El pasado martes (28 de junio) terminó la primera temporada de un programa televisado de entrevistas con el animador cultural Amaury Pérez.
Este cantautor ha invitado a una serie de personalidades públicas cubanas –la mayoría de quienes son también sus amigos- a responder sus preguntas en un ambiente íntimo.
No es la primera vez que un programa así sale en la TV cubana; por ejemplo, una emisión de un show similar por otro cantante –Alfredito Rodríguez– fue en 2006 el disparador de la “guerrita de los emails” (brote de comentarios críticos espontáneos por vía de correo electrónico sobre temas culturales, políticos y sociales de Cuba, a través de largas listas de distribución) que inauguró una nueva época en el diseño de las vías de intercambio informativo nacional.
Aquella vez Alfredito invitó a su entrevista a uno de los obstructores culturales del periodo de los 1970, llamado “época gris” entre los cubanos con vocación cultural y libertaria.
Esta vez, sin embargo, era Amaury el anfitrión televisivo, y el último programa de la primera temporada de su serie tocó a su amigo y también cantautor Silvio Rodríguez. Uno de aquellos jóvenes de los ´60 que crearon el Movimientos de la Nueva Trova cubana.
Su voz y aspecto me remonta a mi época de estudiante de pre, cuando las canciones de la Nueva Trova eran tarareadas espontáneamente por los muchachos de mi edad; cuando la gente se tomaba en serio las letras y debatían con fervor los mensajes cantados; cuando las parejas se daban los primeros besos a los acordes de Silvio.
Después vinieron los ´90, y cuentan (no sé si es verdad) que en un concierto le sacaron a Silvio un gran cartel que decía: “Silvio, te queremos aunque seas diputado!”
De algún modo, la Nueva Trova se volvió un “recurso escaso” en el campo cultural cubano, y no precisamente por la carestía creciente de la vida. Es que la vida misma había cambiado. Y Silvio seguía ahí.
Por favor, discúlpenme esta “trova” nostálgica en plena era del reguetón. No escribo hoy sobre la música ni la poética de Silvio, sino sobre su pensamiento político.
En la entrevista, Silvio se declaró revolucionario y hasta “oficialista.” lo cual no es noticia para nadie. Él es un artista bien explícito en su orientación. Pero Amaury esta vez le pidió a su amigo que explicara un poco su idea ya conocida de que hay que pasar de la revolución a la evolución.
Silvio fue clarísimo al decir que las revoluciones en cuanto cambios absolutamente radicales son sucesos más bien raros en la historia humana, que la revolución cubana triunfó en 1959 y ahora hay que evolucionar, que es lo que normalmente ocurre en las sociedades.
Que Cuba tiene que evolucionar también; y de unas consentidas réplicas entre Silvio y Amaury resultó claro que ambos artistas están en contra del inmovilismo y el estatismo (de este último me pareció que Amaury deriva su significado más a partir de ´estático´ que de ´Estado´, pero puedo equivocarme). Oposición que por supuesto mis amigos y yo compartimos con ambas personalidades.
Ya hace varias semanas, al recibir una condecoración periodística Silvio llamó a realizar acciones para “desbaratar” a la burocracia. Que tales acciones ocurran también lo queremos nosotros.
Solo me queda poner que aprecio una contradicción en la postura de Silvio.
La burocracia normalmente no se deja “desbaratar”, porque se defiende. Tampoco es dada a “evolucionar”: es más bien la causa misma de ese inmovilismo y ese estatismo que criticaron Amaury y Silvio. Como único “evoluciona” la burocracia es en función de perpetrarse en el poder y de “cambiarlo todo para que todo siga igual”.
Solo un movimiento político popular bien fuerte puede desbaratar a la burocracia. Un movimiento organizado, pero no de una forma burocrática. Un verdadero embrión de la nueva sociedad despojada de burócratas. ¿Y qué sería tal movimiento si no una verdadera revolución?
Entonces –y sigo en esto la férrea lógica de los hechos, más allá de la de los conceptos- lo que Cuba necesita es una revolución.
Amaury habló con Silvio sobre la tristeza implícita en sus canciones; pienso que la tristeza no sólo cubre con sus alas un cierto romanticismo trovadoresco; pienso que también ensombrece una poética-política de cierto tipo de pensamiento.
Una de las canciones de Silvio donde más fuerte emerge lo trágico de la pelea por el ser humano se llama “Preludio de Girón”, refiriéndose a la batalla donde en Cuba fueron derrotados los invasores preparados por la CIA en 1961.
Necesitamos hoy como cubanxs comprometidos con el futuro del país que cada uno de nuestros días se conviertan en preludio de una victoria como la de Girón, esta vez contra el poder de la burocracia.
Por Dmitri Prieto
2 julio 2011
Publicado en Havana Times