar 11 puertos y renovar los aeropuertos más importantes del país.
  • Que los autos más vendidos sean producidos localmente.
  • Establecimiento de reglas para que al menos el 10 % del valor de los productos sean hechos en México.
  • Ampliar la infraestructura para la digitalización de pagos.
  • Que el 30 % de las pequeñas y medianas empresas tengan acceso a crédito.
  • Fortalecer los programas sociales.

El plan mexicano aborda una orientación que efectivamente apunta a superar el histrionismo de las primeras horas y efectivamente concentrarse en el problema de fondo, que es la nueva orientación de la economía.

¿Es esta “guerra comercial por aranceles” el fondo de la estrategia?

Ya lo dijimos en la Carta Geopolítica 35. Recordemos los puntos centrales:

  • Un elemento central de este nuevo orden mundial sería un dólar más barato que siguiera siendo moneda de reserva mundial, lo cual reduciría aún más los tipos de interés de los préstamos a largo plazo de los Estados Unidos. ¿Puede Trump nadar (con un dólar hegemónico y unos bonos del Tesoro norteamericano de bajo rendimiento) y guardar la ropa (con un dólar depreciado)? Sabe que los mercados nunca lo conseguirán por sí solos. Sólo los bancos centrales extranjeros pueden hacerlo por él. Pero para que acepten hacerlo, primero hay que provocarles una sacudida. Y ahí es donde entran en juego sus aranceles.
  • Y esto es lo que sus críticos no entienden. Creen erróneamente que él piensa que sus aranceles reducirán por sí solos el déficit comercial de Estados Unidos. Él sabe que no lo reducirán. Su utilidad estriba en su capacidad para conmocionar a los bancos centrales extranjeros y hacer que reduzcan los tipos de interés nacionales. En consecuencia, el euro, y el yen se debilitarán frente al dólar. Esto anulará las subidas de precios de los bienes importados a Estados Unidos y no afectará a los precios que pagan los consumidores norteamericanos. Los países con aranceles pagarán de hecho los aranceles de Trump.
  • Pero, los aranceles son únicamente la primera fase de su plan maestro. Con unos aranceles elevados como nuevo valor por defecto, y con el dinero extranjero que se acumula en el Tesoro, Trump puede esperar su momento cuando entra en acción la segunda fase del plan: la gran negociación.

Pasados los primeros días del shock, empiezan a avizorarse los efectos buscados, sobre la base de lo que el propio Trump tiene en su cabeza. La gran negociación está por comenzar, como lo anunció el director del Consejo Económico Nacional de la Casa Blanca, que el 6 de abril afirmó que ya han recibido más de 50 solicitudes de países que quieren iniciar negociaciones.

Frente a los primeros impactos negativos en su país y el inicio de movilizaciones en su contra, Trump advirtió a los estadounidenses de la llegada de tiempos difíciles, diciendo que desarrolla “una revolución económica que no será fácil, pero al final Estados Unidos conseguirá un resultado histórico”.

El fondo de la estrategia de Trump es encontrar el equilibrio entre su balanza comercial y la mantención del dólar como divisa universal, para mantener su posición geopolítica de privilegio. En el primer caso, ya está logrando que grandes multinacionales trasladen su producción a Estados Unidos (las automovilísticas Mercedes y Volvo), así como la presión para que Europa aumente su gasto en defensa y tenga como resultado una mayor demanda para el complejo militar yanqui.

La gran batalla es una monetaria, y desde esa perspectiva se realizarán las negociaciones, como, por ejemplo: compra de la deuda estadounidense por algunos; que dejen de venderla en el caso de los chinos; la devaluación del dólar; que se reduzcan los costos de financiación de la deuda estadounidense (la lista de vencimientos de pago para este año de la deuda es realmente una bomba de tiempo para la economía yanqui; sería de alrededor de nueve billones de dólares).

Para esto necesita el fantasma de una recesión, que apunte a que los bancos centrales bajen las tasas de interés, eso sí con el riesgo de la inflación (aunque esto también puede ser un resultado esperado, porque con alta inflación disminuye el costo de la deuda). 

Todo apuntando a que los países acepten un nuevo orden económico.

Como ya lo dijimos, es la apuesta más peligrosa en el marco del gran juego del momento, pero con alcances estratégicos para mantener su hegemonía.

Por Carlos Gutiérrez P.

Carta Geopolítica 39, 08/04/2025

El Centro de Estudios Estratégicos de Chile -CEECH- espera sus opiniones y sugerencias en
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