Literatura con identidad regional de los valles transversales

Una prédica en el desierto de la industria multinacional del libro

Literatura con identidad regional de los valles transversales

Autor: Wari

Una prédica en el desierto de la industria multinacional del libro.

No es fácil escribir en Chile y postular a ser leído; más difícil aún, es hablar en un desierto de sordos que sólo responden al marketing de la industria de escritores, pero a pesar de eso, estábamos allá, con nuestra identidad de norte y valle a cuestas, con nuestras palabras sinceras y transparentes, con nuestra fe de pensar que si un ser humano nos escucha y entiende desde la fría cárcel del consumo, ya vale la pena haber hecho el esfuerzo.

El día 9 de noviembre, fuimos cuatro escritores de la región de Coquimbo: Gladys Aguirre, Cristian Geisse, Víctor Arenas y yo, a una mesa de conversación regional sobre «Identidad y Educación en la Literatura de los Valles Transversales de la Región de Gabriela Mistral» y, la verdad, es que tuve la impresión de que nuestros gritos identitarios, sencillos y transparentes se perdieron en este desierto multinacional de la Feria del Libro de la Estación Mapocho.

El pensamiento neoliberal que sustenta el capitalismo lo invade todo, sentí vergüenza cuando vi en un importante stand a Roberto Ampuero y Rivera Letelier convertidos en maniquíes de cartón, promocionados para el marketing de la venta, cual modelos faranduleros atrapados por el devenir consumista, peor fue mi impresión cuando veo en la plataforma de altura de la feria, las promociones de algunas multinacionales mineras como la Barrick Gold y por cierto, tenían de compañero a El Mercurio, medio escrito nacional, que quienes vivimos a conciencia la crueldad de la dictadura chilena, lo conocemos perfectamente en turbulencia y maldad. Con todo este marco, la verdad que poco tenía para ofrecer nuestra ingenua propuesta de literatura regional, sólo algo así como un humilde saludo a la bandera.

Pero nadie podrá arrancarnos el derecho de lucir orgullosos en nuestros discursos a nuestra Premio Nóbel Gabriela Mistral, a pesar de que para variar en Chile es muy nombrada, pero desconocida. En Chile, no existe una política de valoración y reconocimiento de su extenso y profundo pensamiento y quehacer, sobretodo en educación, donde la propuesta mistraliana podría insertarse en la política educacional, al menos regional, ya que mi percepción es que se toma a Gabriela como una imagen turística y no como la tremenda persona que fue, con una historia matizada de valores humanos, fortaleza, inteligencia e identidad cultural, y hago notar, fundamentalmente, su presencia indígena y su defensa por la naturaleza, de América, de Chile, del valle que la vio nacer, donde sus raíces se hacen verso, identidad, presencia y literatura, como también su pensamiento trasgresor, su poesía social de verso agudo y asertivo, que en nada se traduce en debilidad o verbo sufriente, como la han presentado personas que no la conocen realmente y que, inclusive, han lucrado a su costa.

Lamentablemente, hay desconocimiento no sólo de Gabriela, sino que de otras escritoras y otros escritores con identidad regional, nombro por ejemplo a Estela Díaz Varín, Susana Moya, Oscar Elgueta, Tristán Altagracia, Ramón Rubina, Raúl Kastillo, Mario Ramos, Oscar Espinoza, Guillermo Gálvez, por nombrar a algunos. En narrativa: Teresa Blanco, Gabriel Canihuante, Juan Marambio, Ximena Herrera Marín, y muchos más.

Lo cierto, es que en esta región de valles transversales, se vive lo que, seguramente, en muchas provincias viven: la falta de difusión y de reconocimiento que se traduce en la ausencia de un trabajo editorial permanente y profesional, como también, en la inserción de letras con identidad en los programas de estudio de los niños de nuestra región, para que posteriormente, puedan ser difusores de una personalidad regional a través del estudio de nuestras y nuestros escritores y poetas. Esto ocurre porque no existe en Chile una política educativa sociocrítica, que desarrolle en los alumnos la conciencia librepensadora, sino que los gobiernos obligan al profesor a cumplir con programas rigurosos y angustiantes tareas, más bien de un ámbito administrativo curricular, en vez de que pueda permitirse y por ende permitir a sus alumnos la visión de otros conocimientos que puedan ser espontáneos, cercanos y en libertad.

