- Dos terroristas empuñando sendos Kalashnikov, entran en los locales de una revista satírica situada en un barrio céntrico de París. Llaman por su nombre a diez miembros de la redacción y los ametrallan.
- Al salir, encuentran un coche patrulla de la policía contra el que disparan. Acaban con uno de sus ocupantes y dejan al otro malherido en la acera. Uno de los asesinos remata al policía que yace en la acera.
- Durante la acción los asesinos profieren gritos como: “Alá es grande” o “Hemos vengado al profeta Mahoma”.
- Roban otro vehículo, en el que huyen, no sin antes esquivar a otros dos coches patrulla que les salen al paso, y desparecen.
- En el segundo automóvil, los asesinos se dirigen a la frontera belga.
- Son inmediatamente identificados ya que uno de ellos olvida su carnet de identidad en el coche en el que llegaron al lugar del crimen.
- En su fuga, asaltan una gasolinera para repostar y proveerse de comida. No causan ningún daño al empleado de la gasolinera quien los reconoce y alerta a la policía.
- Todavía sin cambiar de vehículo, vuelven a dirigirse hacia París. Intentan esconderse en las instalaciones de una imprenta situado en una pequeña localidad a 40 km de París. En ella se esconde un empleado que pasa inadvertido para los fugitivos. Este empleado avisa a la policía desde su móvil y se mantiene en contacto con ella durante las ocho horas en la que los fugitivos permanecen en el local.
- Las fuerzas de seguridad toman la población en la que se encuentra la imprenta. De improviso los asesinos salen de su escondite, disparando, y son abatidos por la policía.
- Los servicios secretos norteamericanos controlaron el teléfono de uno de los asesinos durante años y advirtió a la policía francesa de su peligrosidad, pero hace unos meses se abandonaron estas medidas de vigilancia ya que los individuos en cuestión parecían no ser peligrosos.
Lo que hemos visto
- Videos tomados desde móviles que muestran a dos hombres con monos negros de combate y una capucha que sólo permitía ver sus ojos. Ambos van armados con fusiles de asalto.
- Esos individuos no se apresuran a huir sino que permanecen cerca de un Citroën negro disparando y gritando. No se pueden entender sus gritos.
- Un policía está tendido en la acera. Parece herido pero intenta incorporarse. Uno de los hombres armados pasa corriendo junto a él y le dispara. Es esta acción el asesino muestra una gran destreza en el uso de su fusil.
- Imágenes del parabrisas de un coche patrulla que muestra impactos de bala. La concentración de tiro en el lugar que corresponde al policía acompañante es una prueba de que el tirador sabía manejar perfectamente un arma de fuego.
- Imágenes de una gasolinera en un paraje aislado.
- Un helicóptero en vuelo y diversos francotiradores apostados en azoteas y ventanas.
Lo que nos han explicado
- Los asesinos eran dos hermanos yihadistas. Vivían de una forma que puede considerarse normal para los jóvenes árabes de los suburbios de París, teniendo pequeños problemas con la justicia. Sin embargo el más joven de ellos había sufrido un corto periodo de encarcelamiento acusado de reclutar voluntarios para ir a luchar en Siria.
- Se radicalizaron al tomar contacto con un imán islamista.
- Según una primera versión estuvieron combatiendo en Siria en la filas del Isis. Una segunda versión refiere que los dos hermanos sólo recibieron formación teórica sobre el uso de fusiles de asalto. (Ideal de Granada 11.01.2015.) una tercera sostiene que estuvieron combatiendo en El Yemen.
- El motivo de su crimen fue castigar a los redactores de una revista que había publicado caricaturas de Mahoma y otros dibujos insultantes para el Islam.
- Los dos hermanos habían sido vigilados por los servicios secretos de EE.UU. y por los franceses quienes recientemente habían dejado de controlarlos al considerar que no constituían ningún peligro.
Un cierto estupor
Las informaciones ofrecidas por los medios de información no pueden dejar de sorprender a todo aquel que, con un cierto interés, haya seguido este asunto. A continuación enumeraré los puntos que a mí, como lector y espectador atento me han sorprendido.
