La incertidumbre y cierta contradicción que está dominando a la economía de Estados Unidos siguen en aumento como consecuencia de las divergencias políticas entre lo que dice el discurso público del presidente Donald Trump, y lo que se realiza efectivamente. En un momento la atención se centra en Corea del Norte y luego lo vemos agudizando un conflicto entre el mundo árabe e Israel, respecto a Jerusalén como capital para Israel, cuya consecuencia será un aumento de los conflictos de todo tipo que afectarán la paz mundial. Al parecer han pasado a segundo plano, la muralla con México, los tratados (TTIP, NAFTA y TTP), los migrantes o el fracaso del cambio drástico del “Obamacare” en salud, al igual que la batalla de los recortes tributarios, donde el consenso mayoritario en los Estados Unidos es que el sector más rico que gana más de $ 1 millón al año, verán incrementados los ingresos, después de impuestos, en alrededor de 1.5 %, factor que atenta contra las futuras pretensiones de Donald Trump para ser re-electo.
Las sospechas sobre la variabilidad de enfoques que surgen para entender lo que está ocurriendo con Donald Trump, parecen estar situadas en el ámbito legal, como consecuencia de la investigación que realiza el agente especial del FBI, Robert Mueller, quien se acerca cada vez más al presidente para un juicio público o impeachment, por el cerco que ha logrado en la investigación rusa, con el ex asesor de seguridad nacional Michael Flynn, que se declaró culpable hace algunos días, de mentirle al FBI sobre sus contactos con un diplomático ruso.
Respecto de la incertidumbre en la economía de Estados Unidos, existe un contraste respecto a los datos oficiales que señalan un robusto avance en el crecimiento, un bajo desempleo y el recorte de impuestos a las grandes empresas que, considerando rebajas y eliminación de deducciones, en la práctica el beneficio no es mayor a un 3%, sin embargo, las bolsas ven en ello una oportunidad para seguir subiendo, aún cuando algunos economistas no creen que rebajar impuestos sea un factor que hará crecer la economía. En contraste con lo anterior, existe un mayor número de entidades y analistas que están visualizando una evidencia abrumadora, respecto a que el mercado de valores estadounidense se dirige hacia un desastre.
Un indicio que nos alerta sobre el exceso de deuda provino de los esfuerzos de China para contener los riesgos financieros, para lo cual el FMI sugirió que China podría tomar nuevas medidas para mejorar la estabilidad financiera, lo que estaría en concordancia con la retirada de inyecciones de capital del Banco Central de China (PBOC) para estabilizar el mercado (a tener en cuenta en Chile por el cobre). Los activos bancarios chinos han aumentado un 300 % del producto interno bruto (PIB), y sus mercados de acciones y bonos son ahora el 2º y el 3ro más grandes del mundo, respectivamente. Es importante señalar que el riesgo financiero no es exclusivo de China, quizás el mayor riesgo está siendo alertado por la enorme deuda y el desorbitante apalancamiento de los activos financieros que operan en Wall Street y Europa, lo que nos recuerda el boom bursátil de los años 20, preludio del crack bursátil de 1929.
La búsqueda de elementos esclarecedores para determinar cuál podría ser el camino que seguirá la economía, contrario a lo que podría pensarse, no provendrán del ámbito económico sino de decisiones políticas, porque a la luz de lo ocurrido en las últimas décadas, son los bancos centrales quienes controlan dónde va el dinero y los que están sujetando la crisis. Lo señala un gran inversionista como Stan Druckenmiller, quien dice, “Las ganancias no mueven el mercado en general; es la Junta de la Reserva Federal… Centrarse en los bancos centrales y centrarse en el movimiento de liquidez…. La mayoría de la gente en el mercado está buscando ganancias y medidas convencionales”. Es la liquidez lo que está moviendo a los mercados y es la FED quién tiene el principal control de la liquidez en la economía y del desastre que se anticipa, por las enormes cifras formadas en activos financieros.
La salida de Janet Yellen a cargo de la FED, el 3 de febrero, es un indicio de cambios estratégicos. Reducirá la Junta de Gobernadores nominalmente de siete miembros a solo tres en el banco central más importante del mundo. Siete miembros que son designados por el presidente de los EE.UU., por períodos de 14 años. Se ha dado en esta oportunidad la increíble concentración en Donald Trump, la designación de cuatro miembros que faltan o que renunciarán pronto de los siete, cambios con los cuales puede sacudir seriamente la economía mundial. Es lo que hará, porque para eso asumieron el poder, para enriquecer a los inmensamente ricos. Sin apurar el consenso del Senado, con solo tres gobernadores confirmados por el Senado, con cualquiera de dos pueden reunirse y tomar decisiones. A estas alturas, los lectores se darán cuenta que un grupo de políticos reducido de ultra derecha serán los que decidirán lo que ocurrirá o no en la economía mundial, hasta que se les escape de las manos las visiones especulativas de éxitos, bonanzas, la brutal concentración del dinero, los rallies tecnológicos o el bitcoins subiendo hasta las nubes,… y llegue sin anuncio, la gran caída, el golpe que avisa.
