La masacre de los alauitas

Por lo que se aprecia, existe un evidente enlace entre Israel, Estados Unidos y Turquía, con cierta participación, en rol pasivo, de Rusia, para llevar “estabilidad” a la población… pero a costa de la exterminación de las minorías incómodas (cristianos y alauitas) que no se “adaptan” al nuevo “sistema” sionista-islamista.

La masacre de los alauitas

Autor: El Ciudadano

Por Christian Cirilli

La situación de Siria, a lo largo de su joven historia como república, nunca ha sido fácil de comprender, pues el país fue erigido bajo fuertes tensiones internas que, durante algunos periodos, han llegado a puntos extremos.

Durante los últimos 50 años, la casta alauita —una minoría de extracción chiíta que representa no más del 15% de la población— se consolidó en el poder gracias al manejo del aparato brindado por el Partido Baaz Árabe Socialista, pudiendo sobrellevar con bastante éxito el asunto de la gobernabilidad.

Desde un punto de vista étnico, Siria no tiene demasiadas complicaciones: el 90% son árabes, un 9% son kurdos y el resto son armenios, asirios, turcos y palestinos. Pero la cosa cambia cuando lo analizamos desde la perspectiva religiosa: aproximadamente el 74% de la población es musulmana sunnita, un 14% son drusos y alauitas, y el 10% restante es cristiano.

Este excelente mapa de EOM muestra el carácter localizado de los alauitas sirios sobre la zona costera, fundamentalmente Latakia y Tartús, lugares donde también están las bases militares rusas.

Es por esa razón que los alauitas, una vez llegados al poder, fueron muy respetuosos del multiconfesionismo y la diversidad religiosa, y propusieron como amalgama nacional un esquema panárabe de unificación.

Empero, desde la hora temprana de la modernidad, la cofradía de la Hermandad Musulmana ha estado presente en Siria aprovechándose del componente mayoritario sunnita, con el propósito de cooptarlos y empujarlos contra el Partido Baaz gobernante. Su objetivo: derribar la república y fundar un califato islámico expansionista.

Cuando tomó el poder Hafez al-Assad en 1970 mediante un golpe de Estado conocido como “Revolución Correctiva” la situación se puso incluso más letalmente dicotómica. Obligado a fortalecer su posición, Hafez organizó el gobierno bajo líneas sectarias, siendo los sunitas, y los no-alauitas, partícipes en puestos menores, mientras que los alauitas se reservaron el control del aparato militar y de seguridad, el de inteligencia, y la burocracia administrativa.

Estos hechos quebraron la noción de “democracia de partido único” para convertirse en una dictadura presidencial, donde se instauró un verdadero culto a la personalidad y gran cantidad de decisiones se reducían a los mandatos del Ejecutivo.

Un bello mural de realismo socialista consagrando a Hafez al-Assad.

Así las cosas, durante mucho tiempo Siria fue considerada un reducto de la familia Assad, y todos aquéllos que quisieran prosperar o desarrollarse pacíficamente en el país, debían rendir tributo y pleitesía.

Desde el punto de vista del alineamiento internacional, en el marco de la Guerra Fría, Hafez no dudó en posicionarse a favor de la Unión Soviética, no tanto por sintonía ideológica, sino porque sus enemigos (Israel, que ocupó los Altos del Golán tras la guerra de 1967, y la Hermandad Musulmana, un caldo de cultivo constante e interno) eran considerados gendarmes estadounidenses y británicos.

Hafez asumió la presidencia de Siria el 13 de marzo de 1971 y gobernó hasta su muerte por cáncer el 10 de junio de 2000… dejando el legado a su hijo, Bashar al-Assad, quien al principio intentó democratizar Siria al estilo occidental —él mismo era un oftalmólogo reconocido en Inglaterra—, pero terminó sucumbiendo a los caprichos del sistema Baaz, característica que se repotenció al desatarse la mal llamada «Guerra Civil Siria» contra el yihadismo takfiri organizado.

