Esto ya ocurrió antes, hace dos años, cuando comenzaron a emanar datos de los computadores de Raúl Reyes, incautados en la operación ilegal de militares colombianos en suelo ecuatoriano.
Dice la leyenda, importada primero por el senador Alberto Espina, que un tal Roque, enlace de las Farc en Chile, solicitó a la organización guerrillera entrenamiento para activistas mapuche y para “otros grupos subversivos”.
Metódicamente, el diario La Tercera viene publicando en portada sobre la detención del militante comunista Manuel Olate, cuatro días seguidos. Se asigna el papel de puntal de la “causa antiterrorista”. Desde su primera entrega, el domingo
31 de octubre , el periódico de Copesa, además de señalar que Olate sería “Roque”, intenta vincular a dirigentes comunistas sin más argumentos que el haber sido presuntamente mencionados en correos electrónicos.
En la edición del primero de noviembre, se reproduce un mensaje donde Raúl Reyes expresaría que “con la venta de las muñequitas… habrá dinero….”, refiriendo una actividad de financiamiento supuestamente organizada por “Roque”. Luego, esta misma “venta” es repetida sin dar detalles al día siguiente por La Tercera, bajo el titular “Fiscalía de Colombia acusa a chileno de gestionar fondos …”. Por lo tanto, las Farc se financian mediante el comercio de muñequitas.
Día a día, el periódico va soltando fragmentos de mensajes, reciclando la información aportada por el gobierno de Colombia, de forma tal de “golpear” con algo que parezca nuevo.
Esta campaña, encuentra su fundamento en los correos del computador del abatido Raúl Reyes. Pero esto alimenta una polémica que no es citada por La Tercera, ni por ninguno de los medios que colaboran en el mismo empeño.
La real existencia de los correos es para los medios un dogma incuestionable. Como dato fundamental, es preciso aclarar que acá no hablamos de mensajes interceptados. En el informe que evacuó Interpol sobre los equipos requisados, se da cuenta pormenorizada de los tipos de archivos contenidos en los computadores: imágenes, archivos de sonido y vídeo, y documentos de Word y PDF. El periodista español Pascual Serrano, en un análisis publicado en mayo de 2008, destaca que en ninguna parte del informe se menciona que los equipos contengan correos electrónicos.
Esta sospecha se refuerza con las declaraciones del Procurador General colombiano Alejandro Ordoñez a la revista Semana de fecha 2 de octubre de 2010, a propósito de las investigaciones en contra de la senadora del mismo país, Piedad Córdoba.
Textualmente, el alto funcionario expresó que “para mayor claridad, hay que decir que en el expediente no hay correos, hay documentos en Word”. Idéntica afirmación hizo bajo juramento en diciembre de 2008, el capitán Ronald Coy, uno de los expertos policiales a cargo de la investigación de los computadores.
De acuerdo a estos antecedentes, sólo se hallaron archivos de texto que, en caso de ser auténticos, no serían aptos para comprobar si fueron enviados o recibidos como correos electrónicos.
En un juicio mediático como el que soporta un ciudadano chileno, la culpabilidad se presume. Ni pensar en plantear una duda razonable sobre la autenticidad de las “pruebas”. Eso no sería periodismo, según las tendencias en voga.
Por Luis Cuello