La polémica por las licencias maternales plantea preguntas de fondo acerca de nuestro funcionamiento como sociedad, especialmente porque es un tema relativamente nuevo, vinculado al hecho de que la mujer se integra al mundo laboral y esto produce cambios personales y sociales.
En la cultura chilena actual ha sido difícil integrar estos cambios, ya que el nacimiento y crianza de los hijos aún es responsabilidad de las mujeres, tanto en el aspecto afectivo como económico. Un ejemplo evidente es la diferencia que hacen las Isapres con las mujeres en edad fértil, por ser quienes físicamente traen un bebé al mundo.
Algunos de los cambios actuales importantes es que la madre debe separarse del bebé cuando aún toma leche materna, lo que significa un alto costo para el niño, ya que están comprobados los beneficios, psicológicos y de salud, que éste hecho tiene. Esta separación, también implica un alto costo económico, pues es importante encontrar alguien de confianza que lo cuide, ya sea en la casa o en sala cuna. Al crecer, también existe un alto costo por la educación y la salud. Estas dificultades han llevado a la necesidad de que tanto el hombre como la mujer sean sustentadores económicos del hogar.
Este contexto produce la sensación de que es cada vez más caro nacer y vivir en este mundo.
La sociedad le «cobra» a la mujer por tener hijos, aún teniendo el antecedente de los problemas que han surgido en los países desarrollados con la disminución de la población joven.
Por esto la pregunta ¿De quién son los hijos? Si bien, claramente nacen a través del cuerpo de la mujer, también está claro que es imprescindible el aporte biológico que hace el hombre para concebirlo. Además, aún cuando son los padres quienes educan a los hijos, son estos niños quienes vivirán, trabajarán y construirán la sociedad en el futuro.
En este sentido, es importante trascender la mirada individualista y localizada que se tiene sobre el ser humano y entenderlo en forma amplia, ya que las personas también son seres sociales. De esta manera, será un beneficio a largo plazo, para el sistema social, crear personas capaces de aportar en forma positiva al mundo.
Es un consenso entre los profesionales, el hecho de que los primeros 5 a 7 años son fundamentales para constituir el carácter de las personas. De esta manera, tanto el Estado como las organizaciones de producción privadas, también debieran encargarse de garantizar el bienestar de niños y niñas que serán la «mano de obra» en el futuro.
La polémica de las licencias maternales sólo es la punta del iceberg de muchos otros temas que hay que plantearse y analizar desde una mirada que trascienda la estrechez del espacio individual de estos tiempos. Es imprescindible incorporar conceptos que entreguen una mirada más amplia sobre el ser humano, la sociedad y el mundo en general.
Por Ximena Arrau