Bashar al Assad subsistió exitosamente 24 años en el poder; especialmente, durante los horribles años de plomo del periodo 2011-2022, gracias a sus alianzas con iraníes, rusos y Hezbolá libanés. Pero cayó en desgracia este 8 de diciembre de 2024, justamente, ante la sociedad silenciosa conformada por Estados Unidos, la Hermandad Musulmana (con Turquía y Qatar como exponentes nacionales) e Israel.

No era la primera vez que la Hermandad Musulmana y facciones cercanas se levantaban contra la familia Assad. Ya para principios de los ’80, la cofradía se había consolidado en los bastiones de Hama y Alepo, ciudades que controlaban prácticamente de manera absoluta, además de tener grupos activos en la mismísima Damasco. Específicamente un grupo, denominado Vanguardia Combativa [Al-Tali’a al-Muqatila], fundado y liderado por Marwan Hadid, estaba a las riendas de la revuelta.

Este líder islamista, mano derecha de Sayyid Qutb, ya había dirigido personalmente un levantamiento armado en Hama, en 1964, contra el régimen baazista sirio presidido entonces por Amin al-Hafiz, pero fue capturado y encarcelado, muriendo en 1976 en la presión de Mezzeh.

El presidente antecesor a Hafez al-Assad, Amin al-Hafiz, haciendo la venia en un desfile militar, a principios de los años ’60. Hafiz llevó a cabo un golpe contra el gobierno sirio en 1963, poco después de la disolución de la República Árabe Unida, y se convirtió en el jefe del Comando Nacional Revolucionario. Él tuvo que combatir la primera gran insurrección de la Hermandad Musulmana en Siria, en 1964.

Pero al tomar el poder Hafez al Assad y tras varios intentos infructuosos de asimilación, se llegó a la conclusión de que las huestes de la Hermandad Musulmana debían ser exterminadas sin piedad. Los antecedentes de la revuelta de 1964 y las nuevas amenazas hicieron que la dirigencia alauita resolviera de una vez para todas evitar el «efecto dominó»: entre el 2 de febrero y el 5 de marzo de 1982, el presidente Hafez al-Assad y su hermano, el vicepresidente Rifaat al-Assad, con el que luego tendría serias desavenencias por la sucesión, reprimieron violentamente a la Cofradía utilizando toda la fuerza del ejército y la fuerza aérea, ocasionando no menos de 10.000 víctimas fatales, en ejemplificadora reprimenda.

Rifaat al-Assad (de boina) y su hermano presidente Hafez al-Assad, fotografiados en un desfile militar, en enero de 1984. El régimen enfrentó los levantamientos sunnitas islámicos liderados por la Hermandad Musulmana desde 1979 hasta 1982. Rifaat fue el encargado de la operación militar contra Hama, con un saldo espeluznante de muertos.

Si bien aquella represión fue desmedida y cruel, también es cierto que el presidente, cuadros políticos de baazismo y altos mandos del Ejército Árabe Sirio [1] habían sufrido atentados de todo tipo, algunos fallidos, otros exitosos, y múltiples sabotajes contra la infraestructura.

Muy casualmente, cada yihad (guerra santa) emprendida en Siria por la Hermandad Musulmana fue coincidente con las avanzadillas israelíes. ¿Coordinación? ¿Simple aprovechamiento de la debilidad ajena? Imposible saberlo. Pero tanto en los años ’80 como en los 2020, las rebeliones sunnitas en Siria coincidieron con la invasión israelí del Líbano (Operación Paz para Galilea), y ahora, en 2024, la asolada del Hayat Tahrir al-Sham coincidió con las campañas de exterminio hebreas contra Hamás y Hezbolá (y los civiles que se les interponían).

