Los impactos del debate Biden-Trump

Los impactos causados por el primer debate presidencial de Joe Biden y Donald Trump fueron marcados. Pusieron en duda en muchos sectores partidarios de la candidatura de Biden y en medios de comunicación su capacidad para continuar la carrera electoral. Al tiempo que a Trump se le cuestionó las numerosas mentiras en que incurrió. Biden, al día siguiente reconoció las críticas que se le hacían, pero insistió en ser la persona indicada para derrotar a Trump.

Los impactos del debate Biden-Trump

Autor: El Ciudadano

Por Hugo Fazio

El titular de Financial Times, suscrito por su Consejo Editorial, del “debate” efectuado entre los candidatos presidenciales Joe Biden y Donald Trump, titulado “Un momento alarmante para la democracia estadounidense”, queda corto para mostrar la gravedad y trascendencia de lo acontecido. En primer lugar, el tema necesariamente tiene repercusiones globales, por el peso y significación de EEUU en los más diferentes terrenos. Y luego, porque ya no nos encontramos en un momento solo “alarmante” del imperialismo estadounidense, sino en otro descendente que se extiende desde antes de la pandemia, y que coincide con un curso de cambios en las relaciones mundiales.

“El espectáculo presidencial que se desarrolló en las pantallas de televisión el jueves (28) en la noche -manifestó Financial Times- fue un espectáculo triste para Estados Unidos y para el mundo. Joe Biden parecía frágil y a veces confundido, perdiendo el hilo de sus pensamientos a mitad de la respuesta. Donald Trump mintió repetidamente -agregó- y demostró la total ausencia de una brújula moral. Para el Partido Demócrata, y todos aquellos que temen que Trump represente una amenaza existencial para la república estadounidense, el desempeño vacilante de Biden es motivo de desesperación. Mientras Trump lo acusaba de ser el peor presidente de la historia de EEUU” (29/06/24).

Esa noche, comentó después adicionalmente Financial Times, “muchos demócratas de la Cámara de Representantes, que representan a un amplio sector de la bancada demócrata, se estaban enviando mensajes de texto entre unos y otros diciendo que Biden tiene que anunciar que ha decidido no presentarse a la reelección. Biden tiene que hacer lo patriótico y hacerse a un lado. Necesitamos una convención abierta que entusiasme al pueblo estadounidense como nunca hemos visto” (30/06/24).

El adelantar el primer debate presidencial, incluso antes que republicanos y demócratas nominaran formalmente a sus candidatos, constituyó un fracaso para quienes pensaban, por ejemplo, que serviría para disipar las dudas sobre la capacidad de Biden para ser el candidato a la reelección. Al contrario, se intensificó la presión para que dejase de serlo. Numerosos medios de comunicación de tendencia liberal, que en consecuencia lo apoyaban, empezaron a plantear ya al día siguiente del debate, la necesidad que se retirase. La oleada creció todavía más cuando el viernes 28 en la tarde, The New York Times tituló: “Si quiere servir a su país, el presidente Biden debería abandonar la carrera”. Para luego afirmar: “Ha sido un presidente admirable. Bajo su liderazgo la nación ha prosperado y ha comenzado a abordar una serie de desafíos a largo plazo, así como las heridas abiertas por Trump que gracias a él han comenzado a sanar. Pero el mayor servicio público que puede prestar ahora mismo es anunciar que no seguirá postulándose para la reelección”.

La publicación de The New York Times aumentó el revuelo. Hay quienes la cuestionaron, manifestando que no era suficiente “una mala noche” para dar un paso como el sugerido. Otras opiniones, en cambio, apuntaron a favor del retiro. Entre esas estuvo la del premio Nobel, Paul Krugman, que durante todo el gobierno de Biden le ha brindado un constante apoyo, junto con duras críticas a Trump. Sus columnas semanales lo asumieron como un tema casi único. “El mejor presidente de mi vida adulta -escribió- necesita retirarse” (29/06/24). 

