Por Juan Mastrantonio
La emergencia, hasta hoy, la han asumido las víctimas acompañadas de la solidaridad del pueblo.
El Estado, como una manada dispersa y en paraje desconocido, actúa con su consabida dispersión y parsimonia burocrática. Mandando y no ordenando. Como en todas las catástrofes anteriores, no ha aprendido a acudir con prontitud a restituir el daño socio-territorial que ha provocado porque aún no aprende a gobernar para eliminar las amenazas. Total, las pérdidas humanas y materiales de las catástrofes no se descuentan del PIB, más bien lo incentivan.Urge exigir la pronta restitución de la humanidad que requiere la emergencia: agua, alimentación abrigo, salud, higiene; asistencia profesional apropiada, por lo menos; retiro de escombros, instalación de carpas dignas para cada familia, con equipamiento de campaña, la instalación de carpas mayores para que se reúna la comunidad, en fin, la devolución de la vida humana, a lo menos.
Las Fuerzas Armadas no están sólo para reprimir, ellas tienen las mayores aptitudes, entrenamientos, completa logística y personal para asumir la prontitud que requieren las emergencias catastróficas.Paralelamente, exigir ser parte en las decisiones que los involucren.
Urge tener un plan de reconstrucción.
Sin conversar con las víctimas, con los dirigentes poblacionales, con las organizaciones sociales, ni con las autoridades locales ni regionales, el poder central ya se ha reunido con las inmobiliarias sociales, sin saber qué quiere cada comunidad siniestrada.
Urge generar asambleas entre los pobladores para tener decisiones comunes sobre los barrios que queremos reconstruir.Urge organizar las capacidades humanas. Hay profesionales, técnicos y trabajadores de todo oficio, entre las víctimas, necesarios para auto reconstruir cada casa, calle, espacio público, equipamiento, lugar, barrio lugar, para producir los servicios, enseres y alimentos. Exigir del Estado sus costos, por los medios burocráticos que, con su imaginación, disponga.
El Estado, junto con las inmobiliarias sociales, ha acumulado las carencias y vulnerabilidades socio territorial que padecemos. La organización tiene la fuerza que se requiere para incorporar la voluntad de los pobladores en las decisiones políticas.Juan Mastrantonio, arquitecto.