- Parecería que la memorización de las suras coránicas tuvieran un efecto negativo sobre las capacidades cognitivas, especialmente sobre la atención y la memoria. En efecto, los presuntos autores del atentado del 11 S, en Nueva York, olvidaron en su coche un Corán junto con un manual de instrucciones de vuelo. Los también presuntos asesinos del 11 M en Madrid olvidaron también en su vehículo una cassete grabada con versículos del Corán, y ahora los inculpados del ametrallamiento en París dejan en el asiento trasero del Citroën que utilizaron un carnet de identidad.
- Los dos yihadistas estaban sin duda adiestrados en el manejo de las armas, pero carecían de las más elementales nociones de las actividades clandestinas.
- Quien piensa en cometer un atentado toma, como primera medida la precaución de procurarse un refugio sobre todo si su acción va a tener lugar en una ciudad populosa.
- En ningún caso huye hacia la frontera más próxima en un coche ya identificado por la policía sino que se esconde en un lugar lo más céntrico posible de esa ciudad. Ningún comando de ETA, por poner un ejemplo, ha sido jamás detenido tras cometer un atentado en un control de carreteras ni en ninguna frontera, precisamente porque seguían esa táctica.
- No perpetran su acción desprovistos de dinero de forma que deban procurarse gasolina, alimentos u otro cualquier medio que facilite su huida cometiendo un nuevo delito.
- Bajo ninguna circunstancia llevan encima documentos de identidad auténticos.
- La policía francesa parece estar singularmente mal preparada para las tareas antiterroristas.
- La principal misión policial, tras un atentado debería ser la de obtener la máxima información posible sobre los apoyos y el modo de operar de sus autores. Para este fin se necesita capturarlos vivos. Es de una ineptitud digna de todo reproche que la policía no consiga detener a dos individuos cercados en una nave industrial en una población que está tomada por las fuerzas de seguridad.
- Se ha dicho que los dos presuntos asesinos salieron disparando de la imprenta en la que se habían refugiado, pero estaban rodeados de francotiradores quienes, si pertenecen a un cuerpo de élite, deberían tener la habilidad de herir a sus objetivos sin causarles la muerte.
- No solamente fue vana la vigilancia a la que durante años estuvieron sometidos estos yihadistas sino que no se debió llevar un registro de sus llamadas ni contactos.
- Si los hermanos yihadistas fueron adiestrados en el uso de las armas en El Yemen es evidente que esto no pudo producirse durante el periodo en el que estuvieron controlados por los servicios secretos americanos. Debió suceder pues, cuando la policía francesa decidió abandonar su vigilancia. Es de una negligencia extrema no seguir las pistas proporcionadas por los americanos, pero ¿qué explica que estos últimos abandonaran también la vigilancia de esos dos yihadistas después de advertir a los franceses que uno de ellos había estado en El Yemen?
Una constatación
Después de examinar los hechos anteriores –y las explicaciones que de ellos han ofrecido los medios de comunicación–, parece imposible dejar de pensar en que realmente no sabemos lo que ha ocurrido en París.
En política es, a veces conveniente adoptar la actitud socrática de saber que no sabes, sobre todo cuando nos hacemos conscientes de que no sabemos aunque nos lo hayan explicado. ¿Qué hacer en esta situación? ¿Olvidar todo el asunto y pensar en otras cosas? Siempre que el asunto trate de servicios secretos y muertes violentas, olvidar es peligroso. Queda entonces un recurso: recordar lo que sí sabes para tratar de construir con ello un marco que, al menos, determine los límites en que se inscribe la ignorancia. Quizá esos límites hagan surgir ciertas ideas en el vacío de lo que no conoces. No se debe tomar esas ideas como verdades demostradas sino como posibilidades cuya existencia debe poner sobre aviso de lo que puede estar ocurriendo y, por consiguiente, de lo que que puede llegar a ocurrirte a ti mismo aunque tú nunca te mezcles en cuestiones que tengan que ver con servicios secretos o con la seguridad del Estado. Hay una cosa que es vital importancia que tengas clara: lo que ha ocurrido en París, aunque sea de una manera indirecta, le está ocurriendo a todos los ciudadanos porque se da en la sociedad a la que pertenecen. Es un suceso de su vida que te afectará de alguna forma, más tarde o más temprano.
