Por Juan A. Aguilar
Los jueces polacos prolongan por cuarta vez la prisión provisional del periodista Pablo González días antes de que se cumpla un año desde que fuera detenido en la frontera con Ucrania y fuera acusado de espiar para Rusia. La denominada “justicia polaca” ha decidido mantener en prisión al periodista español hasta el próximo 24 de mayo.
Pablo González fue detenido en la frontera con Ucrania cuando cubría el éxodo masivo de personas desplazadas por la guerra. Hace ya un año, la policía política del régimen polaco, la Agencia de Seguridad Interior (ABW), se presentó en el hotel en el que se alojaba el periodista en la localidad de Przemyśl y lo detuvo. Unos días después, un tribunal decretó prisión provisional para el periodista por un plazo de tres meses y desde entonces esta situación se ha prolongado hasta en cuatro ocasiones.
Pablo González es un experto en el espacio postsoviético. Estudió lenguas eslavas en la Universidad de Barcelona y un máster de Periodismo Multimedia en Bilbao. Pablo nació en 1982 en Rusia. Uno de sus padres es hijo de uno de aquellos jóvenes conocidos como los “niños de la guerra”. Cuando tenía nueve años, sus padres se divorciaron y su madre se lo trajo a España, inscribiéndolo con su nombre actual, Pablo González Yagüe.
El tribunal del régimen clerical polaco, en Rzeszów, que se encargó del caso al inicio utilizó el hecho de que Pablo tuviera un nombre ruso y otro español como única prueba de sus acusaciones.
En las comunicaciones de la siniestra Agencia de Seguridad Interna (ABW), que fue quien le detuvo, se aseguraba que Pablo González era un agente de la inteligencia rusa (GRU) y que había utilizado «su estatus periodístico» para «moverse libremente por Europa y el mundo, incluso por zonas afectadas por conflictos armados y regiones de tensión política» para acceder «a información cuyo uso por parte de los servicios secretos rusos podría tener un impacto negativo» en la seguridad de Polonia. Ridículo y grotesco a la vez. Lo propio de una falsa democracia, de una dictadura encubierta al servicio de la sanguinaria OTAN.
En menos de un mes, tres servicios secretos de tres países diferentes se interesaron por este periodista. Más tarde también lo acusaría de ser espía el jefe del MI6 británico. Una vez más, sin presentar pruebas.
La realidad es que Pablo lleva un año en prisión preventiva en pésimas condiciones en la prisión de Radom, a unos 100 kilómetros de Varsovia.
Desde entonces, ha denunciado en varias ocasiones las malas condiciones en las que se encuentra. En un escrito presentado ante el Tribunal de Estrasburgo, explicó la constante vigilancia a la que se ve sometido y las carencias alimenticias que sufre. Pasa los días encerrado en una celda sin compañero alguno y solo puede salir, cuando se le permite, una hora al día sin tener contacto con otros reclusos. Además, con la llegada del invierno ha pedido ayuda a la Embajada de España en Polonia para que intercedan por él y pueda tener ropa especial para el frío. Solo pudo conseguir una manta adicional.
Hasta el pasado 22 de noviembre no le pudo visitar la madre de sus hijos, Oihana Goiriena, y poder hablar con él un par de horas. Aunque en todo momento estuvieron acompañados de una agente de los servicios secretos polacos.
La conclusión es que Pablo González cumple un año en prisión provisional en Polonia sin que haya sido sometido a un juicio justo y sin que haya trascendido ningún detalle de las pruebas que hay contra él. Y ya está bien.
No conocemos personalmente a Pablo González, ni sus ideas políticas ni sus preferencias particulares, ni nos importa… es un ciudadano español, un compatriota, y eso es suficiente. España demostraría ser un país indigno si no empezamos a movilizarnos por la libertad de un compatriota encarcelado por un régimen impresentable que se dice “aliado” (palabra que ya empieza a ser sinónima de “peligro” o de “indeseable”) y amigo de España y que se sienta como miembro de pleno derecho en las instituciones de ese «jardín» precioso y colonialista que se llama UE y que apoya, consiente o silencia este tipo de comportamientos, más propios de una dictadura bananera que de un presunto régimen democrático.
Vayan por nuestra parte dos mensajes y una exigencia.
El primer mensaje, a todos nuestros compatriotas. Hay un español encerrado en una mazmorra polaca. No le podemos abandonar. Enviemos cartas de apoyo que fortalecerán su resistencia. La plataforma #FreePablo instó a comienzos de noviembre a enviar cartas a la cárcel para mostrar apoyo al periodista. La dirección a la que se pueden enviar es:
Pablo González Yagüe, s. Alexia
A.S. Radom
ul. Wolanowska 120
26-600 RADOM
POLONIA/POLSKA
El segundo mensaje es al gobierno belicista, ultraderechista y clerical instalado en Varsovia. No. No es asumible para ningún español que se pueda considerar “amigo” o “aliado” a un país que actúa de esa forma injusta con un compatriota, por mucho que naciera en Rusia o en Las Maldivas. El gobierno polaco se muestra como un actor hostil y nada amigable, con un comportamiento contrario a los derechos humanos, a las prácticas propias de un país democrático y a la más mínima humanidad a causa de una histérica rusofobia, de clara matriz racista, y coaligado a los enemigos históricos de España. El mensaje que nos manda Varsovia es claro: hostilidad contra España y desprecio por sus ciudadanos. A partir de ahora deberían reflexionar sobre si los intereses polacos en España no se merecen la misma hostilidad. El mensaje a las autoridades polacas y a sus representantes en España debe ser claro… Dejen de tocarnos los cojones y pongan de inmediato en libertad a Pablo González.
Por último, una exigencia al gobierno de Pedro Sánchez: ¿No piensa Vd hacer nada por este ciudadano español? ¿A este ciudadano sí lo podemos “dejar atrás” por la cobardía de un gobierno incapaz de dar un puñetazo en la mesa de Bruselas? ¿Hasta cuándo vamos a tener que soportar indignidades como la que se está haciendo contra Pablo González? ¿Qué teme, Sr. Presidente? ¿Acaso es prisionero de ese “orden internacional basado en reglas”?
Pedro Sánchez, presidente del Gobierno de España, se lo dice Jean Paul Sartre: “Los cobardes son los que se cobijan en las normas”. Y Michael de Montaigne expresó, como nadie, a lo que lleva la cobardía cuando la definió como la “madre de la crueldad”.
Con Pablo González se está cometiendo una crueldad y no lo debemos permitir ni un minuto más. Si las élites políticas españolas son cobardes, demostremos que los españoles NO LO SOMOS. No podemos consentir la impunidad y el ensañamiento con uno de los nuestros durante más tiempo…
Winston Churchill definió a Polonia como la «Hiena de Europa«. Nosotros no hemos llegado a tanto… todavía. Pero avisados quedan.
Por Juan A. Aguilar
Columna publicada originalmente el 24 de febrero de 2023 en geoestrategia.es