Apenas derrocado Bashar al-Assad, con la inacción y permisividad sospechosa de Rusia e Irán, hasta entonces fervientes defensores del gobierno, aquellos yihadistas que eran señalados como abyectos terroristas pasaron a ser deconstruidos funcionarios de traje y corbata, a los que ya no les pesaban recompensas internacionales y que habían abandonado, súbitamente, sus costumbres asesinas por modos afables y anhelos de amnistía.

Bashar al-Assad con la plana mayor del Ejército Árabe Sirio durante una ceremonia en Damasco, el 7 de octubre de 2011, para conmemorar el 38° Aniversario de la guerra del Yom Kippur.

Pero la realidad siempre fue otra: una vez sentado en su trono de Damasco, mientras se cansaba de recibir funcionarios de Estado tanto desde Occidente como desde RusiaBielorrusia y China, ¡y hasta al máximo representante de la ONU! asegurándoles que una nueva era de concordia y reconciliación estaba naciendo, Abu Mohamed al-Golani y las fuerzas de la Hermandad Musulmana se dedicaron a realizar una impune masacre étnico-religiosa por todo el territorio sirio, con la conocida cobertura mediática internacional (otro tipo de terroristas… al micrófono),

El saudita Ahmed Husein al-Charaa,​ también conocido por su nombre de guerra Abu Mohamed al-Golani, en la Gran Mezquita de los Omeyas, junto con sus fanáticos asesinos, apenas luego de derrocar a Bashar al-Assad.

En estos tres meses, las hordas yihadistas se han ido desparramando por el territorio haciendo tan bárbaros saqueos y matanzas que sonrojarían a los hunos o a los vikingos de la Antigüedad, todo ello, matizado por humillaciones, torturas, profanaciones de tumbas y lugares santos, secuestros de mujeres y linchamientos públicos.

Es sorprendente que ninguna de las asociaciones feministas de Occidente, y todo su hipócrita show farandúlico, saliera a denunciar la significativa cantidad de mujeres secuestradas y esclavizadas, golpeadas hasta la desfiguración o directamente asesinadas, por los desaforados de Al-Qaedistán. ¿Las recuerdan cortándose un mechón de pelo ante las cámaras en memoria de Mahsa Amini, supuestamente asesinada por el régimen de los ayatolás por no usar hiyab? Bueno, como no se trata de Irán, sino de “nuestros hijos de perra”, ahora solo aparece el silencio y la indiferencia de parte del movimiento “espontáneo, jamás dirigido ni manipulado”.

¡Ahora son obligadas a usar niqabs so pena de muerte!

Las “empoderadas” mujeres occidentales se cortan el cabello en protesta contra “el régimen patriarcal iraní” pero no hay ninguna manifestación pública, aunque sea simbólica, contra el régimen terrorista de Ahmed Husein al-Charaa y nadie pidió por la aparición con vida de Rawan Shaaban Rasoud, Shadiya Kamel Adal, Hayat Ali Al-Najjar, Caroline Nahli, Fatima Issa Mashaal, Sima Faras Saad, Ghalib, Zeinab Nasr Diab y la profesora Rasha Al-Ali, por poner escasos ejemplos.

Claramente, ningún derecho humano, ningún atropello contra las minorías, ninguna preservación del honor y el buen nombre de las mujeres se interpone ante este ejército de bestias que lo arrasan todo, excepto los intereses de Estados Unidos e Israel, quienes no solamente aparecen prestos para hacer negocios, sino que se afanan por eliminar todo rastro de Arco Chiíta diseñado por Irán o de la retaguardia estratégica de Rusia.

De hecho, la nueva administración a la que le dan la mano y describen como “dialoguista” no tuvo ningún prurito en aniquilar, con picos de extrema maldad, a sirios de extracción chiíta (alauitas) o cristianos, pero sí han manifestado imposibilidades cuando se trata de defender la soberanía ante el invasor israelí, que prontamente ha conquistado tierras en el sur de Damasco —bajo la farsa de la seguridad nacional—, o contra las más de 20 bases estadounidenses desplegadas ilegalmente en la zona noreste y sureste.