La política seguida por Janet Yellen fue subir lentamente las tasas, lo que sucedió hasta la fecha y la última alza se espera para la próxima semana. Al mismo tiempo, se determinó retirar pausadamente los US$ 4,5 billones de estimulo monetario, para evitar el desequilibrio financiero que es evidente, considerando que la política asumida por la FED y otros bancos centrales no fue para estimular una economía del mercado de consumidores, sino para una economía especulativa de la elite. ¿Qué hará D. Trump con sus nuevos designados en la FED, enfrentados a un reto de la inflación y al retiro del estímulo monetario, respecto de las tasas? La alternativa será retener el retiro monetario, subir las tasas y si las señales empiezan a surgir muy rápidas, las alzas de tasas también serán rápidas, así ha sido la historia de las alzas de tasas en la FED en las anteriores crisis de EE UU.
El crédito al consumo en Estados Unidos subió en octubre, a un máximo desde noviembre de 2016, en los saldos de tarjetas de crédito, según datos mostrados por de la Reserva Federal esta semana. Está descendiendo el dinero al crédito en consumo, la única forma en que pueden consumir los norteamericanos, porque los salarios se mantienen prácticamente planos en las últimas cuatro décadas, a pesar del 4,1% de cesantía actual. Un analista escribía que, “estamos alucinantemente apalancados”. Cuando llegó la década de 1980 y el crédito saltó por encima del 200% del PIB, nunca volvió atrás y subió constante hasta el 2009 y ahora ronda el 350%. Estos datos duros nos recuerdan dónde estamos, la deuda global aumentó por encima de US$ 225 billones a más del 324% del PIB mundial. Las corporaciones estadounidenses vendieron un récord de US$ 1,75 billones en bonos. Los bonos europeos de alto rendimiento se negocian con un rendimiento inferior al 2%. La capitalización bursátil mundial se disparó de US$ 15 billones a más de US$ 85 billones, un récord de 113% del PIB mundial. Además hay 20 billones de dólares en activos de los bancos centrales dando vuelta a nivel mundial y alrededor del 10% de la deuda soberana global, con rendimientos negativos.
Una amplia liquidez de bajo costo impulsa los precios de los activos al alza. Por consiguiente, aplicando el mismo principio, la retirada de una amplia liquidez de bajo costo también impactará los precios de los activos en la dirección opuesta, es decir, una caída de los activos. Pronto veremos el desenlace de la política de estímulos de los bancos centrales. La agenda financiera parece ya pre determinada y será con destrucción masiva, porque la monstruosa cifra en derivados no dejará títeres con cabeza. Una inflación que se concentró en burbujas y que ahora amenaza a la economía real. Los riesgos de una falla repentina en el modelo de expansión monetaria están aumentando, lo que incluye una crisis geopolítica, pero los inversionistas siguen viviendo en la lujuria y la avaricia, olvidando el crash de 1929. Al igual que los niños, tienen la imperiosa necesidad de aprender, lamentablemente, metiendo ellos mismos los dedos en el enchufe.
La agenda pre crisis, según revisamos las historias de las crisis, es que se acelere el consumo con crédito, lo que está empezando a ocurrir, luego el exceso de dólares se trasladará a precios. Aún cuando explican el aumento del precio del petróleo por acuerdos de la OPEP, también tiene un ingrediente inflacionario. La inflación se está trasladando lentamente a Latinoamérica y en Chile se aprecia en los precios de los combustibles, con un barril de petróleo a US$ 57. Luego vendrá el aumento de tasas, lo que frenará las economías con tintes recesivos y aumentarán los déficits fiscales, en especial, los países entrampados con deuda en dólares, que derivará en un apretón del cinturón a miles de millones de personas, un efecto que puede ser épico. Ya ocurrió con los derivados en el 2008, y hoy las cifras son monumentales comparadas con ese período. Mientras tanto, Donald Trump alimenta la hoguera, echándole bencina al fogón al quitar regulaciones a las grandes empresas y a la banca. Agregue a todo eso, el aumento del déficit presupuestario de EEUU, la rebaja de impuestos a las empresas y un gasto militar sobre US$ 900.000 millones anuales y tendrá los componentes para que estalle una nueva gran crisis, que no tiene fecha, porque como sabemos, lo determinará un pequeño grupo de políticos de ultra derecha, que dicen hoy, la economía avanza robusta.
Las decisiones supremacistas de Donald Trump han deteriorado las relaciones de Estados Unidos con diversos países y también con Alemania por sus duras críticas a Angela Merkel, a quien ve cometiendo un error catastrófico por la empatía con los inmigrantes y refugiados. Dicho sea de paso, en aquella oportunidad en que no le dio la mano a A. Merkel, no fue un descuido, hoy entendemos que fue un desaire premeditado. Lo que no entiende D. Trump, es que existen líderes mundiales preocupados en morigerar en alguna medida el impacto de un modelo de economía neo liberal que se cae a pedazos, cuyas consecuencias pueden ser desastrosas en todas partes, también o principalmente dentro de los Estados Unidos. No ayuda a resolver los problemas, la pérdida de su capacidad para relacionarse con muchos países a base de colaboración y buena voluntad. En el futuro, será indispensable dar pasos políticos para lograr una economía más equitativa que impida las convulsiones sociales, en especial, cuando la población está aumentando y también los años de vida. Un agravante extra, es la alerta de un nuevo estudio de McKinsey & Co, donde señala que la automatización podría impactar a 375 millones de empleos para el año 2030, es decir, en sólo 13 años más.
Por Mario Briones R.