La recolonización de Latinoamérica al parecer está de vuelta. Cuando muchos politólogos y especialistas en relaciones internacionales cantaban loas a un supuestamente “nuevo” orden mundial, surgido tras la desaparición del campo socialista, resulta que los noventa y lo que va del siglo XXI, están mostrando lo contrario. Hoy más que nunca estamos en guerras diversas, pero ahora, con los motivos a la vista estimado lector y lectora: interés geopolítico y económico.
Claros motivos siempre disfrazados de grandilocuentes y hermosas palabras: democracia, derechos humanos, libertad.. Una pena como se mancilla el honor de esos términos tan duramente conquistados desde las mayorías en la historia de la humanidad. ¿Pero qué se puede pedir ya de unos medios de “comunicación” directamente comprometidos con los sectores conservadores y/o neoliberales? Comprometidos con sus dueños y sus intereses.
Hoy mismo, al día siguiente de la histórica votación por la Asamblea Nacional Constituyente en Venezuela, La Tercera titula mañosamente: “el caos se apoderó de Venezuela…”. Había olvidado que la profecía autocumplida del “caos” es una de las armas favoritas del poder del imperio y sus aliados para hacer fracasar procesos de cambios en el continente. Estrategia que, por supuesto, fue aplicada también en Chile, para terminar de adelantar el golpe de Estado en el año 73. Un caos producido por esos mismos sectores dominantes, que lo contratan y lo administran, para después adjudicárselo al gobierno de turno y según necesidad. La verdad, es que por lo que se sabe solo hubieron incidentes en lugares aislados en las elecciones del domingo pasado , casualmente, cerca de la frontera con Colombia. Sin embargo estos “objetivos” medios se dedican a invisibilizar los millones que sí salieron a votar, y de paso, echar más leña al fuego a ver si se produce algún tipo de intervención o guerra interna. La guerra encubierta ya comenzó hace bastantes años. Y es una guerra por el dominio geopolítico y, al mismo tiempo, el poder y control de los principales recursos energéticos que le permiten, a las grandes potencias, mantenerse en la primera línea de la competencia mundial (agua, biodiversidad, petróleo, gas natural, entre otros). Pero esto, claro, no lo dicen, ni los gobernantes de nuestros países, ni sus intelectuales, ni sus medios de comunicación. No pues, hay que ser serios y saber desinformar bien.
América Latina vivió si se quiere un tiempo de autonomía relativa entre los 90 e inicios del siglo XXI, cuando el norte imperial-para el cual somos “su patio trasero”-, miró más hacia el este, Asia y Europa. En ese entretiempo es que fueron surgiendo en el continente una serie de gobiernos que podríamos calificar de tendencia nacional y popular, críticos del neoliberalismo: Bolivia, Honduras, Brasil, Argentina, Paraguay, Venezuela. Gobiernos que sin romper con el nuevo orden, intentaron promover una mayor unidad latinoamericana basada en su capacidad de decisión autónoma en base a su propia historia y necesidades. No mucho más que eso. Sin embargo, ha bastado su orientación, al menos discursivamente anti-neoliberal, así como su pretensión de insertarse de manera autónoma en la globalización, e intentar políticas que favorecieran a las grandes mayorías. Bastó eso digo (además, claro, de abrirse a otra relación con la isla de Cuba, castigada y marginada de la unidad latinoamericana por órdenes del Norte en la OEA), para que fueran puestos en la mira de los grandes poderes mundiales y sus expresiones políticas derechistas o social-liberales, sea en los USA, en Europa o aquí mismo, en el continente (ahí está-para probarlo- la estrategia de los golpes “blandos” aplicada a Honduras, Paraguay o Brasil).
La globalización financiero-mercantil –nueva fase del capitalismo- , así como su expresión mediático-tecnológica, no admiten alternativas, solo alternancias; tampoco otro paradigma, sino su doctrina del “pensamiento único”. Pues bien, ¿por qué hago esta entrada mi estimado lector y lectora? Pues para hablar de lo impresentable que resulta el último dictado imperial del poder norteamericano contra el pueblo venezolano y su gobierno, para intentar impedir la constituyente. Ya antes, el expresidente Obama había dictado otro decretillo declarando a Venezuela “una amenaza extraordinaria e inusual” contra la seguridad estadounidense (sic). ¿Usted lo puede creer? ¿Usted sabe, lector/lectora, que los USA tienen unas 800 bases militares (200.000 soldados desplegados en cien países) apostadas alrededor del mundo y que es el país con el mayor presupuesto militar del planeta? Y que, al menos siete de esas bases están apostadas casualmente en Colombia. Qué raro no. Justo en la frontera con un estado independiente, como Venezuela. ¿En qué siglo estamos, me quiere decir? ¿No se había terminado con el neocolonialismo y reconocida la autodeterminación de los pueblos y sus gobiernos, incluso desde Naciones Unidas? ¿No se había terminado con la idea de “guerra fría” promovida desde Occidente contra pretensiones de cambio revolucionario en el mundo? ¿Acaso no se disolvió el Pacto de Varsovia y la Otan no cumplió su palabra dada a Gorbachov de realizar el mismo gesto; porque para qué querríamos Otan si ya no hay peligro ni amenaza desde el Este?