Pero esto no debería sorprender…. Basta escuchar las palabras del ex consejero del FBI, Paul L. Williams, y hacer una leve conexión de dendritas: “Nosotros creamos a ISIS, es una creación de la CIA y aún los dirigimos, no es más que la combinación del grupo Al-Nusra y del Frente de Liberación Sirio. Cuando soldados de ISIS caían heridos en Siria, eran tratados en hospitales de Israel”.

O del actual presidente estadounidense Donald Trump:

Donald Trump tiene lapsus linguae en donde le fluye la sinceridad.

No resulta en absoluto raro que los pitecántropos que tomaron el poder en Damasco se hayan consagrado rápidamente al capital financiero internacional para “hacer negocios”. Mientras los amantes de las Kalashnikov gritan Alá Akbar, y creen inocentemente estar luchando por la grandeza de Dios desperdigando actos viles e inhumanos, la Intelligentsia —personificada en el “presidente para la fase de transición” Ahmed Husein al-Charaa—, piensa en gasoductos y la reconstrucción.

Para ello, toda la “resaca” que teóricamente podría interferir en la pax islámica debe ser eliminada impiadosamente.

Ya durante el primer mes de gobierno del HTS, fueron muy comunes los arrestos, las torturas y las destrucciones contra los alauitas y cristianos, víctimas propiciatorias y blancos fáciles de exterminio. Basta ingresar en X o Telegram para ver con amargura las terribles imágenes de pobres víctimas siendo humillados, golpeados salvajemente y obligados a arrastrarse y ladrar como perros, mientras son montados por la espalda.

Espantosa imagen, pero de las más leves aunque parezca mentira, sobre el régimen de terror instaurado en Siria gracias a la voluntad occidental, israelí, turca y de las monarquías del Golfo, especialmente, Qatar. La perversidad llega a tal punto que mientras un salvaje golpea, otro filma para mostrar su trofeo.
Murhaf Abu Qasra, es el nuevo ministro de Defensa tras la caída del gobierno de Assad. Ha sido uno de los principales líderes del ala militar de HTS durante varios años y fue responsable de la unidad de drones del grupo, conocida como las Brigadas Shaheen. Sin embargo, es más conocido por participar en matanzas masivas.

Pero esta última semana se han incrementado las operaciones de “limpieza” para evitar cualquier tipo de reorganización alauita en el futuro. Es matar para evitarles nacer y organizarse.

Este espiral de ultraviolencia ha generado algunos puntos de resistencia armada, fundamentalmente en la zona costera (Latakia y Tartús). Ellos son denominados por la caterva odiosa de la massmedia occidental como «combatientes leales a Bashar» pero más allá de las simpatías, entienden que es improbable la vuelta al pasado en estas circunstancias. Más que nostálgicos, estos alauitas simplemente no quieren dejarse matar.

Algunos analistas sostienen que Siria está al borde de una nueva guerra civil, pero la asimetría de fuerzas, hasta el momento, no parece brindar la escala: lo que sí se ha visto es a las «tropas de seguridad sirias» (la forma suave que tiene la massmedia para nombrar a las bestias multinacionales de Al-Golani) ejecutando a decenas de miembros de la minoría alauita auténticamente siria, sin ninguna distinción clara entre civiles desarmados y combatientes.

Incluso es difícil saber cuántos han muerto porque muchos cadáveres están siendo arrojados al mar.

Combates entre las fuerzas del nuevo gobierno sirio y las “fuerzas leales a Bashar al-Assad” en las afueras de Jableh, en la zona rural de Latakia, el 7 de marzo.

