La industria de la mala educación

Cristián Bofill, nuevo panelista de «Tolerancia Cero» es, entre otras cosas, director del periódico La Tercera y la revista Qué Pasa, por ende jefe de Fernando Villegas (y de casi la mitad de los periodistas de Chile), y hermano del socio de Rodrigo Hinzpeter

La industria de la mala educación

Autor: Cristobal Cornejo

Cristián Bofill, nuevo panelista de «Tolerancia Cero» es, entre otras cosas, director del periódico La Tercera y la revista Qué Pasa, por ende jefe de Fernando Villegas (y de casi la mitad de los periodistas de Chile), y hermano del socio de Rodrigo Hinzpeter. Con tales referencias quizá usted considerará una pérdida de tiempo comentar lo que dice. Sin embargo, me parece lo mejor que se ha sentado en ese panel desde el brujo Melnick y me voy a permitir un somero análisis de su aporte antes de ir de lleno a este artículo.

Si la izquierda se queda sin argumentos siempre habrá un mayoneso Larraín para insuflarle el élam vital o, un Cristián Bofill: Caricatura del facho-paranoico-tirano-capataz de los medios en nuestra industria de las relaciones públicas empresariales, Bofill es el culpable del montaje “caso bromas” o “caso bombas de ruido”. Es La Tercera quien comenzó con este embuste hace años; es Bofill el mejor, sino el único, promotor de la “ultraizquierda”.

Eichholz no era, ni es, algo más que el niño de los mandados de la lumpen burguesía. Bofill es de verdad. Ante todo prefiero al original que a la copia.

Su aporte en las últimas dos semanas ha sido sentar una doctrina, que Villegas, su sirviente, explicó pausadamente con sus ademanes pseudointelectuales: El movimiento estudiantil se ha radicalizado; los sectores “ultras” se han tomado el movimiento, el PC está acorralado y “hasta le ha pedido ayuda a nuestra gente” (Mayoneso Larraín dixit), “los movimientos siempre se radicalizan al punto que sucumben ante sí mismo” remató Villegas, tratando de aplicar una posmoderna y fraudulenta ley de entropía.

Paulsen estaba en su salsa. Un festín para este ex miracho pero decé hasta la médula es juntarse con estos fachos de postal y hacerle ver alguna de sus más obvias contradicciones: “Si todo está tan bien entonces descorchemos champaña,” citó a Mathey.

Tal frase insidiosa resultó ser una confesión a estas alturas, el panel de Tolerancia Cero en vez que tratar de “analizar la política nacional” se ha transformado en un comité de riesgo que intenta a toda costa salvar el imperio del acoso de los bárbaros. Sólo desde esa óptica es posible comprender las palabras de Villegas, Larraín y Bofill (aceptadas en lo medular por Del Río y Paulsen), recién se han enterado que su adversario no es el Partido Comunista de Chile, es más, el PC era su mejor socio y lo liquidaron de puro fachos que son.

Cada vez que hablan de “ultras” (palabra cargada de sentido y no pronunciada en TV por años) se refieren a la izquierda. Cuestión obvia hasta para el estudiante más atolondrado es que la Concertación no es de izquierda y que el PC es de la Concertación, ergo, la izquierda se forma recién a la izquierda del PC.

Y claro, la izquierda por años ha sido minoría, cada vez más consecuente y coherente pero poco numerosa. Sin embargo, si la medimos con las otras fuerzas políticas es superior en fuerza y número a todas las demás, lo que sucede es que dentro de ella se considera una fachada (en el doble sentido de facho y de argucia) participar electoralmente. La izquierda debe tener casi un millón de adherentes y entre ellos se podría calificar a algunos de ultras, de izquierdista bombero loco, de cabeza de pistola, pero son la minoría entre la minoría.

Los fachos están pagando la cuenta de revolcarse entre los mismos en la misma cama con sus fluidos y fecas y recién se dan cuenta que aquellos que trataron de aniquilar el 2001, 2006 y en la operación Jalamandra son el grupo político más numeroso y coherente del país. Y son ellos, o más bien, somos nosotros, los actores del movimiento político y social de 2011. Y claro, nosotros hemos dejado ahí a Camila Vallejo en su sitio de mascarón de proa, y ella sabe que no manda pero en tal sitio puede cobrar su sueldo de revolucionaria profesional del partido geriátrico.

El movimiento es horizontal, al decir nosotros digo todos, y nuestra educación política es sólida, lo hemos demostrado porque no hemos perseguido ningún hueso arrojado por la patronal.

Los pesimistas hablan de que faltan resultados tangibles, sin embargo en una sola semana nos hemos emancipado del gobierno de los fantasmas que socavaron a la izquierda durante décadas: ¿Mediación de los pederastas? Que se vayan al carajo; que nos enfrentamos a un golpe de estado, aquí los esperamos; que perderán el año, no gracias, de lo contrario perderemos la vida; ¿Mediación del UDI Girardi? No gracias, usted también es el enemigo; ¿Desalojo? Nos retomamos el liceo mierda!

El enemigo, lo que se viene.