Recordemos antes de pasar adelante que Descartes afirmaba que un todo error es una culpa. En política el error, y principalmente el desinterés, es una culpa ética que se contrae tanto con respecto a uno mismo como contra los demás, porque el ignorar o equivocarse por falta de interés en las condiciones en las que se desarrolla nuestra vida es el método más seguro para su deterioro. Por eso los antiguos griegos condenaban a muerte a quien se negaba a participar en la cosa pública. Esas condenas siguen dictándose pero no consisten en ejecuciones sino en un empeoramiento de las condiciones de vida que en muchos casos (y de eso tenemos sobrados ejemplos en nuestro país) conducen a la muerte. Nos encontramos ante un cambio histórico que nos sitúa ante una alternativa: o bien lo encauzamos, en lucha contra los que nos han conducido hasta él buscando su propio beneficio, o bien acabará con eso que llamamos civilización. Esto no es dramatizar sino simplemente recordar hechos que todos conocemos o que deberíamos tener la obligación de conocer.
Un marco de referencia
La situación política mundial es tan compleja que hace preciso un esfuerzo por recordar aquello que sabemos antes de que caiga en el olvido ante el aluvión de noticias (incompletas, sesgadas o simplemente falsas), que cada día se nos proporcionan. La sucesión tumultuosa de hechos no nos dejan ver el contexto en el que estos se producen, lo que, a su vez, dificulta la comprensión del mundo en el que vivimos.
El contexto político–económico mundial, tal y como yo puedo juzgarlo con la única ayuda que me ofrecen las muy poco fiables informaciones de la prensa, exige distinguir entre lo que podríamos llamar escenarios exteriores e interiores, considerando al conjunto de los países occidentales como punto de referencia. Empecemos por lo que se puede considerar exterior con respecto a Occidente.
Situación exterior
- El final de la guerra fría no trajo la paz –ni siquiera la amarga paz de los vencedores–, sino la guerra caliente. Desde el principio de los años 90 se han producido las guerras de Yugoeslavia, Somalia, las dos guerras de Irak, la de Afganistán, las centro africanas, la invasión del Líbano, las de Gaza, la guerra de Chechenia, la de Osetia, la guerra de Sudán, la de Libia, la invasión de Mali, las guerras de Siria y de Ucrania y del Yemen.
- Estas confrontaciones bélicas no se han producido, como las dos guerras mundiales, por la colisión de los intereses de grandes Estados sino por el intento de las potencias occidentales de explotar el colapso de la Unión Soviética para conseguir un dominio del mundo comparable al que los países imperialistas habían obtenido en el siglo XIX.
- A tales guerras se las ha llamado “preventivas” o “intervenciones humanitarias”. Con estos eufemismos se quiere legitimar el hecho de que un grupo de países agresores, Estados Unidos, Israel, Francia e Inglaterra han atacado, invadido y masacrado a la población de otros Estados soberanos esgrimiendo como casus belli la superioridad ética de sus “valores” entre los que continuamente se esgrimen los de democracia, tolerancia y laicidad.
- No merece la pena extenderse en la consideración del alcance de esos “valores” en los países en cuestión. Quien ya una idea clara del alcance de la laicidad y la tolerancia reinantes en, por poner un ejemplo, Estados Unidos e Israel y la “amplitud” de la democracia de la que “gozamos” en los países occidentales, no encontrará nada que le convenza en estas páginas.
