WikiLeaks está desparramando en el mundo cuantiosa información reservada de los diplomáticos de EEUU quienes, con mayores o menores impudicias, han transmitido a sus jefes cómo se portan y qué dicen -a veces interpretando- las autoridades de los países en donde están acreditados. Estamos hablando hasta ahora de 250.000 archivos electrónicos traspasados a Julian Assange, su titular y brioso vocero, por un joven militar norteamericano, hoy preso, quien disponía, al igual que otros 2.500.000 de individuos, de tal documentación sensible tan mal resguardada por los servicios de inteligencia de la primera potencia mundial.
Para darle mayor credibilidad a esa gravitante información secreta Assange tuvo la inteligente y genial idea de ofrecérsela a 5 medios de prensa reconocidamente democráticos, plurales y objetivos : El País de España, Der Spiegel de Alemania, Le Monde de Francia, The Guardian de Inglaterra y con The New York Times de EEUU, cuyos periodistas están haciendo un encomiable trabajo de validación de los informes para reproducirlos posteriormente teniéndose en cuenta su innegable interés público.
Para evitar daños de mayor cuantía, estos serios y transparentes medios de prensa han eliminado ciertos nombres para no poner en riesgo sus vidas y como es lógico también se excluyó toda alusión a la seguridad nacional.
Por lo tanto, se aprecia que estos cinco conocidos periódicos se han visto en la necesidad de editar escrupulosamente toda la documentación recibida y contextualizándola la han publicado para que sus lectores saquen sus propias conclusiones. Algunos actores han criticado a WikiLeaks por haber seleccionado sólo a estos medios para que fueran portadores de los dichos que, ahora al conocerse en todas sus dimensiones, están dejando mal parados a varios gobiernos.
Naturalmente que la administración de EEUU argumenta que esta filtración es un delito y un funcionario de alto rango del gobierno canadiense llegó al extremo de afirmar, en un canal de televisión, que al mensajero -Assange- había que matarlo porque era riesgoso que continuara dando a conocer esos testimonios diplomáticos. Está claro que aquellos que se oponen a la divulgación de esos documentos lo hacen por propia conveniencia ya que de sus lecturas se aprecian los dobles comportamientos de esos agentes que han estado haciendo labores de espionaje en diferentes grados.
Excesivas cortesías, sonrisas, genuflexiones, besamanos y todo tipo de buenas maneras por un lado y enseguida cuando llegaban a sus oficinas, cuales topos, empezaban a transmitir lo que conversaron con sus anfitriones, autoridades de alto rango, quienes ingenuamente hablaban de todo con sus huéspedes sin creer que sus palabras, muchas veces distorsionadas, iban a estar en poder de agentes de una potencia extranjera. Algunos pecaron de lenguaraces y ahora están dando explicaciones de que fueron mal interpretados por sus elegantes y bien compuestos visitantes.
Una de las infidencias más delicadas es la referida al intento norteamericano de desacreditar la calidad y características de los aviones cazas Rafale, fabricados por la empresa francesa Marcel Dassault, ante el gobierno de Brasil, quien debía comprar este tipo de aeronaves para renovar su flota. EEUU quería que Lula se inclinara por sus competidores F18 Super Hornet fabricados por la estadounidense Boeing. Según la prensa, a pesar de que el presidente de Brasil se inclinaba por la opción gala, un ex embajador transmitía confidencialmente a EEUU que el jefe de la Aeronáutica de ese país prefería el F 18 y que por ser “confiable” el ministro de Defensa, había que convencerlo para que influyera ante el presidente y así éste cambiara de opinión.
El episodio WikiLeaks, bastante más mediático, variado y abundante, nos recuerda el incidente conocido como los «Papeles del Pentágono», acerca de la filtración de documentos secretos por parte de Daniel Ellsberg sobre la guerra de Vietnam que perdió EEUU. Al conocerse en 1971, casi 40 años atrás, tales papeles (en aquella época no existían las tremendas facilidades cibernéticas disponibles hoy en día) se tuvo conciencia del pésimo manejo del conflicto bélico por parte del gobierno del presidente Richard Nixon: ese informante dio a conocer un análisis secreto del Pentágono en donde se evidenció el doble discurso sobre los acontecimientos. Comentando los vericuetos de WikiLeaks, el famoso Ellsberg dice que las actuales filtraciones no ponen el riesgo la vida de las personas, dejando en claro que las autoridades de su país tratan de asustar cuando argumentan que están en peligro las integridades físicas de algunos.
Por ahora y por algún tiempo más, seguiremos conociendo documentos otrora reservados, los cuales continuarán dándole dolores de cabeza a EEUU, cuyas máximas autoridades, según la importancia de cada caso desenmascarado, aparecerán en las cámaras de televisión explicando lo inexplicable desde el punto de vista ético en las relaciones con los otros países. Recordemos que el lenguaje da para todo y a partir de este boom documental los líderes mundiales deberán tener mucho cuidado cuando se relacionen con emisarios del país del norte, pues, como EEUU se cree adalid en el mundo, continuará con sus indagaciones pero ahora con bastante más sigilo para asegurarse de que sus trasmisiones no serán detectadas por estos intrusos expertos en los malabares de la bendita informática.
Como esta técnica no tiene límite y los hackers son impredecibles, aparecerán otros Assange y el nombre de éste quedará grabado por mucho tiempo en las mentes de quienes opinamos que el término democracia está íntimamente asociado al término transparencia.
Por Patricio Herman