Lo único cierto es que el demonizado gobierno de Bashar al-Assad era el paraíso comparado con este infierno de violencia desatada desde que Hayat Tahrir al-Sham instaló un gobierno de transición islamista. Resulta ser que no eran lo “moderados” ante los que Occidente afirmaba estar…

En una declaración, el “presidente para la fase de transición” Ahmed Husein al-Charaa señaló que “Los restos del régimen caído están buscando una provocación que conduzca a violaciones detrás de las cuales puedan buscar refugio”.

Charaa y otros funcionarios surgidos del intestino mismo del HTS, con un impecable currículum de vandalismo y asesinatos, han prometido unificar Siria, prometiendo proteger a las minorías y castigar a los actores “individuales” por cualquier transgresión, pero ciertamente no hay ningún indicio de que esto esté sucediendo, salvo los castigos.

Más bien surge la pregunta insidiosa: ¿Estamos ante facciones combatientes que intentan derrocar al nuevo régimen político o el nuevo régimen político está aplicando una política de exterminación de motu proprio?

A ver si la ministra alemana de Exteriores, Annalena Baerbock, nos guía en la respuesta: “Conocemos la afiliación ideológica de HTS y lo que ha hecho en el pasado, pero también escuchamos y vemos el deseo de moderación y entendimiento con otros partidos importantes. Vinimos a Siria con la mano tendida y expectativas claras de la nueva administración, y la administración será juzgada por sus acciones”. Vale… estos cortacabezas comecorazones serán juzgados por sus acciones… futuras. ¡Que las pasadas van al arcón de la amnesia! ¡El misericordioso Occidente ha hecho borrón y cuenta nueva!

Se comenta que ex oficiales de Ejército Árabe Sirio han montado una operación de insurgencia denominada «Escudo Costero» y que han hecho un llamado a las diversas entidades religiosas de Siria para que actúen coordinadamente contra la Yihad de Damasco.

Será por ello, que el mando estadounidense en Rojava inmediatamente presionó a los kurdos para firmar un «Acuerdo de Paz» (léase, de sometimiento) con el vándalo de Damasco. Hay pruebas suficientes que los estadounidenses presionaron al comandante de las Fuerzas Democráticas Sirias (conocidas por sus siglas en inglés, SDFSyrian Democratic Forces) Mazloum Abdi para que firmara rápidamente con los yihadistas (contra los cuáles estuvo combatiendo hace pocas semanas). De hecho, un helicóptero Chinook CH-47F del U.S. Army lo transportó hasta la capital, acompañado por dos AH-64E Apache de combate, mientras los F-16C volaban en las alturas.

Los kurdos, representados por Mazloum Abdi, firman un pacto de gobernabilidad con los yihadistas islamistas representados por Ahmed Husein al-Charaa. Es la alianza promovida por Turquía y Estados Unidos, y aceptada alegremente por Israel. Por cierto, existe en Occidente un «aura encantadora» para con los kurdos simplemente porque sus mujeres son combatientes y no usan velo islámico. Una verdadera estupidez. Ellos también tienen un historial de violaciones de derechos humanos escalofriante que va desde secuestros y reclutamiento forzoso de menores. ¿Qué dirán los que consagraban la «igualdad de género» de los kurdos ahora que se supeditaron a los «apaleadores y esclavizadores de mujeres»?

Las cosas diáfanas: las SDF kurdas siempre fueron un instrumento de las potencias occidentales e Israel para fraccionar Siria. Sólo Turquía se oponía, por sus temores propios, a esta iniciativa. Pero evidentemente la terminó aceptando. La “autoadministración kurda”, en los hechos un protectorado israelo-estadounidense en territorio sirio, controla zonas del norte y noreste del país, ricas en trigo, petróleo y gas, recursos vitales para la República Árabe Siria, que le impidieron la reconstrucción tras la guerra y, por el contrario, contribuyeron a estrangular económicamente las arcas del Estado.

