Los estadios, fases o etapas de los niveles de desarrollo naturales y por lo tanto de las especies como nosotros, son impulsados por una tendencia vital. Yo creo que existen dos estadios de desarrollo fundamentales que todos podemos observar: una fase del poder natural puro o silvestre y la otra fase de la conciencia. Ambos se expresan políticamente en la existencia de la derecha y la izquierda respectivamente. Las identidades grupales tradicionalmente nombradas como derecha e izquierda, son el modo de presentación de dos “dinamismos naturales”, que se hacen visibles históricamente en dos posiciones políticas gracias a eventos meramente casuales, sin mayor importancia, pero que contienen en sí todas las dimensiones del ser humano y la realidad a que pertenece.
La derecha y la izquierda no nacen solamente por las consecuencias del periodo posterior a la Revolución Industrial, como dice una hipótesis de explicación histórica. Las tendencias que se nos presentan como derecha e izquierda son cualidades permanentes del ser humano, de la vida, que se expresan, como es esperable, en las personas.
Nuestra especie humana –tanto el individuo como el grupo-, establece interacciones en las que se muestra algunas de las fases o etapas del desarrollo que acabo de nombrar: el poder natural puro o silvestre y/o el poder de la conciencia. El poder natural puro o silvestre (la consabida ley de la selva o en chileno la ley de Moraga) al evolucionar hacia el desarrollo, se convierte en el poder de la conciencia. Lo que no muestra que la conciencia sea expresión de una cualidad exclusivamente humana, como a muchos les encanta creer.
En las personas de izquierda, predominan los valores o creencias del poder de la conciencia. En las personas de derecha, predominan los valores o creencias del poder natural puro o silvestre. Hago hincapié en la palabra predominan, puesto que es necesario un predominio para que una cualidad caracterice cuando hay también –por supuesto- otras cualidades presentes. El poder natural puro o silvestre y el poder de la conciencia fenómenos de la naturaleza, no solo del humano, se encuentran profundamente presentes en cada persona. Los individuos y los grupos de derecha poseen además poder de la conciencia como los de izquierda, y las personas y grupos de izquierda poseen además poder natural puro o silvestre como los de derecha. La diferencia es que en las personas y grupos con identidad de derecha la influencia del poder natural puro o silvestre es mayor, con todas sus expresiones: emocionales, ideacionales, conductuales; y en las personas y grupos con identidad de izquierda, la influencia del poder de la conciencia con todas sus expresiones: emocionales, ideacionales, conductuales es mayor. Por lo menos en un momento dado como para poder llamarlos de ese modo, no permanentemente como lo veremos.
No existe un corte neto sino un dinamismo entre derechas e izquierdas. Es conocido el derechismo que hay entre los izquierdistas y el izquierdismo entre los derechistas. Este tránsito también se expresa de alguna manera en el dicho: quien es joven y no es rebelde es insensible, y el adulto que es rebelde es un inmaduro. El joven es o se siente marginado y su búsqueda mejora y actualiza la conciencia del sistema, pero una vez que se asienta quiere conservar lo obtenido y ya no se preocupa tanto de los otros, sin embargo a su tiempo será empujado y desplazado también por las nuevas generaciones. Este ser de derecha y ser de izquierda entre los miembros de una sociedad, toma el aspecto de lucha de clases, a pesar que son categorías de nuestra condición natural; es lo que los padres del comunismo Carlos Marx y Federico Engels vieron en acción en el siglo XIX cuando escribieron el clásico Manifiesto Comunista.
A través de la vida individual y grupal, las personas y los sectores de izquierda y derecha tienen periodos en que expresan la dimensión contraria de su identidad principal como adelanté. Las personas de derecha expresan su “izquierdidad” y los de izquierda su “derechidad”. No sólo intermitentemente, también simultánea y alternadamente. Por lo tanto es normal el “izquierdismo de derecha” y el “derechismo de izquierda”.
En el cuerpo social, el dinamismo entre los miembros de identidad de derecha está basado en el poder natural puro o silvestre, por eso su política es reflejo de esa modalidad de poder, y su tendencia principal es hegemonizar el poder –generalmente en las elites por lógica- para especificar el orden social (establecer sus leyes). Lo que es una variedad de la ley de la selva. En la comunidad los sectores y personas poderosos, y en el individuo –igualmente- sus necesidades dominantes, se imponen en la estructura del orden social o en la organización de su personalidad, respectivamente.
Al ser la persona y la comunidad dos dimensiones del mismo fenómeno, comparten la misma estructura vincular entre los elementos que lo componen; por eso el yo individual puede ser también de derecha o de izquierda, con sus respectivos izquierdismos de derecha y derechismos de izquierda, en analogía a lo anterior. A veces andamos más de derecha y otras más de izquierda, más de derecha en algunas cosas y más de izquierda en otras. Un ejemplo típico es que personas o naciones políticamente de izquierda son de derecha en política de drogas. En lo individual, hay quienes organizan su personalidad -o sus valores- en torno a actitudes dictatoriales, que son poderes que marginan a otras dimensiones de sí mismo, hasta que algún fracaso de su vida los lleva a un cambio revolucionario y se liberan de sus propias cadenas; es decir del sojuzgamiento a que lo tenía sometido parte de su propia forma de ser.
El dinamismo entre los de -identidad- de izquierda está basado en el poder de la conciencia. Su política surge de esa modalidad de poder. Su tendencia principal, es a la reformulación del poder natural puro o silvestre, aumentando la representación en el orden social de quienes tienden a ser excluidos en él por ser menos poderosos (los pobres, los marginados). Contrapesa los designios de los sectores o personas de mayor poder. Una persona con su tendencia de izquierda natural contrapesa también en lo personal, cuando viene al caso, aspectos parciales que con su superior capacidad hegemonizan o determinan la estructura del yo, en desmedro de otras dimensiones de su carácter.
Los alias “izquierda y derecha”, son el iceberg de una realidad universal profunda de los seres vivos, emergiendo en la arena política humana. Es imposible no ser de izquierda o de derecha, y como se dijo, de derecha y de izquierda simultáneamente, aunque dejáramos de llamar estos fenómenos derecha e izquierda y les llamáramos por ejemplo: nuestro lado conservador y nuestro lado liberal, parcial o global, individualista o socialista. No por eso van a desaparecer. El balanceo del péndulo vital va ya hacia el egocentrismo individual o grupos de pertenencia: iglesias, partidos políticos, países a los que cada cual pertenece (se derechiza) y luego hacia la comunidad (se izquierdiza); el ser humano es animal gregario: es un individuo y es comunidad.
No se puede ir en contra de otra persona o grupo, sin ir contra de sí mismo de alguna forma, ni ir contra de sí mismo sin afectar a otro y quizás a todos. Como sea después de la Revolución Industrial, en lo político, se moteja, se le pone el alias a las dos tendencias que siempre han existido y existirán: la tendencia predominantemente individualista o sectorialista de la derecha, y la tendencia predominantemente socialista, genéricamente hablando, de la izquierda.
Los químicamente puros son de menor frecuencia entre las grandes masas, o prácticamente inviables. Lo malo es que a veces aparecen algunos que se quedan pegados, se dan el gusto, fallan en la sensibilidad y flexibilidad, carecen del mínimo efecto camaleón necesario en la vida real. Sacralizan un momento deslumbrante de sus historias y le rinden culto para siempre. Su rigidez les impide comprender al mundo, a sí mismos, y responder adecuadamente, lo que más tarde o más temprano puede ser desgraciado. Esto no tiene que ver con la volubilidad y ausencia de valores profundos, sino con la habilidad de aplicarlos.
Psiquiatra