Libertad Méndez: «La discapacidad plantea desafíos imposibles de abarcar en tanto el mundo se siga comportando como si no existiera»

Columna de opinión donde la ginecóloga feminista y candidata a Convencional Constituyente (CC) por el Distrito 13, Libertad Méndez, reflexiona sobre la discapacidad y el problema de las principales instituciones de la sociedad, que carecen de políticas públicas reales para lograr una verdadera sociedad inclusiva.

Libertad Méndez: «La discapacidad plantea desafíos imposibles de abarcar en tanto el mundo se siga comportando como si no existiera»

Autor: Francisca Valencia

por Libertad Méndez.

El primer problema que surge al hablar sobre discapacidad, es que se ve como un inconveniente, algo que no se le desea a nadie, algo que se piensa nunca podría pasarnos a nosotros mismos, algo que se ve una vez al año cuando la Teletón transmite sus horas de amor. Sin embargo, la discapacidad es un hecho, algo con lo que se vive día a día, aunque no se tenga presente en nuestra rutina personal.

Sin ir más lejos, durante el estallido social, más de cuatrocientas personas se vieron obligadas a vivir el resto de sus días con visión reducida, aparte de quienes perdieron por completo su vista. Dichas personas, previamente sanas, se encontraron de pronto en una situación inesperada y desconocida que, seguramente, no supieron muy bien como enfrentar. Por supuesto, el Estado no prestó ayuda en estos casos, ni psicólogos, ni rehabilitación, ni una disculpa. Como si el perder un sentido parcial o totalmente no implicase cambiar por completo la vida. El problema no es el no poder salir adelante, el problema es que las herramientas para hacerlo no se encuentran al alcance de todos y muchas veces, tampoco se conocen dichas herramientas.

Muchos piensan que la inclusión no es necesaria si no hay alguien con discapacidad que la necesite, pero al pensar esto no se tiene en cuenta que las personas con discapacidad son eso, personas que interactúan con el mundo y la sociedad, que no siempre estarán presentes pero que sí aparecerán en algún momento y necesitarán la descripción de imagen que no hiciste, el documento en braille que no imprimiste, el intérprete de señas que no contrataste o el espacio con adecuaciones que no habilitaste.

La inclusión debería ser algo cultural, algo tan presente que se termine considerando como parte de la normalidad, pero para ello es necesaria la colaboración y que exista una preocupación para educar al respecto, tanto en la casa como en establecimientos educacionales.

Es triste que haya que mandar a niños con discapacidad a escuelas especiales, en donde su vida se encierra en una burbuja que explota cuando deben salir al mundo real, en lugar de que puedan entrar a un colegio como cualquier otro, sin que se le aísle de sus compañeros ni se les pase menos materia.

El saber cómo interactuar y enseñar a alumnos con discapacidad es algo que todo profesor debería saber, no algo que se limite a educadorxs diferenciales. Así mismo, para el personal de salud se deberían tener protocolos, cursos y capacitación en donde enseñen a cómo atender a pacientes con discapacidad que vayan solos a la consulta.

Si una persona sorda llega sin intérprete a un hospital, el mismo debería tener un intérprete al que poder acudir. Del mismo modo, se debería tener la costumbre de hablar al paciente, y no a su acompañante, sea cual sea su condición, porque el acceso a la información es un derecho y el saber que anticonceptivos existen, por ejemplo, es algo que le incumbe a quien los quiere usar y no a su madre, hermana o pariente de turno que esté presente en el momento.

Hacer que algo sea accesible para una sola persona es caro, porque se presenta como algo imprevisto, pero si se contemplara en los presupuestos anuales una cantidad de materiales adaptados que se podrían utilizar, este gasto individual se reduciría y el beneficio aumentaría tanto para los pacientes como para los establecimientos. Cosas tan simples como poner braille en las cajas de los medicamentos, son cosas que no afectarían la vida diaria de las personas y que, además, ayudaría a que personas ciegas no se arriesguen a morir intoxicadas por no tener alguien cerca que lea la caja del medicamento. A pesar de ello, ignorar el tema parece ser más sencillo para quienes administran el poder.

Hacer que el mundo sea más inclusivo no es difícil, lo difícil es que cada persona se sume a querer lograrlo y que las necesidades de las personas con discapacidad sean escuchadas. La discapacidad plantea desafíos imposibles de abarcar en tanto el mundo se siga comportando como si no existiera.


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