Con un timing sorprendente, este acuerdo de supeditación de los kurdos a los yihadistas, que por propiedad transitiva implica una supeditación al eje israelo-turco-estadounidense, viene poco después que el famosísimo líder del Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK), Abdullah Öcalan, conocido por su intransigencia y «corazón de león», llamara a disolver el partido y abandonar la lucha armada. ¡Todos contentos bajo la tutela americana!

Los políticos y legisladores del Partido de la Igualdad y la Democracia de los Pueblos (Partido DEM), con una fotografía reciente tomada junto al líder militante Abdullah Öcalan (que se halla encarcelado en la isla de Imrali, Turquía), asisten a una rueda de prensa en Estambul, el 27 de febrero de 2025, para anunciar la buena nueva.

Esto implica que cualquier resistencia nacional y popular armada en Siria va a tener que enfrentarse directamente no solamente contra la Hermandad Musulmana en el trono de Damasco, sino contra los kurdos, los sionistas de Tel Aviv, los turcos, los estadounidenses e inclusive, los drusos del sur (y sumémosle la apatía rusa). Y me hablan de posible guerra civil… la desproporción es abrumadora.

Y hablando de la apatía rusa…

La importancia estratégica de las bases rusas en Latakia y Tartús, justamente donde se desarrollan los combates y las matanzas, es incuestionable. Sin embargo, a medida que el gobierno yihadista va sumando poder, arrasando con las facciones y poniéndolas bajo su ala, la endeblez del sostenimiento de estas bases se hace mayor. ¿Se les exigirá también a los rusos «pruebas de lealtad» al nuevo régimen? Aunque parezca mentira, es altamente probable. Allí entonces surgirá el dilema: ¿Rusia se alineará, como los kurdos, a las mismas fuerzas que bombardeó durante años, solamente para mantener esa posición en el Mediterráneo oriental?

Uno de los poderosos cazas rusos Sukhoi Su-35 basados en Hmeimim, Latakia.

Cuando el constante sainete de visitas daba la sensación de una “situación normalizada” (ahora que los yihadistas se convirtieron en estadistas), de pronto emana la cruda verdad de que Siria sigue siendo un polvorín y un territorio en constante evolución geopolítica.

Por lo que se aprecia, existe un evidente enlace entre Israel, Estados Unidos y Turquía, con cierta participación, en rol pasivo, de Rusia, para llevar “estabilidad” a la población… pero a costa de la exterminación de las minorías incómodas (cristianos y alauitas) que no se “adaptan” al nuevo “sistema” sionista-islamista.

Poco importa si las “limpiezas”, en virtud del Derecho Internacional, encajan como «crímenes de guerra en virtud del artículo 8 del Estatuto de Roma», «crímenes de lesa humanidad en virtud del artículo 7, incluidos el genocidio, la tortura, el desplazamiento forzado y la esclavitud» y «genocidio en virtud de la Convención sobre el Genocidio de 1948», como los que ha denunciado el jurista egipcio Wissa El-Banna, respecto de las acciones armadas de al-Golani y su grupo en Siria, que implicaría su procesamiento ante la Corte Penal Internacional.

Pero en este Reino del Revés [2] la denuncia debe hacerse ante la misma persona que estrechó la mano al asesino con total desparpajo en enero de este año.

El fiscal jefe de la Corte Penal Internacional, Karim Khan, visita al golpista de Damasco, el 17 de enero de 2025. Durante la visita, se charló sobre la necesidad de iniciar procesamientos sobre los crímenes… de Bashar al Assad.

Por Christian Cirilli

La Visión, 14 de marzo de 2025.

Fuente fotografía principal

NOTAS

  1. Como en la masacre de la escuela de artillería de Alepo, en junio de 1979. ↩︎
  2. Es una alusión a la canción infantil de María Elena Walsh «El reino del revés». ↩︎

Las expresiones emitidas en esta sección son de exclusiva responsabilidad de su autor(a) y no representan necesariamente las opiniones de El Ciudadano.

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