Un término marino utilizado por el capitán de un barco cuando advierte que está en curso de colisión hacia un iceberg, es ordenar “Marcha atrás a toda máquina”. Esta parece ser una buena analogía comparada con lo que sucede en la economía, donde todo de pronto se puede volver relativo. El camino que ha seguido la economía estadounidense y su reflejo en el resto del mundo, ha sido el dinero barato, que se logra bajando las tasas de interés. El problema es que el dinero fácil siempre llega a las manos de los que ya son muy ricos. Hasta ahora, solo los sectores más acomodados han podido gozar del aumento de precios en los activos bursátiles.
Para entender la visión general actual de la economía y hacia dónde puede derivar, es necesario hacer un pequeño recuento. En el año 2018, la FED determinó que era oportuno iniciar la estabilización financiera de la economía de EE.UU., lo que implicaba empezar a subir las tasas y vender los activos en su poder. En marzo 2018 las tasas estaban en el rango de 1,25% a 1,50% y en diciembre 2018 la tasa era de 2,25 a 2,5 %, y al día de hoy se encuentran entre 2,25% y 2,50%. El organismo que determina las tasas dentro de la FED es el Comité de Operaciones de Mercado Abierto (En inglés FOMC, Federal Open Markets Committee), el cual tenía estimado que para 2019 se considerarían tres aumentos para dirigir las tasas a un rango de 2,5% a 3,5% y normalizar los desequilibrios financieros, dentro de una política de tasas que no restringen ni estimulan la economía, de acuerdo a la teoría de la FED.
Contrariamente a las expectativas de la FED, el mercado bursátil de Wall Street empezó a caer en abril de 2018, apenas subieron las tasas, lo que produjo alarma afectando principalmente el valor de las acciones. La elección de Jerome Powell como el nuevo jefe de la FED, el 5 de febrero de 2018, sorprendería a Donald Trump, quien no imaginó que este abogado republicano y ex banquero desoiría sus expectativas, a tal punto de su enojo, que pidió revisar las normas que determinan su cargo en la FED, con el fin de despedirlo. Donald Trump quiere tasas bajas y más expansión monetaria para crear una visión exitista de su presidencia, con una economía boyante que ayude a su campaña electoral para reelegirlo en 2020.
Desde la gran recesión, el crac del Martes Negro del 29 de octubre de 1929, y la última de 2008, se fue consolidando la idea de que la mejor solución para controlar las recesiones era imprimir dinero y bajar las tasas, sin embargo, las reiteradas recesiones en el tiempo han demostrado que la solución ha sido ineficaz y no produce el efecto deseado de reactivar la economía. Sin embargo, para los objetivos de la derecha, la solución resolvía plenamente sus necesidades, porque el dinero terminaba acumulándose en los sectores más ricos. Hoy se advierten nuevos temores de una recesión con señales tales como, la caída del comercio mundial, baja de los commodities, la inversión de la curva de bonos, con bonos que rinden más a corto plazo que a 10 años, la disminución de los fletes mundiales, el fuerte aumento de la deuda empresarial, la burbuja de todo, además de una guerra comercial que está afectando el comercio mundial.
La caída de los costos por endeudamiento (con rendimientos de los bonos a 10 años que cayeron la semana pasada a mínimos históricos en Alemania y Francia, y por debajo del 2% en los EE.UU., por primera vez en tres años), está obligando a los banqueros centrales como la FED de EE.UU., a pensar en prevenir una recesión mencionando la posibilidad de recorte de las tasas para producir dinero barato. El presidente de la Reserva Federal, Jerome Powell, advirtió que los riesgos a la baja para la economía aumentaron y señaló las tasas de interés algo más bajas, pero no llegó a decir que era inminente un recorte. Sabemos que la FED nunca anuncia anticipadamente una fecha, pero recortar tasas sí cumple con el objetivo de seguir acumulando dinero a los inmensamente ricos como pide Donald Trump, determinando que un 10% de los más ricos, ahora representa el 70% de toda la riqueza de los EE.UU.
Las presiones de Wall Street, el mercado y de Donald Trump que claman por recortes de tasas y nuevas expansiones monetarias, están poniendo en aprietos la independencia de la FED y su programa de aumentar las tasas y vender los activos (bonos e hipotecas). Sin embargo, las estimaciones de diversas fuentes, e incluso de personeros de la FED están cambiado y refieren que puede haber recorte de tasas y suspender la venta de activos en poder de la FED, lo que significaría una “marcha atrás a toda máquina”.
