Geraldina Colotti / Semanario Cuatro F
Una jugada maestra. Así apareció en el escenario político internacional la decisión del presidente venezolano, Nicolás Maduro, de otorgar el indulto a 110 figuras de la oposición en espera de juicio por diversos delitos. Una jugada maestra por la paz, para romper el cerco imperialista contra Venezuela, quitando argumentos a quienes, en Europa y en las principales instituciones internacionales, usan el pretexto de los «derechos humanos» para boicotear las elecciones parlamentarias del 6 de diciembre.
El decreto presidencial que se fundamenta en la Constitución bolivariana, que también utilizó Chávez, fue leído por el ministro de Comunicación, Jorge Rodríguez, durante una rueda de prensa internacional. “En aras de la reconciliación y en cumplimiento de los acuerdos alcanzados en septiembre de 2019 en la Mesa de Diálogo Nacional – explicó Rodríguez – el presidente Nicolás Maduro otorga el indulto a 110 opositores, procesados por diversos delitos relacionados con crímenes de agresión contra la Nación venezolana «. La decisión «allana el camino y abre nuevas oportunidades de participación en las elecciones parlamentarias del 6 de diciembre», incluso si -especificó el ministro- el indulto no está condicionado directamente a la participación electoral.
Entre los 23 diputados y 4 suplentes liberados se encuentran Freddy Guevara, Juan Pablo Guanipa, Miguel Pizarro y Juan Requesens, bajo arresto domiciliario en los días previos al decreto, acusado de haber organizado el atentado contra Maduro. También fue indultado Roberto Marrero, asistente del autoproclamado «presidente interino», Juan Guaidó, y abogado del líder de Voluntad Popular, Leopoldo López.
Muchos de estos personajes fueron activos en la ola de violencia desatada contra el gobierno en 2017 y en los demás intentos de desestabilización organizados desde el parlamento, donde la oposición obtuvo mayoría en las elecciones legislativas de 2015. En este sentido, es evidente el intento de Maduro de cerrar una dramática situación en el país, devolviendo la competencia política a parámetros constitucionales, y evitando en la medida de lo posible las aventuras de guerra que los halcones del Pentágono pudieran decidir antes de sus elecciones presidenciales del 3 de noviembre.
Oposición fragmentada
Nunca antes el frente de la derecha ha estado más fragmentado y desacreditado. Los grupos principales son tres. El ala más proatlántica, representada por María Corina Machado, Diego Arria y Antonio Ledezma, propone explícitamente una intervención militar externa y trata de presionar a Estados Unidos.
Una solución que Elliott Abrams definió como «fantasiosa», pero que sigue teniendo sus contactos tanto en la administración norteamericana como en los puntos de articulación de la «internacional fascista», activa en Europa y América Latina.
La fracción cada vez más desgastada de Guaidó está formada por 27 partidos que se van vaciando ante la perspectiva de perder, con la renovación de la Asamblea Nacional, incluso esa apariencia de legitimidad que les viene de ser diputados electos en 2015. Por ello, tienen previsto organizar otro simulacro de consulta “popular”, en un intento por mantener en pie la farsa administrativa de su parlamento virtual.
«No se hace política con Internet», dijo Capriles Radonsky, líder del partido Primero Justicia, al anunciar que había optado por la vía electoral. El ex candidato presidencial, derrotado por Chávez y luego por Maduro, en 2013, ha decidido volver a aprovechar la oportunidad. Dijo que comenzó a estudiar «los diversos procesos de transición en el mundo» y se le ocurrió una comparación con Polonia en los días de Lech Walesa.
«El Partido Comunista de Polonia – argumentó – en esas elecciones legislativas de 1989 reservó todos los escaños menos el 30%, y Walesa dijo: lucharemos por ese 30%». Y así pretende hacer Capriles, que le ha pedido a la Unión Europea y Naciones Unidas que participen como observadores en las próximas elecciones parlamentarias. Tanto la Unión Europea como la Alta comisionada de la ONU para los Derechos Humanos, Michelle Bachelet, y Amnistía Internacional, hicieron comentarios a favor del indulto, mientras que el Vaticano ya se había manifestado a favor de la celebración de elecciones.
En una carta enviada a la ONU y la UE el canciller venezolano, Jorge Arreaza, les reiteró la invitación a que asistan como observadoras, dada la existencia de todas las garantías electorales, y volvió a denunciar la actitud intervencionista de algunos gobernantes de la región.
«Si la oposición acepta el indulto, acepta al dictador como presidente legítimo», tuiteó el ex presidente colombiano, Andrés Pastrana, tan obsesionado con el socialismo bolivariano como el secretario general de la OEA, Luis Almagro. Un comentario que, sin embargo, resume el principal objetivo logrado por Maduro con el indulto: el de obligar a quienes habían apoyado la farsa de Guaidó a nivel internacional a reconocer la evidencia de los hechos, es decir, la legitimidad del Gobierno Bolivariano.
Una realidad que ridiculiza las pretensiones de unas figuras de extrema derecha que, tras obtener el indulto, intentaron treparse a los espejos, alegando no reconocer «al dictador», y anunciando que de todos modos no elegirán la vía electoral.
«El presidente tuvo la grandeza y la nobleza de entender que la paz de este país merece todos nuestros esfuerzos», dijo el presidente de la Asamblea Nacional Constituyente, Diosdado Cabello, volviendo a su programa de televisión Con El Mazo Dando, y sumando su voz a la expresada colectivamente tanto en la AN como en el Partido Socialista Unido de Venezuela para apoyar el indulto.
Luego, Cabello se volvió hacia aquellas áreas de la militancia que han digerido mal la liberación de «estos personajes, muchos involucrados en actos de terrorismo e intentos de magnicidio», invitándolos a tener fe en la justicia venezolana. Pero el debate es fuerte y una parte de la izquierda radical considera esta decisión una confirmación del supuesto giro a la derecha del Gobierno Bolivariano.
El chavismo responde con política, continuando la apuesta de Chávez de darle cada vez más poder al pueblo: uno de los puntos contenidos en el programa electoral de los candidatos del PSUV dentro de la alianza del Gran Polo Patriótico, leído por la vicepresidenta de la AN, Tania Díaz. Un objetivo que ha perseguido permanentemente la revolución bolivariana en todos estos años: el único antídoto real para no caer en el abismo cuando, como decía Lenin, se trata de calibrar la táctica entre «un paso adelante y dos pasos atrás».