En la semana anterior a las elecciones municipales del domingo 28 de octubre en una entrevista con El Mercurio, el secretario general de la Presidencia, Cristián Larroulet hizo un pronóstico de lo que esperaba el Gobierno en materia de resultados municipales. Según sus pronósticos: “tendremos tres triunfos importantes”.
En primer lugar, afirma que el oficialismo ganará –“lideraremos”, dice- “el porcentaje de la población gobernada por alcaldes de la Alianza”. Esto, no significa más alcaldes ni más votos en alcaldes. Una sutileza de la ingeniería política. De hecho, esta proyección la viene haciendo el sector desde hace varios meses.
En segundo lugar, “en las 15 comunas con mayor cantidad de votantes, 2/3 de esas comunas van a mantenerse siendo lideradas por alcaldes de la Alianza”. Es decir, proyectan ganar el alcalde en 10 de ellas.
Y en tercer lugar, afirma que “en la capitales regionales vamos a seguir teniendo la mayoría”. Finalmente, para el Gobierno son cuatro las comunas emblemáticas: “Santiago, Aysén, Coyhaique, Constitución, Freirina, por ser comunas donde ha habido una situación con movilización social y en las que mucha gente ha venido a cuestionar las políticas de gobierno. En esas comunas vamos a obtener un triunfo”.
Y a esto, hay que agregar que estimaba que aumentaría la votación en 600.000 electores; al pasar de los 6,9 millones de las municipales del 2008 a 7,5 millones.
Veamos, ¿cómo le fue al Gobierno según sus proyecciones? La evidencia es única: le fue mal; muy mal. Todos los actores lo han reconocido. Sin embargo, al mirar las cifras globales la derrota no es tan profunda como se ve en un primer momento. El efecto de los que ocurre en Santiago, Concepción, Providencia y Ñuñoa nos da una visión “distorsionada” de lo que sucede con los grandes números y con las proyecciones de Larroulet.
No obstante, el oficialismo pierde la batalla más relevante: en alcaldes y en votos. La victoria del 2008 fue breve. En votos, mientras en la municipal anterior la derecha le gana a la Concertación por dos puntos porcentuales; en estas, la Concertación le gana a la derecha por seis puntos porcentuales. Y en alcaldes, el Gobierno pierde 23 municipios y la Concertación gana 21.
Primer triunfo que no fue. En lo global, el Gobierno no gobierna más gente que la oposición según los municipios que cada sector tiene. Si consideramos las 20 comunas con más habitantes –que representan el 26% de la población- el oficialismo le gana a la Concertación 43% a 39%. No obstante, a nivel nacional esta tendencia se invierte a favor de la post-Concertación. Sin embrago, hay un equilibro de fuerzas al interior del duopolio en relación al número de habitantes gobernados desde el poder local.
Segundo triunfo que no fue. De las 15 comunas con más inscritos sus proyecciones apuntaban a seguir gobernando en 10 de ellas. En estas comunas se encuentra el 26,5% de los electores del país. En este nivel, de las once que tenía (8 UDI y 3 RN) bajan a nueve (7 UDI y 2 RN). Al contrario, la Concertación sube de tres (1 PS y 2 DC) a cinco (1 PS, 1 PPD y 3 DC). El oficialismo sigue teniendo alcaldes en Puente Alto, Viña, Valparaíso, La Florida, Las Condes, San Bernardo, Rancagua, Talca y Temuco). Perdió, Santiago, Ñuñoa y Concepción.
Larroulet, en este pronóstico no habla de número de votos. Sin embargo, en estas 15 comunas el Gobierno gana. Mientras el Gobierno baja del 50,12% al 47,92% entre una y otra municipal, la Concertación se matiné en torno al 38 por ciento de las preferencias. En definitiva, en estas comunas el oficialismo logra el 48% de los votos y la post-Concertación el 38%. Gana el Gobierno.
Tercer triunfo que sí fue. En las 15 capitales regionales el Gobierno proyecta seguir siendo mayoría. En estas comunas se encuentra el 19% de los electores del país. Efectivamente –como esperaba Larroulet-, en número de votos siguen siendo mayoría. Las fuerzas están muy equilibradas entre la Concertación y el oficialismo en votos. De hecho, el Gobierno baja levemente del 40,4% al 38,8% y la Concertación sube –también levemente- del 35,5% al 36,8%. En votos gana el oficialismo 39% contra 37%. Sin embargo, en número de alcaldes el cambio fue significativo. En efecto, el oficialismo de ocho alcaldías (6 UDI y 2 RN) baja a cinco (3 UDI y 2 RN). A su vez, la Concertación sube de dos (2 PS) a seis (2 PS, 1 PPD, 1 PRSD, 1 DC y 1 independiente en pacto en Punta Arenas).
Cuarto triunfo que no fue. En las comunas emblemáticas tampoco obtuvieron el triunfo esperado. El Gobierno define cinco comunas como emblemáticas: Santiago, Constitución, Coyhaique, Aysén y Freirina. En el 2008 logran tres comunas (Santiago, Freirina y Coyhaique). En el 2012 pierden las tres; pero, ganan Constitución y Aysén en ambas con independientes en pacto. En alcaldes pierde. En términos de votos –sin considerar Santiago- la Concertación gana por cuatro puntos porcentuales. En votos, también pierde.
También, quedaron cortos en la abstención y en el número de electores en relación a los votos emitidos en el 2008. En rigor, en este ítem todos quedamos cortos. Esta dimensión de la “crisis en la política” merece una mención aparte.
Estos resultados –de modo preliminar- muestran, en primer lugar, que el Gobierno gana una derrota política y electoral que deja perdedores y ganadores en el oficialismo. El gran perdedor es el Presidente, Golborne y la UDI; y los triunfadores, Ossandón y Allamand.
En segundo lugar, aumenta y se fortalece la percepción de que en un año más perderán el gobierno. De hecho, la “santa del silencio” es la gran ganadora de estos comicios. También, lo ha hecho la post-Concertación que –ahora- tiene algo con que seducir a la mujer ONU: unidad y apoyo ciudadano.
En tercer lugar, la inauguración de esta nueva mayoría genera las condiciones políticas para abrir un camino de importantes transformaciones. De este modo, la Concertación de Partidos por la Democracia se transforma en la Concertación por la Igualdad.
Y finalmente, frente a esta nueva realidad electoral la derecha asumirá posiciones defensivas que harán que la reforma al binominal encuentre, nuevamente resistencias. Desde este momento, la batalla tendrá como objetivo mantener cuotas de poder en el parlamento y de ese modo impedir que el doblaje haga posible tener los quórum para impulsar las grandes transformaciones que el nuevo ciclo socio-político demanda.
Por González Llaguno