Días después del rescate de los 33 mineros, el ex presidente Lagos habló en Cooperativa sobre la necesidad de mayor fiscalización en seguridad laboral; Luis Larraín, del Instituto Libertad y Desarrollo (ligado a la UDI) habló también en Cooperativa pero para decir que la idea de que los empresarios fuesen los “malos” era simplista. “La responsabilidad frente a la vida de cada uno, y frente al trabajo, es primero del trabajador, y allí hay una falla”. “Sé que esto que estoy diciendo no es popular, pero hay una falla de un trabajador que acepta ir a trabajar en condiciones de trabajo que no son las que cautelan su vida”, dijo Larraín.
Según CNN, el año pasado hubo 50 muertos en las minas de Chile. De hecho, la propia mina San José ya había sido cerrada en el 2007 por defectos de seguridad, pero el afán de lucro de sus dueños llevó a que fuese reabierta. Gino Cortés, trabajador de la mina San José, perdió una pierna producto de un accidente el pasado 11 de julio. Habría que preguntarnos: si en Chile la esclavitud fue abolida en 1823 (mucho antes que en Estados Unidos), ¿por qué entonces Larraín dice que la falla es de los trabajadores y no de los empresarios?
La postura de Larraín es coherente con su afiliación política. Se trata, igual que hacía la Inquisición medieval, de justificar las estructuras sociales actuales (sea injustas o no) para mantener el orden. De hecho, la Biblia dice: “Vosotros, los esclavos, estad sumisos con todo temor a los amos, no tan solo a los buenos y apacibles, sino también a los de recia condición. Pues el mérito está en sufrir uno, por respeto a Dios, penas padecidas injustamente” (1 Pedro 2:18-19).
Actualmente la esclavitud sigue vigente en algunos países de mundo como Mauritania y Sudán, que se rigen por leyes del Islam. Los amos son árabes y los esclavos son negros africanos como los de la tribu dinka. Los amos pueden usar sexualmente a sus esclavas de cualquier edad en todas las formas que quieran. Ha ocurrido que algún que otro esclavo huya, y sus propios familiares esclavos se han enfurecido con él. Los que se han fugado vuelven por decisión propia, pues desde niños han sido separados de sus madres y sus amos les han enseñado que Alá los escogió para servir, y que si escapan irán al infierno. Marx llamaba “mistificación” a este modo de uso de la religión para controlar mentalmente a personas explotadas (parecido a lo que hacía Karadima con sus víctimas).
La revolución de independencia de Estados Unidos respecto a Gran Bretaña, considerada como máxima expresión de los principios de la ilustración, no abolió la esclavitud (a diferencia de la revolución francesa). El capitalismo iluminista moderno siguió siendo esclavista en EE.UU. durante casi un siglo después de la independencia, a pesar de que los presidentes en ese país eran elegidos (como corresponde a un país capitalista republicano) y duraban 4 años en el poder. Los primeros 15 presidentes del país eran dueños de esclavos o, en todo caso, consideraban la esclavitud una institución republicana normal. Cuando, después de varias décadas, se generó un conflicto en el siglo XIX entre norteños abolicionistas y sureños esclavistas, los sureños daban argumentos liberales para defender su derecho a tener esclavos. Había libertad para comprar y vender seres humanos, y ellos habían comprado a sus esclavos. Para ellos no había contradicción entre los conceptos de “libertad” y “esclavitud”. No había ningún límite a la propiedad privada, ésta incluía a los esclavos.
“Existe un gran error al suponer que la gente de los Estados Unidos son, o han sido alguna vez, un pueblo. Por el contrario, nunca brilló el sol sobre dos pueblos más distintos que los del Norte y el Sur. Como todas las grandes naciones de la antigüedad, nosotros somos propietarios de esclavos y comprendemos lo que es un gobierno libre. El Norte no lo sabe”, declaraba Robert Barnwell Rhett el 10 de noviembre de 1860, previo a la guerra civil estadounidense.
El liberalismo, como vemos, no es incompatible con el esclavismo. Algo a tener en cuenta.
Por Stefano Gissi