- Podría parecer paradójico que el país más agresivo en toda esta serie de guerras, los Estados Unidos, se encuentre en un momento de declive que en algunos años hará desaparecer su hegemonía. Sin embargo nada es más sencillo de entender. Ninguna primera potencia ha abandonado pacíficamente su posición. En cierto sentido, podríamos decir que los Estados Unidos libran, en un escenario mundial, una guerra defensiva. La globalización y la deslocalización que sus élites financieras promovieron han desindustrializado el país que sólo mantiene su posición de poder apoyándose en su fuerza militar y en la permanencia del dólar como moneda internacional de pago. Este segundo factor tiene los días contados y su desaparición afectará decisivamente al primero que ha mostrado en Irak y Afganistán, cuales son sus actuales límites. En un futuro muy próximo estos se contraerán.
- Francia, de una manera insensata –pues no tiene la población, el poder militar o la capacidad económica para hacerlo–, está intentando ocupar parte del vacío que dejan tras de sí los Estados Unidos en África y Oriente Medio. Ha invadido Mali, fue el principal promotor de la guerra de Libia, y trató de arrastrar a los Estados Unidos y a Gran Bretaña a una campaña de bombardeos en Siria similar a la derrocó a Gadafi.
- Parecería en extremo ridículo que un país que no puede evitar que su política económica nacional sea dictada por Alemania intente interpretar el papel de potencia mundial, pero esta impresión se desvanece ante la sospecha de que, en realidad, la actuación francesa esté dictada por los mismos poderes que condicionan su economía, esto es, que los centros de poder europeos utilicen al ejército francés para sus propios fines. Tras la agresividad del gobierno francés pueden ocultarse intereses que vienen de fuera, fundamentalmente de un eje alemán-israelí que trata de conquistar nuevas posiciones geopolíticas en momentos en los que el debilitamiento de la posición hegemónica de los Estados Unidos a nivel mundial se hace cada día más palpable.
- Sea lo anterior acertado o no, lo cierto es que la resistencia que los pueblos agredidos han ofrecido a sus invasores ha colocado a estos últimos en una situación difícil. La única alternativa viable para ellos es la de abandonar el conflicto intentando minimizar los daños o la de huir hacia delante abriendo nuevos conflictos. Sin embargo parecen haber adoptado una solución intermedia: crear una situación de guerra permanente en la que ellos se correrán con los gastos de la empresa que será librada por mercenarios.
Situación interior
1. Es evidente que el mantenimiento de una guerra permanente en el exterior debe tener importantes consecuencias en el interior de los países occidentales. La primera de ellas se manifiesta en el terreno ideológico. Al igual que el comercio de esclavos creo el racismo contra los negros, la extensión de la guerra a todo el Oriente Medio y a los países musulmanes de África ha dado lugar a un nuevo tipo de racismo: la islamofobia. Con ella se persigue un fin ideológico: ofrecer una identidad “nacional-occidental” negativa. Viene a decir a la pequeñoburguesía en particular, y en general a todos los asalariados, que padecen una desinserción social a causa de la crisis: “al menos no perteneces al grupo de los réprobos islamistas».
2. La identidad positiva que se derivaba de los puestos de trabajo y de las condiciones de vida anteriores a la crisis, no volverá a ser recuperada. El señalar a los abandonados por la fortuna que hay quien está aún en una situación peor y ofrecerles así el consuelo de no encontrarse en esta última categoría, es un recurso clásico de los opresores. Ya Lope de Vega escribía en Peribañez y el comendador de Ocaña: “Yo soy un hombre / aunque de villana casta, / limpio de sangre, y jamás / de hebrea o mora manchada”. La islamofobia tiene el mismo mensaje si se tacha lo de “hebrea” que ahora ha pasado a ser un galardón, y se sustituye la limpieza de sangre con el ser demócrata, tolerante y laico.
- Este nuevo racismo tiene también una vertiente económica. Sirve para justificar la exclusión de la asistencia y programas sociales a la población musulmana que constituye entre el 5 y el 10% de la fuerza de trabajo de la Europa Occidental.
