Reconociendo el triunfo de la derecha montuna Ricardo Lagos habló de revolución. La que hizo la Concertación. Tú ya sabes, ese “giro o vuelta que da una pieza en torno a su eje”. Del latín “revolutio” = regreso. Una revolución permite describir un largo camino circular para volver al punto de partida. Lagos tiene razón. Deben ser las únicas revoluciones que le gustan.
Y se refirió a lo realizado, catalogándolo como “cambios gigantescos”. La mejor descripción de los “cambios gigantescos” que la Concertación hizo durante veinte años la dio hace algunas semanas Jorge Arrate cuando le entregó su apoyo a Eduardo Frei: “En Chile la derecha lo tiene todo, todo, incluyendo los equipos de futbol. Solo les falta el gobierno”. Tranquilo Jorge: ya es cosa hecha. Ahora también tienen el gobierno. “Cambios gigantescos”, “revolución”. Volvimos al punto de partida.
Chile sigue siendo regentado por la Constitución de la dictadura.
El sistema binominal sigue negándole al país un régimen político democrático.
Los chilenos siguen siendo adultos no emancipados, cretinos congénitos, no ejercen derechos ciudadanos, tienen sobre sus cabezas un tutor eterno.
La educación sigue privatizada, continua generando lucro y poniendo en peligro el futuro de las nuevas generaciones.
La salud es fuente de riqueza para unos pocos, un negocio, terreno fértil de colusión, de carteles, de acuerdos espurios a espaldas de la nación.
La Araucanía esta militarizada, se asesinan mapuches.
Se ha privatizado el mar, se ha entregado al pillaje de las multinacionales el territorio de todos los chilenos. Pero con Bolivia se es patriota: “ni un milímetro de territorio para Bolivia”.
Se entregó el cobre. El cobre fue entregado a la voracidad del gran capital.
La distribución de la riqueza creada con el esfuerzo de todos es una de las peores del planeta. Una “vergüenza” según personeros de la propia Concertación.
Los salarios son otra vergüenza, esta vez según destacadas autoridades eclesiásticas.
Los sistemas de transporte público son una fuente de corrupción, de peculado, de robo, de malos servicios, de negociados.
La destrucción del medio ambiente, la contaminación, el maltrato a la naturaleza, hacen de la Conama un mal chiste. Respiramos mierda. Mierda.
Ha habido, hubo, crecimiento. ¿Para quienes? Chile, el país rico lleno de pobres. País arribista, que entró en la OCDE ocultando a sus pobres, las hordas de perros vagos en las calles, la mugre, la miseria. País de pobres que sobreviven con bonos. Pero que está en la OCDE.
Se termino con los servicios públicos. El agua, la energía, las telecomunicaciones forman parte de la modernidad de un mercado expoliador.
Dicom es “Big Brother”, con poder de vida o muerte sobre los endeudados.
Los hogares chilenos deben más de 70 mil millones de dólares en créditos al consumo. Casi 70% de su salario disponible anual. Y el endeudamiento crece, se vive a crédito, con tasas de interés usureras.
La pequeña y la mediana empresa son discriminadas, estafadas, asesinadas por la “comunidad financiera”.
“Cambios gigantescos”. “Revolución”. Volvimos al punto de partida.
Por Luis Casado