Pero ningún partido se gana, solamente, por errores o desidia del adversario. Es preciso anotar goles y, es cierto, aún no anotamos ninguno. Que estamos jugando bonito, cierto, pero de nada servirá decir que jugamos como nunca y perdimos como siempre.

La tarea que debemos acometer no es pretender “estatizar” la educación o cierta parte de la educación sino el destruir a la industria, es decir, al sistema económico, jurídico, financiero y comunicacional que posibilita que los requisitos para instalar un carrito de completos sea mayor al de colocar una universidad. Lavín lucra con la UDIversidad del Desarrollo no sólo porque Prieto, el ministro de educación del 81′, cambió la ley sino porque desde entonces cada uno en su puesto, incluyendo a Lagos, Arrate y Mariana Aylwin, se esmeraron en engrasar esta máquina.

La industria de la mala educación está compuesta, en primer lugar, por el capital a bajo costo que proviene de las AFP que es robado a los trabajadores por una clausula en la Constitución del 80′, aquella que canoniza el derecho de propiedad … salvo para los trabajadores. En rigor el dueño de esos fondos son las AFP, las que nominalmente están obligadas a pagarles una indemnización a los trabajadores por ese robo 43 años después de perpetrado. Con ese dinero barato, el que jamás llega al vecino que pide un préstamo para un carrito de completos, los udientos construyen la UDIversidad de San Sebastián o las nuevas instalaciones de la UDIversidad del Desarrollo.

En segundo lugar, miembros integrantes de la industria de la mala educación, son los bancos quienes prestan, como Rothschild, a rusos y alemanes para que se aniquilen entre sí. Los bancos intermedian el dinero de las AFP, lo distribuyen entre el macroempresariado para que “hagan negocios”. Recordemos que éste es dinero de los trabajadores que ha sido robado por las AFP y receptado por los bancos. Éstos le prestan a las UDIversidades para que compren pizarrones y tiza y horas de avisos televisivos para ofrecer una carrera como si se tratara de una nueva zapatilla; luego “prestan”, esta vez con créditos usureros y contratos leoninos, a los estudiantes para que estudien. Pero ese dinero no llega a los estudiantes, a ellos sólo llega la factura. El dinero llega a los bolsillos de los dueños de las universidades, las que por ley no pueden tener dueños. Como la deserción oscila entre un 80% y 60% la industria de la mala educación no lucra educando sino que prestando dinero para fracasar académicamente.

Si esto fuera poco la mala educación se cultiva. A los niños se los maleduca desde la más tierna infancia por micreros devenidos en sostenedores educacionales. Y si no es un ex paco, torturador o micrero, el sostenedor es el alcalde que en muchos casos es un paco, torturador y micrero como Labbé, Sabat, Zallaquett y, en sus tiempos, Van Riselbhergue.

Los sostenedores recibieron millones de dólares fiscales para que construyeran infraestructura para cumplir con la jornada escolar completa (Programa JEC), ese dinero salió de nuestros bolsillos, así como la subvención con la que lucran. Los bancos se prestaron generosamente para financiar muchos de estos emprendimientos así que en nuestro país los dueños principales de la educación no son ni los sostenedores ni los “dueños” de las UDIversidades sino que el sistema financiero.

Y qué decir de los preUDIversitarios, instituciones parasitarias de la mala educación cultivada.

Es por esto que la movilización no es un mero dolor de cabeza para la clase dominante chilena, sino que un torpedo a punto de impactar debajo de la linea de flotación del chilean way.

La puerta que debe cerrarse desde ya es una, que usó Pinochet para transformar en letra muerta la nacionalización del cobre, es la de indemnizar a los “dueños” de los establecimientos educacionales en caso de estatización. Usted dirá que me estoy adelantando demasiado pero no es así, la propuesta Gane y Gane 2.0 consideraba bajar los intereses de los deudores universitarios, es decir, como el Estado celebró un contrato con los bancos esto significaba en rigor que el fisco asumiera parte de esos intereses. Es decir, si se llegara a un perdonazo de las deudas de crédito universitario, por ejemplo, se haría carne lo ya dicho por Piñera (“nada es gratis”) , y seríamos nosotros mediante nuestros impuestos quienes pagáramos la factura.

Así mismo con los sostenedores y con los “dueños” y hasta con los municipios, cada estatización será entendida como una compra del fisco, es decir como una expropiación.

Lo que ocurre en este caso, al igual que con el Cobre, es que durante muchos años muchos han lucrado infringiendo la ley, el Estado no puede indemnizar al propietario delincuente, menos hacerlo sin antes calcular los costos que le han generado a la sociedad y a cada uno de los individuos afectados.

Por lo tanto, hasta el momento hemos hecho todo bien, pero se debe saber que en último caso la clase dirigente es capaz de cambiarlo todo para que no cambie nada. Uno de los caminos que puede usar es estatizar la educación pagando a nuestra costa un paracaídas de oro a los culpables de la situación actual. Esos tipos deberían ser llevados a un tribunal a lo Nüremberg y ser ahorcados, pero es tal la impudicia de nuestra clase dirigente que hará todo lo posible por evitarles cualquier dolor de cabeza, de cuello, y cualquier merma en sus bolsillos.

Por Ariel Zuñiga


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