- Finalmente, la islamofobia responde a una estrategia política: justificar la creación de un Estado policíaco en el que elementales libertades democráticas sean abolidas. Esto es extremadamente importante para el poder si se tiene en cuenta que la única solución que se vislumbra para el desastre social que ha producido la crisis es que los damnificados por éste se acostumbren a la nueva situación. Durante la dictadura de Videla en Argentina ese general acostumbraba a decir: “La negrada [en Argentina se llama “negro” a los humildes y a la clase trabajadora] tiene que acostumbrarse a vivir con un plato de tallarines al día”. Hoy nuestros dirigentes políticos pueden remedar esa frase y decir: “el populacho tiene que acostumbrase a vivir con sueldos de 60 € y contratos de una semana”. Naturalmente se teme que esta situación cree, antes o después, una explosión social para cuya represión el Estado tiene que estar preparado. Pero nada justifica en este momento la adopción de leyes aún más represivas, el incremento de la brutalidad y la impunidad policiaca, y la actitud prevaricadora de los jueces que en lugar de impartir justicia se dedican al escarmiento de todo aquel que se atreva a insinuar la más mínima protesta ante los desmanes del Sistema. La evolución de nuestra sociedad hacia un “totalitarismo pluripartidista”, tiene que tener una coartada. ¿Cuál mejor que la defensa de nuestra seguridad amenazada? Creando la imagen del enloquecido lobo solitario o, si es más conveniente, la de las siniestras redes terroristas y todos los ciudadanos correrán a refugiarse dentro de los muros del castillo del Estado, aunque allí sólo les esperen las mayores privaciones y la falta de libertad.
Una conclusión
Es probable que nunca conozcamos la verdad de lo que ha ocurrido en París pero sí conocemos el contexto político que rodea a estos asesinatos. Hay que darse cuenta de que lo que realmente nos importa no es esa verdad que nos ocultan sino el marco político económico y social en el que esos hechos de autoría desconocida se han producido así como las consecuencias que para nuestras libertades y nuestro bienestar tiene la utilización que el poder hace de ellos. Si somos conscientes de esto último podremos contribuir a lograr lo que es el fin último de la justicia, que no consiste tanto en castigar a los culpables como en evitar que los crímenes se repitan. En efecto, independiente de quien haya sido el autor material de los hechos ocurridos en París, estos sólo han sido posibles en la situación política que antes se ha esbozado. Hay que contribuir a superarla sin pérdida de tiempo; de lo contrario todos seremos, en un sentido literal, Charlie Hebdo.
Una imagen a modo de postscriptum
Todos los periódicos occidentales recogieron en sus portadas la imagen de la manifestación que tuvo lugar en París para mostrar la repulsa general hacia los asesinatos. Estaba, naturalmente, presidida por Hollande. A su izquierda marchaba Merkel, responsable oficial de la miseria que padece el sur de Europa. A la derecha de Hollande se encontraba el presidente de Mali, impuesto por las tropas de ocupación francesas. Junto a este último caminaba el genocida Netanyahu. La visión de esos personajes hace que en la mente de un observador sensible se confundan las causas y los efectos. ¿Fue el asesinato de los dibujantes la causa y la imagen de la cabecera de la manifestación el efecto, o sucedió lo contrario? En un sentido no podremos nunca saberlo; en otro no podemos dejar de hacerlo.
Por Juan Willhelmi
Juan Willhelmi nació en Granada, España en 1950. Es doctor en Filosofía por la Universidad de Uppsala, Suecia, donde también impartió clases de Historia de la Filosofía, Filosofía del lenguaje y de Literatura Contemporánea Española e Hispanoamericana. Ha dado numerosas conferencias en diversas universidades europeas sobre temas relacionados con el análisis filosófico de los juicios literarios.
Juan Willhelmim fue profesor durante viente años en el Departamento de Lenguas románicas de la Universidad de Lund, Suecia, donde también dio clases de Literatura Contemporánea Española e Hispanoamericana
Es autor, entre otros, de los siguientes títulos, Los Juicios estéticos en la literatura, Una exposición crítica de la filosofía del lenguaje de Habemas, Lenguaje y entendimiento humano. Una investigación sobre Las interpretaciones sociológicas de la de la filosofía del segundo Wittgenstein, Gusto o valor. Una investigación sobre los juicios literarios.
Willhemi ha publicado,además, un sin número de artículos entre ellos el diario de la red, Rebelión.