He querido resaltar el aspecto anterior, porque detrás de todo ello existe una gran incógnita, debido al cambio que está ocurriendo. Un cambio contradictorio con la tan anunciada solidez de la recuperación económica de EE.UU., que también esgrime J. Powell de la FED en la última reunión del 19 de junio. Se reconoce que el consumo del ciudadano norteamericano produce el 70% del PIB y está aumentado, sin embargo, se omite mencionar que el aumento de la deuda de dicho sector, ha subido a US$ 14 billones en el primer trimestre de 2019. El argumento de la solidez económica es que los servicios financieros, el sector más grande en la economía de los Estados Unidos, están creciendo a un ritmo acelerado y que el precio de las acciones está en máximos históricos, por lo tanto, el «efecto riqueza» está activo.
Un argumento reiterado es que la inflación está por debajo del objetivo del 2% fijado por la FED. La clave para entender la baja inflación, es que las grandes expansiones monetarias con costo casi cero, se quedan en estancos para beneficio de los multimillonarios y las grandes empresas. En cambio, el ciudadano común solo recibe una fracción de dicha expansión y tiene dificultades para acceder al crédito barato, porque debe pagar tasas de 35% a 40% por sus créditos, con casi el 25% de los estadounidenses que se están endeudando para pagar artículos de primera necesidad, como los alimentos. Este último dato lo publicó la CNBC.
Sin duda, existe preocupación respecto a la gigantesca presión que se crearía con este cambio. En la actual situación, la onza de oro se ha elevado sobre US$ 1.400, y algunos calculan que puede llegar a US$ 2.000 o US$ 2.500, si vuelve a surgir el dinero barato, porque volverá a crecer el crédito, elevando el riesgo de crear una burbuja monstruosa que en algún momento puede explotar. Por otro lado, la inversión empresarial ha sido débil, y muy afectada por la inversión en el enorme sector de petróleo y gas de EE.UU., que se ha reducido drásticamente debido a la caída de los precios del petróleo, cuando el barril sobrepasaba los US$ 100, y dado que las bajas tasas de hoy estarían estimulando la economía y fomentando el crecimiento económico, ¿por qué la FED reduciría aún más las tasas?
Para examinar este punto, debemos hacernos una pregunta más amplia, ¿Por qué la FED emprendería un curso tan desastroso a largo plazo para inflar más las burbujas de activos, incluidas las acciones, los bonos y los bienes raíces, si todo va tan bien? Algunos economistas piensan que la Reserva Federal lo haría para contratar una especie de póliza de seguro contra una desaceleración económica natural a corto plazo, después de una expansión de 10 años.
Sabemos que las entidades bancarias incluida la FED, son parte fundamental del modelo neo liberal, cuya elite financiera posee el control de los bancos, el dinero y es dueña de una gran red de relaciones humanas unidas por intereses financieros, en consecuencia, ellos siempre piensan en grande y no se van a robar la caja chica de las empresas. En segundo lugar, tampoco tienen problemas de conciencia, que los limite en su actuar para arrasar o afectar a otros países o a su propio pueblo. Es cuestión de seguir el cronograma de Donald Trump y ver su actual política del garrote con diversos países, entidades o personajes que se oponen a sus objetivos. En tercer lugar, estamos asistiendo a una desglobalización, que está causando una caída del comercio, porque no puede deshacerse tres décadas de desarrollo de la cadena de suministros global, sin esperar una desaceleración mundial.
En consecuencia, no creo que haya que buscar motivos sofisticados, lo obvio de volver a rebajar las tasas es seguir beneficiando a los más ricos, más aun, si concretan otra expansión monetaria (QE). Ese es y será el objetivo central de la política neo liberal, acrecentar y seguir manteniendo la riqueza en la elite, para lo cual el presidente Donald Trump está cumpliendo un rol destacado. Ahora, el desequilibrio financiero que pueda producirse, y con esto nos estamos adelantando en el tiempo, lo resolverán con el plan de “tasas negativas profundas”, un tema novedoso que pasaré a explicar brevemente y que lentamente se está empezando a cumplir con el retiro de circulación de los billetes de alta denominación en varios países.
Las tasas negativas profundas es una hipótesis contenida, entre otros autores, por los economistas, como los investigadores Ruchir Agarwal y Miles S. Kimball en un documento de trabajo del FMI, publicado en abril de este año, donde se describen las investigaciones de estos dos autores del FMI, para una guía de la habilitación de tasas negativas profundas, cuya finalidad es combatir las recesiones. Debido a que se trata de un documento muy técnico de más de 200 páginas, explicaré sucintamente su objetivo, aunque ustedes pueden leerlo aquí.
La base para continuar con el control de la política monetaria por los bancos centrales es ir eliminando el dinero en efectivo y transformarlo en “dinero electrónico o dinero contable”. Con el dinero electrónico, en caso de crisis, no habrá colas de personas retirando dinero de un banco o de una entidad en aprietos. Las recesiones serán controladas, porque el dinero electrónico será la unidad monetaria registrada en un sistema computacional y el efectivo una moneda auxiliar sujeta a cambios o depreciaciones, la que irán retirando pausadamente. Los bancos centrales podrán aplicar tasas de interés positivo o negativo, más allá de la banca.
