Mi nombre es Mariana Gutiérrez García, tengo 35 años vivo en la comuna de la Pintana, casada y tenemos 2 hijas, soy Técnico Jurídico de profesión.
Mis estudios básicos los realice en un colegio de la SIP en la Pintana, sobre la educación media, mis padres soñaban con que tuviera mejores posibilidades y eso sólo lo lograría fuera de la población. Estudie en la Florida. Terminando comencé a trabajar desde muy joven (fui madre adolescente). Con los años pude estudiar en un instituto profesional donde me titule de Técnico Jurídico, postulé al Municipio de mi comuna, donde he trabajado en distintas áreas. En paralelo comencé un trabajo social con la comunidad por la necesidad de vivienda. Nos reunimos y trabajamos en conjunto con otras agrupaciones de la zona sur por la lucha del Derecho a la Vivienda y a la Ciudad. También trabajamos con organizaciones culturales y centros de acción social, cualquier instancia para sortear las necesidades de nuestra comunidad.
Desde la vivencia de un Chile desigual, discriminador por el sector donde naciste o estudiaste es que levantamos propuesta popular, para nosotras y nosotros la representatividad que ha tenido Chile no ha sido tal. Sólo han estado en los espacios de poder político integrantes de las elites de la sociedad, donde vienen a nuestros territorios solo a hacer turismo social o político en tiempos de campañas. Son escasos los que provienen de los territorios, por ello es tan profunda la desconexión con el mundo popular, no se explican por qué el estallido social, y criminalizan a la mayoría. Desde el Gobierno se nos declara la Guerra, se nos atemoriza y persigue. Fuimos los que salimos a exigir nuestros derechos y fin de la corrupción los que pagamos con vidas de nuestros vecinos y mutilaciones como el caso de la compañera Fabiola o Gustavo; el caso de Mario Acuña o Mauricio Fredes, nuestro vecino, o como olvidar a Alex Núñez, electricista que fue golpeado por carabineros tanto que le provocaron la muerte. Mi esposo también es electricista, los lloramos a todos ellos.
Tanto hemos vivido, sufrido, pero aun así nos levantamos por el pan para nuestras familias. El chileno es trabajador, pero no se mete en cuestiones de política, no les interesa, no les representa, porque claro, no había espacio para personas como nosotros. Hoy con mucha alegría y rebeldía habemos pobladores organizados que sí estamos dispuestos a poner la cara y pelear desde la institucionalidad lo que nos corresponde: un trato digno, accesibilidad a las oportunidades que cualquier ser humano debe tener. Nacer bajo un techo digno, poder tener alimentación, salud y educación para nuestros hijos, que nuestros viejos puedan descansar después de tanto darle al país con una pensión que les permita tranquilidad y no hambre, desolación y suicidio.
Llevar las voces de nuestros barrios, del verdadero Chile, ese prole, ese pícaro, ese que saca una sonrisa hasta de lo malo que pasa día a día. De ese Chile que le echa más agua al caldo cuando llegan visitas, de ese Chile que junta las chauchas para el pan, de ese que se levanta temprano y llega solo a dormir a su casa. De ese que debe vender sus pilchas en la feria o que con los retiros de los 10% por fin tuvo un millón en sus manos. De ese Chile vengo.
Un nuevo Chile es posible, con la nueva constitución y sin los herederos de la corrupción, con representantes nuevos, de los territorios y de lucha. Es tiempo de terminar con el saqueo y devolver el Estado al pueblo. ¡Es tiempo de que los pueblos manden!
Con JUSTICIA SOCIAL Y TERRITORIAL ¡vamos a cambiarlo todo!
Pero, ¿Qué es la Justicia Social y territorial?
Conseguir una convivencia pacífica entre todos los ciudadanos, a través del acceso a derechos, bienes y servicios. Su fin es acabar con la pobreza y desigualdad, otorgando el pleno desarrollo de todos los habitantes de la misma ciudad, región, país.
Trabajaremos para erradicar las exclusiones y diferencias entre clases sociales. Todos tenemos derecho a la ciudad, a la conectividad, a barrios seguros, limpios y con pulmones verdes, a casas dignas, Educación y Salud de calidad para todos.
El Estado debe garantizar en la planificación territorial, que la justicia social sea el marco regulatorio, concediendo igualdad de derechos, sin importar el barrio donde naces.
¡Nosotros sí repartiremos la torta!