Los valores del COVID19: La otra guerra de las ideologías

En los días que corren, la comezón por ligar las agendas e intereses particulares/ institucionales a la crisis sanitaria global del coronavirus es incontrolable

Los valores del COVID19: La otra guerra de las ideologías

Autor: Patricio Segura

En los días que corren, la comezón por ligar las agendas e intereses particulares/ institucionales a la crisis sanitaria global del coronavirus es incontrolable.  Sentido de la oportunidad le llaman algunos.  Capitalización le dicen otros. Como oportunismo se le conoce también.

El efecto más notorio ha sido la especulación de quienes comercializan productos básicos y de salud relacionados con la emergencia.  El aumento de los precios y la publicidad segmentada corren por los palos, aprovechándose de una mezcla de legítima preocupación con paranoia.  También han emergido líderes políticos y de otros ámbitos intentando ganar pantalla, lo que fue cuestionado por el ministro de Salud Jaime Mañalich al señalar que “entendemos que algunas personas puedan tener un cierto vértigo por participar en actividades comunicacionales” pidiendo actuar con responsabilidad “pensando en el bien del país y no en un proceso electoral próximo”.

Incluso sectores que quizás no mucha relación directa con la emergencia tienen aprovechan el momento, como el caso de AES Gener que este fin de semana difundió un sentido mensaje donde muestra a operarios trabajando en mantener los sistemas eléctricos operativos.   “Desde #Ventanas #LosHéroesDeAES generando energía para que todos los chilenos tengan luz en sus casas. ¡#QuédateEnCasa, cuida a tu familia!” posteó en su cuenta oficial, con un breve video desde esta planta ubicada en Quintero.  Similar hizo en Guacolda (Huasco) y Cochrane (Mejillones), llamando al aislamiento social.  El problema es que las termoeléctricas son importantes causantes de patologías pulmonares que agravan las posibilidades de muerte al  contagiarse con el COVID19.

La elección de los ejemplos acá consignados podrían entrar también en esta categoría, considerando mi visión crítica previa sobre el libremercado desatado y la generación eléctrica con altos impactos socioambientales.  Incluso el foco de esta columna, ya que hablar del coronavirus hoy es lo que la lleva.  Aunque, para ser estrictos, no hacerlo demostraría una grave desconexión o insensibilidad.

Además de los aspectos sanitarios, los límites de la ciencia y del mercado, otro de los temas que emerge es el clásico y permanente debate sobre el bien común.   Este, entendido como ese sentido que nos hace poner el interés de todos y todas por sobre el personal o del grupo más cercano.

Quizás parte de la discusión ronda los alcances de lo que entendemos como cercano o afín.  Nosotros como individuos, nuestros hijos, hermanos y padres, la familia, amigos, vecinos, coterráneos, connacionales, continentales.  La especie humana, quizás.  La naturaleza y la biodiversidad.  La vida, al fin y al cabo.

Esta discusión no es menor.

Por un aspecto ético, porque preocuparnos por el, la y lo otro es lo correcto según la ética a la cual muchos adherimos.  La defensa de la vida cómo y dónde esté.  Pero también por una consideración estratégica de supervivencia como especie e individuos, considerando que solo en la medida de que existan los otros podremos sobrevivir.  Sí, con la crudeza y certeza que mencionar hoy la disyuntiva sobre la posibilidad de no superar con vida esta crisis.

Que sea esta una oportunidad para profundizar nuestro sentido de interdependencia, empatía, solidaridad y comunidad es lo que muchos y muchas queremos.  Aunque las fuerzas por salvaguardarse desde la individualidad, el egoísmo y la competencia también son fuertes.   Una dicotomía clásica en la historia humana.

Esa es la otra pandemia que debemos enfrentar. Soy un convencido de que nos necesitamos todos y todas, para lo cual se requiere que tengamos mayores herramientas y posibilidades de vivir en dignidad y desarrollar nuestro potencial.  Algo que al parecer no asegura el modelo de neoliberal de la sociedad actual, que todo lo mercantiliza y privatiza.

El global, pero en especial el nacional.  Y esa es una discusión que cobra sentido hoy aún más.


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