Actualmente, con tasas positivas oscilando entre 2,25% y 2,50%, es muy limitada la capacidad de la FED o de otros Bancos Centrales para bajar las tasas a nivel negativo bajo cero para estimular la inversión y el gasto, porque las recesiones requieren que el dinero no gastado pueda ser afectado por tasas negativas que pueden oscilar entre 3 y 6 puntos porcentuales. En recesión, cuando los bancos optan por dejar los depósitos en la FED (o Banco Central), reciben un interés bajo, pero positivo. Esta modalidad cambiaría y se extendería, además de los bancos, a los inversionistas, los grandes depósitos, las empresas, las compras pagadas con tarjeta de crédito, tarjeta de débito, cheques o transferencia electrónica de fondos, se verían exactamente como lo hacen ahora, pero estarían implícitamente denominadas en una unidad electrónica de cuenta y quedarían afectos a tasas negativas en las recesiones.
La abolición del papel moneda es parte del cambio, porque eliminaría la opción del almacenamiento masivo de papel moneda. Si alguien no quiere pagar por tener un depósito en el banco, pueden optar por guardar el dinero de papel en una caja fuerte, lo que no se puede hacer con el dinero electrónico porque es una anotación en un computador y permite que se le aplique tasas bajo el límite inferior a cero. Cuando el valor del dinero, en billetes o monedas, no está en el sistema bancario, no se le puede aplicar tasas negativas. Por ello es que la FED (o Banco Central) podría ir retirando gradualmente los billetes, deduciendo US$ 1 de lo que daría a cambio de un billete de US$ 100: después de un año, US$ 99, después de dos años, US$ 98 y así sucesivamente, hasta retirarlos como moneda billete.
Las recomendaciones para aplicar esta política es hacerla a través de los bancos privados, para evitar el conflicto político, como sería si la ejecución la hace un Banco Central. Una vez que se reconoce que el banco central ha designado el dinero electrónico como principal, pasa a ser el medio de pago masivo y se constituye en la unidad de cuenta principal. El billete o la moneda de papel será solo un medio auxiliar para usos muy reducidos, en áreas o sectores de bajo volumen donde es difícil aplicar el dinero electrónico.
En un mundo sin dinero en efectivo, las tasas de interés no tendrían un límite inferior. Por ejemplo, para contrarrestar una recesión severa, un banco central podría reducir la tasa de política monetaria de + 2%, por ejemplo, a – 4%. El recorte de la tasa de interés se transmitiría a toda la cadena de depósitos bancarios, los préstamos y los bonos. La idea de fondo es que el valor del dinero de papel sea afectado con tasas negativas, lo que no es posible si es atesorado en una caja de fondos o en depósitos informales. Si lo deposita como efectivo, el banco le cobrará una tasa equivalente al nivel de la tasa de interés negativa, lo que supone obligaría a gastar o invertir para no ser afectado y así estimular la economía.
El problema de fondo es que cuando se produce una recesión, el banco central debe operar a través de la tasas para estimular el gasto y la inversión, y la norma señala que las recesiones requieren que el dinero no gastado debe ser afectado por tasas negativas que pueden oscilar entre 3 y 6 puntos porcentuales. Si el banco central tiene una tasa de interés 2,5% positiva y la tasa de interés negativa requerida es de menos 6%, el dinero depositado en el banco sufrirá un cargo neta de menos 3,5%, pero si usted se lleva el dinero para su casa, mantiene el valor del dinero en papel con tasa cero. En cambio, el dinero electrónico en depósito recibe un cargo de menos 3,5%, que corresponde a la variación entre una tasa negativa de – 6% desde + 2,5%. En los Estados Unidos, por ejemplo, la mayoría de los bienes duraderos grandes y bienes intermedios son ahora comprado con alguna forma de dinero electrónico (incluyendo tarjetas).
Los investigadores del FMI señalan que “el uso de tasas negativas profundas por un corto tiempo tiene ventajas políticas. Un banco central puede permitir tasas negativas profundas cuando sea necesario, manteniendo así el poder de la política monetaria en el futuro”.
Creo que este mecanismo permitirá socializar la pérdida de valor del dinero, después que éste es emitido masivamente para beneficio preferente de los más ricos o de las empresas y cuando se vuelve excesivo o forma burbujas, el valor negativo de una mercadería que pierde valor por exceso de oferta, se reparte entre todos y de ese modo el neo liberalismo se eterniza, se acaban las recesiones y usted queda al arbitrio de los banqueros de la elite, respecto del dinero que disponga. Solo el tiempo nos dirá cómo ocurrirán las cosas.
Por Mario Briones