El desconocimiento de escritores locales en los colegios, también se puede visualizar como un problema de falta de reconocimiento y valoración, que no permite ver como importante, que la raíz identitaria, se puede fortalecer desde la literatura.

Nuestra región, nunca ha quedado exenta de los períodos que podrían reconocerse como períodos de la Literatura Chilena, pero me ha llamado la atención la falta de visión de algunos antologadores actuales, que difunden sus antologías como chilenas, o sea de ámbito nacional, pero centralizan su visión sólo en las ciudades más grandes de nuestro país, lo que hace deducir que el tema de difusión de la literatura de valles transversales, también pasa por factores de visión, voluntad y oportunidades .

Algunas características generales de nuestra literatura regional son: lo testimonial en el relato cotidiano, pero también lo fantástico con utilización de recursos que pueden ser oníricos, donde se confunde lo real con lo irreal; el registro de leyendas rurales y urbanas a través de la visión real maravillosa, pero con marcas de autenticidad local; en poesía, encontramos gritos de defensa telúrica, muestra crítica de sincretismos religiosos, presencias ancestrales y sellos profundamente sociales y contestatarios, pero no queda exenta la visión y lenguaje cosmopolita a partir de lo regional.

La literatura se mueve con la vida, con la historia, con los hombres y mujeres que nacen y crecen en un determinado lugar, la literatura no puede ser una cuestión descontextualizada de su ambiente y de todas las variables que hacen su esencia, por lo tanto toda literatura habla desde la connotatividad de su palabra.

En esta sociedad, que cada vez se hace más consumista, más individualista y que a la vez ratifica el concepto globalizante, se necesita como remedio urgente la búsqueda de la raíz cultural colectiva, la respuesta de nuestra identidad cultural desde una literatura que muestre lo que somos desde lo local como punto de referencia hacia lo global, reconociéndonos y valorándonos, antes de que la situación sea irreversible.

Nuestra Literatura Chilena no parte con La Araucana, sino que parte con la literatura que nuestros antepasados expresaban en códigos hermosos, cargados de vitalidad y de magia, también con ese código empático con su entorno que dejaron escrito en las piedras, petroglifos que hablan desde el lugar en que se expresan y no en museos, donde piensan muchos que deben estar, principalmente, los que han asesinado este código, arrancando estas expresiones reales y mágicas desde donde se encuentran, porque molestan a sus ansias de poder económico, entonces dan como razón el progreso y la sustentabilidad, me refiero a los mismos que están avasallando nuestra madre tierra.

En nuestros valles transversales de Elqui, Limarí y Choapa, la literatura de identidad se hace indispensable en el devenir de nuestros pueblos, la literatura de contacto con la tierra en empatía con su entorno, una literatura de amor y de defensa de la tierra, de defensa de nuestras raíces, sobretodo, en estos días en que nos amenaza el desarraigo, cuya responsabilidad es de los gobiernos, que permiten la entrada destructiva de tantas multinacionales que han llegado a nuestros valles. Una literatura testimonial de defensa de nuestros antepasados, una literatura con fuerza telúrica, no una literatura que se encuentre dentro de las casas como una cuestión de lujo, tampoco una literatura de farándula literaria ni intimista, que es la que predomina en muchos lugares de Chile, sino un código literario con fuerza transversal identitaria, con sol, con agua, con mar y cordillera, pesca, pirquén minero, cerros y quebradas, o sea, una actividad literaria capaz no sólo de mostrar, sino que de defender lo que somos y que debemos seguir siendo.

Por Ana Leyton


Reels

Ver Más »
Busca en El Ciudadano