Desde luego, centrar el análisis en Biden, sus problemas y la resolución que adopte lleva a un análisis unilateral. En el debate una vez más Trump deformó los hechos o lisa y llanamente mintió para defender sus formulaciones. “Se trata -como constató el artículo de Financial Times- de un hombre que afirmó que Biden era un títere de la China comunista (…) y que se negó a afirmar inequívocamente que aceptaría los resultados de las elecciones de noviembre”. Trump en un momento del debate dijo, al referirse a Biden, “no está preparado para ser presidente. Usted lo sabe y yo lo sé”.

Biden y su comando rechazaron las peticiones sobre su renuncia. Hubo quienes incluso dieron nombres de figuras demócratas que podrían asumir la responsabilidad. Entre ellos se nombró repetidamente al gobernador de California, Gavin Newton, quien al ser consultado respondió que “nunca le daré la espalda”. Sin embargo, la prensa insistió en dar nombres alternativos. El representante de Illinois, Chuy García, opinó que en la determinación final el propio Biden y su esposa “tienen una gran responsabilidad de tomar la mejor decisión posible en el interés nacional y del partido”. Por su parte, el profesor de ciencias políticas de la Universidad de Hamline, David Schultz, expresó “no veo que Biden abandone, a menos que su esposa lo convenza de ello. Biden cree que le fue bien en el debate. No creo que él y sus asesores se den cuenta del problema en el que se encuentran” (29/06/24).

Al día siguiente del encuentro televisivo, Biden expresó a donantes acaudalados, en el balneario de East Hampton, en Nueva York, “entiendo la preocupación por el debate. Lo entiendo. No tuve una gran noche. Trump destruirá la democracia. Yo la defenderé, les prometo que ganaremos estas elecciones” (30/06/24).

Ambos candidatos triunfaron ampliamente a comienzos de 2024 en las respectivas primarias presidenciales. Son los delegados a las respectivas convenciones a efectuarse para nominarlos formalmente los que deberían encontrar los sustitutos para reemplazarlos en caso de ser necesario. Dado que el índice de aprobación de la vicepresidenta, Kamala Harris, es inferior al de Biden, “es casi seguro -sostiene Financial Times en una información adicional- que otros demócratas se lanzarían a la carrera” (30/06/24).

En el debate televisivo, Trump planteó que debería modificarse la estructura de impuestos, aumentando los aranceles y rebajando los gravámenes a la renta. Ello, desde luego, tendría un efecto regresivo en la distribución del ingreso, dado que reduciría la tributación de las capas de la población más ricas y elevaría el de los sectores más pobres al ser el arancel un impuesto indirecto, que afecta a todas las personas.

El contexto general en EEUU de un incremento en la desigualdad contribuye desde luego también a entender lo sucedido. Como escribió el académico serbio estadounidense Branko Milanovic, de la Universidad de Nueva York, “la crisis financiera mundial subprime (iniciada en 2008) reveló en particular en Estados Unidos que la clase media en realidad no tenía los aumentos sustanciales de los ingresos que creían o, en realidad, al menos un aumento razonable de los ingresos, ya que eran simplemente capaces de pedir préstamos en contra de ingresos ya estancados. Así que cuando se produjo la crisis financiera, el 1% de mayores recursos se dio cuenta que le había ido muy bien. Pero, los estratos medios tenían sus casas embargadas. Tenían que pagar las deudas, que en tarjetas de crédito eran más del 100% del PIB. Así que de repente lo que se reveló fue que la tasa de crecimiento de la clase media era mucho menor de lo que parecía. Y, por otro lado, se dieron cuenta de que el 1% no fue castigado de ninguna manera por la crisis. Eso llevó a aumentar el interés (…) en el tema de la desigualdad”. 

“La polarización o la alta desigualdad -agrega Milanovic- hacen que la necesidad de luchar contra la desigualdad sea más apremiante. Pero si el poder político refleja la desigualdad económica, es decir, si los ricos controlan el proceso político, es evidente que las medidas redistributivas serán más difíciles de aplicar. Sin embargo, no soy del todo pesimista. La acción política y social pueden cambiar las cosas como en el pasado”. (Branko Milanovic, Penguin Random House, versión en español. 2024). De allí la importancia de llegar a conclusiones apropiadas sobre el curso de los acontecimientos en EEUU.

Por Hugo Fazio

Director del Cenda

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