Lo impresentable también, es el acompañamiento que hacen a esta amenaza desde el poder imperial, una serie de gobiernos latinoamericanos. Uno esperaría un poco más de dignidad en los gobernantes, ¿no? Porque no se trata en esto de estar o no de acuerdo con la filosofía bolivariana, sino de algo muy serio: tenemos –como pueblos, posibilidad de ensayar modelos alternativos, de autodeterminarnos- ¿o aquí, en este “patio” del sur, la tan manoseada “democracia”, se remite y restringe a opcionar solo aquello que gusta al poder del norte, de las grandes transnacionales, de los bancos, de la Otan o el FMI y sus medios de prensa? Pues bien, si este dictado del gobierno de los USA es impresentable es, al mismo tiempo, irresponsable, por las consecuencias que puede entrañar. Esta irresponsabilidad la comparte con la dirigencia de la oposición venezolana, que ha sido incapaz y no ha querido jugar el juego político-democrático todos estos años (desde el mismo año 99) , y que ha apostado por la fuerza, la mentira, la manipulación y los golpes de mano para desalojar al gobierno bolivariano (¿se nos olvidó ya el golpe de Estado contra Chávez el 2002, apoyado también desde el gobierno chileno de la época?) .
Esta derecha opositora y sus medios trabajan el dicho goobeliano: una o varias mentiras repetidas mil veces se convierten en verdades. Allí tiene usted los objetivos noticiarios e informaciones para comprobarlo todos los días. Sólo un ejemplo: van más de diez personas quemadas vivas por los adalides de la oposición en sus manifestaciones barriales. ¿Pecado? Pues ser muy moreno y parecer “chavista”. Dígame, ¿qué ha sabido usted al respecto por nuestros medios? ¿Cuándo se ha intentado dar y decir la verdad respecto a las “guarimbas” y los muertos permanentes, los incendios a edificios públicos, incluidos hospitales infantiles? Por favor, nada de esto es furia espontánea. No señor. Está todo organizado y planeado (como también lo estuvieron las acciones pro-golpe antes del año 73, aquí mismo pues). Ahora han dado un paso hacia la irresponsabilidad completa: pretender formar un Estado paralelo al existente. ¡Cómo es posible que gobiernos latinoamericanos avalen esa locura? ¿Sabe usted cual es el modelo? Véalo y estúdielo pues: Ucrania, Siria, Irak, Libia. ¿Y cómo han terminado esos países? Se ha preocupado por indagarlo, ayudado por nuestra objetiva televisión y medios de prensa?
El caso de Libia es paradigmático. Después de la salvaje muerte del líder Kadaffi a manos de mercenarios, nunca más se habló de Libia en los medios. ¿No le parece algo raro esto? Y hoy Libia está dividida y destruida. Tiene al menos dos gobiernos con sus milicias paralelas y es pasto de los terroristas en esa zona. Pero no importa: allí hay importantes reservas de gas natural y petróleo. Pretender tener dos ejecutivos con todo lo que eso significa es ir directo a la destrucción del Estado-Nación (territorio, tradiciones, poder, población) y al caos. A la muerte del país, de sus fronteras y de sus recurso naturales.
No se puede realizar un debate sobre este tema en los medios. Ellos y las élites están a-priori abanderados con el golpe de estado ( disfrazado de palabras grandilocuentes: democracia, derechos humanos, acuerdos..). Como usted ve es un tema complejo y que daría para varias páginas. La finalidad de estas líneas no es entrar a defender a rajatabla todo lo obrado por los líderes bolivarianos en estos años, sino denunciar la hipocresía, el cinismo y las posverdad que predomina en la clase política tradicional en nuestros países. Los mismos que muchas veces censuraron discursos por unilaterales y homogenizantes, apoyan de manera ciega todo lo que hace allí esa oposición, sin interrogarse por su legitimidad, o por sus orientaciones ideológicas e intereses clasistas. Una oposición, que tiene entre sus componentes a ultraderechistas, para los cuales, como dice Jesús González Pazos, “la democracia no importó nunca salvo que sirviera a sus intereses de clase”.
Discúlpeme, por último, se nos quedaba en el tintero quizá lo más importante de todo esto: resulta que Venezuela tiene las mayores reservas de petróleo a nivel mundial; y además, oro, diamantes, coltán, y una serie de minerales raros muy importantes para la industria de armamentos y las nuevas tecnologías. ¿Tendrá esto algo que ver con lo que está pasando, o lo único que hay en todos estos “reclamos” son puras y desinteresadas buenas intenciones?. Disculpe lector/lectora que me haya extendido, pero la verdad es que el desequilibrio informativo es aplastante, y por eso me he permitido escribir algunas líneas más y disentir de los discursos dominantes. Espero no haberlo importunado demasiado en sus certezas.