El fenómeno del creciente número de mascotas en los hogares mexicanos es un reflejo de cambios sociológicos profundos en la sociedad actual. Según la Encuesta Nacional de Bienestar Autoreportado de 2021, un asombroso 69.8% de los hogares en México tiene al menos una mascota, sumando un total de casi 80 millones de animales de compañía en todo el país. Esta cifra, que incluye 43.8 millones de perros y 16.2 millones de gatos, nos obliga a reflexionar sobre las razones detrás de esta tendencia y sus implicaciones para la vida moderna.
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Uno de los aspectos más notables de este fenómeno es cómo la creciente popularidad de las mascotas coincide con una tendencia paralela: el retraso o la renuncia total a tener hijos. Para muchas personas, las mascotas han asumido un rol que antes se asociaba exclusivamente a los hijos. Se han convertido en compañeros emocionales, fuentes de afecto incondicional y, en algunos casos, incluso en sustitutos de la familia tradicional.
Este cambio tiene implicaciones significativas. Por un lado, las mascotas ofrecen compañía en una sociedad cada vez más individualista y marcada por la soledad. En un mundo donde las conexiones humanas pueden ser frágiles y temporales, los animales de compañía brindan una presencia constante y un tipo de relación que, aunque no verbal, es profundamente emocional. Para muchos, un perro o un gato puede ofrecer una estabilidad emocional que contrasta con la volatilidad de las relaciones humanas contemporáneas.
La cantidad de mascotas también ha tenido un impacto visible en la economía. La industria relacionada con las mascotas en México ha experimentado un auge notable, desde alimentos y accesorios hasta servicios veterinarios y de cuidado especializado. Este crecimiento económico es un indicativo de cómo las mascotas han pasado a ocupar un lugar central en el presupuesto de las familias mexicanas, a veces rivalizando con los gastos destinados a otros miembros de la familia.
Culturalmente, este cambio también es evidente. La presencia de mascotas en los hogares ha influido en la forma en que se concibe el bienestar animal y la empatía hacia los seres vivos no humanos. El hecho de que 85.7% de la población adulta haya manifestado algún tipo de empatía hacia la vida no humana, según la misma encuesta, sugiere que las mascotas no solo son una moda pasajera, sino que reflejan un cambio de valores en la sociedad mexicana.
Esta transformación cultural se manifiesta en la forma en que se percibe y trata a las mascotas. No es raro ver que perros y gatos sean tratados con un nivel de cuidado y afecto que antes estaba reservado para los humanos, desde celebraciones de cumpleaños hasta la inclusión en actividades familiares. Este fenómeno ha llevado a una redefinición del concepto de «familia», donde las mascotas no son solo miembros adicionales, sino integrantes centrales en la dinámica familiar.
Sin embargo, este incremento en el número de mascotas también trae consigo retos significativos. La sobrepoblación de animales, especialmente perros y gatos, es un problema serio en muchas partes de México, con miles de animales viviendo en las calles y sufriendo condiciones precarias. La responsabilidad que implica tener una mascota va más allá del afecto; requiere un compromiso con su bienestar, desde su alimentación y salud hasta su integración en la comunidad.
El hecho de que un alto porcentaje de la población exprese empatía hacia los animales sugiere que hay una conciencia creciente sobre este tema, pero la brecha entre la empatía declarada y la acción concreta aún es significativa. La necesidad de programas de educación y concienciación sobre la tenencia responsable de mascotas es más urgente que nunca. La adopción de animales en lugar de la compra, la esterilización para controlar la población y el respeto por los derechos de los animales deben ser parte central de esta nueva cultura de cuidado animal.
Otro aspecto crucial a considerar es la relación entre la presencia de mascotas y el bienestar emocional de las personas. La encuesta mencionada sugiere que existe una proximidad en los niveles de depresión y ansiedad entre quienes cohabitan con mascotas y la población en general. Esto plantea una cuestión interesante: ¿Las mascotas realmente contribuyen al bienestar emocional o su efecto es más complejo de lo que parece a simple vista?
Es posible que para algunas personas, las mascotas ofrezcan consuelo y alivio ante la soledad o el estrés, pero para otras, la responsabilidad que conlleva tener un animal de compañía puede agregar una capa adicional de preocupación. Además, la relación entre el bienestar emocional y las mascotas puede variar dependiendo de factores como la situación económica, la red de apoyo social y la personalidad del dueño.
El aumento en el número de mascotas en México no es solo una moda pasajera, sino un síntoma de cambios profundos en la estructura social y emocional de la sociedad. Las mascotas han pasado de ser simples animales de compañía a desempeñar roles fundamentales en las familias mexicanas, influyendo en la economía, la cultura y el bienestar emocional de millones de personas.
Sin embargo, este fenómeno también presenta desafíos importantes que deben ser abordados de manera integral. Desde la promoción de la tenencia responsable hasta la implementación de políticas públicas que protejan el bienestar de los animales, es esencial que la sociedad mexicana asuma un enfoque consciente y comprometido hacia sus compañeros no humanos.
En última instancia, las mascotas en México son más que un simple indicador de cambio social; son un recordatorio de nuestra capacidad de empatía y cuidado, cualidades que, en un mundo cada vez más complejo y alienante, son más necesarias que nunca. Eso pienso yo, ¿usted qué opina? La política es de bronce.
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