La gata del cascabel

Sabemos que las nuevas tecnologías -que paulatinamente son cada día menos nuevas y más comunes- han otorgado herramientas para lo que se ha querido llamar «la democratización de la información»


Autor: Director

Sabemos que las nuevas tecnologías -que paulatinamente son cada día menos nuevas y más comunes- han otorgado herramientas para lo que se ha querido llamar «la democratización de la información». Lo que antes estaba estrictamente controlado y editado, ahora, con la memoria de Google, queda ubicado a la par de los grandes de los medios de comunicación. En la búsqueda de un concepto o palabra, el rankeo (ranking) emergen sugerencias que entregan diferentes opciones de fuentes de información, ante las cuales, la persona puede elegir.

Sin embargo, y aún con todas las herramientas disponibles -mayoritariamente gratuitas- en el caso de la política y particularmente el análisis político, las mujeres seguimos reproduciendo la misma desventaja que existe en los medios tradicionales latinoamericanos. Simplemente, no existimos.

Tomemos el caso de Chile. Al mantener una sociedad que no es democrática ni tampoco pluralista, se ha procurado que el flujo creativo no avance hacia una verdadera sociedad del conocimiento lo cual también impide que gran parte de la población sea parte del poder político y económico del país. Desde luego, es una situación que repercute en la penetración de la información misma en diferentes niveles de la sociedad.

La ciberesfera tiene la particularidad de enfatizar un modelo que se basa en la comunidad. Junto con diseminar información también se comunica y se ejerce en una suerte de retroalimentación. Un modelo que, una vez consolidado, bien le puede hacer contrapeso a la propaganda o desinformación que emana de los conglomerados mediáticos.

No obstante ,tal peso o contenido solo puede hacerse realidad si neutraliza la idea de que cada ciudadano/a es un consumidor/a (cuando no cliente/a) de la actividad política.

El «mercado» de los medios en Chile sigue siendo controlado por dos duopolios que instalan temas y personajes. Junto con la televisión local, se refuerzan las visiones y valores socioculturales.

Aquí es importante recordar que son pocos los proyectos mediáticos en la historia que se han fundado por razones netamente comerciales. Más bien, los medios apuntan ha lograr incidencia y poder de presión. En otras palabras, la prensa escrita no se basa en el simple lucro, sino en encajar ideologías políticas de sus dueños.

Tal como ocurrió hace 100 años, la distribución de la información misma (la cobertura) es uno de los grandes obstáculos y gastos para la prensa escrita tradicional lo cual ciertamente ha dificultado la competencia y ha mantenido el poder de las grandes empresas. Con la publicación inmediata de un texto o información en la ciberesfera quedaría posiblemente revolcada (pero no solucionada) la distribución.

Además, y gracias a la independencia de quién publica los textos, se supone que quedaría obsoleta la ya clásica actividad de presionar a los jefes de redacción o dueños de los medios por un artículo o investigación que no agrada.

De esta manera, y con el avance de nuevos contenidos en la ciberesfera, lo que antes era una tarea fácil (mentir) se ha convertido en datos duros que circulan a plena disposición para quien pueda acceder a un computador.

Un tema que nos lleva a la producción misma de los textos.

Por muy publicado que sea un texto, no existe si no es leído y difundido. La comunicación exige una retroalimentación para que sea validada en la ciberesfera.

Al crear en 2005 un blog que exclusivamente trata temas políticos (sean económicos o sociales) en el hemisferio, me di cuenta de que la lectora o lector no sólo quería acceder a lo escrito sino también, interactuar. Se trata de una interacción real de contacto directo que ocurre sin máscaras, prohibiendo el anonimato de quién escribe.

No hay duda que una actividad de esta naturaleza exige una dedicación tremenda y tiene sus costos colaterales.

Muchas veces he preguntado por qué son pocas las mujeres que escriben sobre política en Internet. Las respuestas han oscilado entre que no es un tema que les interesa hasta que no se atreven (porque no son «expertas») o les falta tiempo (porque crían hijos/as y mantienen el hogar). Ninguna explicación da cuenta de ser una consecuencia de la crianza social y la falta de ejemplos de seguir.

Dentro de la misma familia y la sociedad reproducimos lo que esperamos sea un tipo de mujer y reforzamos la idea de que la política es un dominio del hombre y su propia arma de poder. Lamentablemente, ni una mujer presidenta puede cambiar eso. Sin embargo, generando ejemplos y alentando a las personas de meterse de cabeza en temas que se suponen son «difíciles» (cuestión que no se visualiza cuando se nos pide el voto) existe la posibilidad que más se atrevan. Apuntar a que si otros  y otras pueden, yo también. Y entender que en ese enorme mar de la ciberesfera, hay una sed por ideas y pensamientos diferentes que deben circular.

Eso si, hay que evitar caer en la trampa de pensar que porque existe la «elección diaria» (el surfeo propiamente tal) estaríamos ante una apertura de una sociedad más democrática, y creer que las presiones que surgen en internet -por muy efectivas que sean en frenar ciertas medidas- sean más que meras válvulas de escape.

Con todo, hay que estar dispuesta a forjar nuevos caminos y abrigarse de una piel dura que resista los ataques porque evaluando el costo de oportunidad, el status quo es lo menos deseable. Tomemos en cuenta de que todo lo relacionado con internet no sólo empodera al usuario independiente sino también, a las antiguas clases políticas. Es decir, la masa de la crítica aumenta simultáneamente que ocurre lo mismo por el otro lado.

El peligro está en que seamos pocas las que nos subamos al tren y se desperdicie el germen de una sociedad civil activista pluralista.


Por Montserrat Nicolás, Analista Política

Observatorio de Género y Equidad


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