Miguel Hernández abandonado por las calles de Madrid

Ya se despide el año en que se conmemora el centenario del nacimiento de Miguel Hernández, poeta de letras notables, de una sensibilidad excepcional y que no dudó en salir a defender un sistema elegido democráticamente, que se sumó al esfuerzo solidario de todos aquellos que se entregaron para enfrentar y combatir la ilegalidad del […]

Miguel Hernández abandonado por las calles de Madrid

Autor: Wari

Ya se despide el año en que se conmemora el centenario del nacimiento de Miguel Hernández, poeta de letras notables, de una sensibilidad excepcional y que no dudó en salir a defender un sistema elegido democráticamente, que se sumó al esfuerzo solidario de todos aquellos que se entregaron para enfrentar y combatir la ilegalidad del franquismo, a esos, la derecha española, los que gobernaron con formato de dictadura durante cuarenta años.

La guerra está perdida…

Franco se pasea ufano entre sus generales y ordena salir a matar.

Todo lo que sea rojo debe desaparecer, empezando por los rojos, los que miraban son simpatía a los rojos, los que convivieron con algún rojo o alguna roja, los hijos de los rojos, los que ayudaron a los rojos, los que cobijen a un rojo, todos a la cárcel o a pegar la espalda a los muros de los cementerios, para luego ir a parar a las cunetas de los caminos de España, sin lápidas, sin nombres, ni flores… hasta el día de hoy.

El comienzo de la guerra civil sorprende a Miguel Hernández estando en Madrid y parte a Orihuela para poner en orden los asuntos del corazón, allí vive Josefina Manresa, su enamorada. Regresa nuevamente a la capital en el mes de septiembre. El calendario indica que corre el año de 1936.

El 25 de septiembre de aquel año se enrola como voluntario, y durante algunos meses estará dedicado a construir trincheras, trabajo que hace Miguel a punta de picota y pala para preparar la defensa de Madrid. A finales del mes noviembre, es designado al Quinto Regimiento para asumir tareas de propaganda. Miguel toma esa responsabilidad consciente de su trabajo, la propaganda es indispensable, los franquistas suponían que la rebelión duraría poco tiempo y que el gobierno elegido democráticamente se rendiría, pero nada más lejos de la realidad, pasarán años para ver el triste final y el inicio de una de las mayores campañas de exterminio que conoce la humanidad.

En febrero de 1937 es destinado para ser el altavoz del frente en la ciudad de Jaén. Allí trabaja en propaganda, y es responsable de imprimir un periódico, educar y adoctrinar a los milicianos. Trabaja dos veces más en sostener la moral de los combatientes. Duerme en el frente de batalla, comparte la comida que se les sirve a todos los combatientes, no pidió trato especial, ni aceptó ningún beneficio. “Diferente a lo que hacían otros poetas como Rafael Alberti por ejemplo, que iba al frente solo a recitar su poesía, y por las tardes volvía a la ciudad.”(1) Mucho se le ha cuestionado a Rafael Alberti que en sus misivas, tarjetas y libros firmara siempre aquel tiempo, en plena guerra civil, como la “belle époque”, y queda como ejemplo la foto tomada por David Seymour, Chim, en 1936 dedicada a Luba y Ehremburg.

Hay que destacar lo que fue El Mono Azul, dirigido por Rafael Alberti, un importante medio que tuvo la cultura y al arte al servicio de la república. Era una publicación de notable calidad gráfica, de solidos contenidos y una herramienta en el indispensable proceso educativo de las masas, para un periodo en extremo delicado.

Miguel Hernández es el poeta de la guerra. Su poesía se vistió de aquellos momentos violentos y crueles, provocados por la derecha, estimulados y aplaudidos por la iglesia católica y considerados indispensables para el fascismo alemán e italiano. Vientos del pueblo, libro necesario para poder entender la guerra civil española, tiene el ropaje del poeta militante. En el mes de julio de 1937 se realiza en la ciudad de Valencia el ll Congreso Internacional de Intelectuales en Defensa de la Cultura, es allí cuando Miguel le confiesa a Nicolás Guillén: “ En lo que a mi se refiere, podría asegurar que la guerra me ha orientado. La base de mi poesía revolucionaria es la guerra. Por eso creo, y lo repito, que la experiencia de la lucha, el contacto directo con el dolor en el campo de batalla, va a remover en muchos espíritus grandes fuerzas antes dormidas por la lentitud cotidiana” (3)

Vicente Aleixandre, notable poeta, Premio Nobel de literatura en 1977, es en la vida de Miguel un referente poético indispensable en ese tiempo, hasta su casa llegaba para escuchar esas palabras en silencio como si fuera el mejor de los estudiantes, en la dedicatoria de su libro le escribió: “Los poetas somos vientos del pueblo: nacemos para pasar soplados a través de sus poros y conducir sus ojos y sus sentimientos hasta las cumbres más hermosas. Hoy, este hoy de pasión, de vida, de muerte, nos empuja de un imponente modo a ti, a mí, a varios hacia el pueblo. El pueblo espera a los poetas con la oreja y el alma tendida al pie de cada siglo” (4)

Y la pluma del poeta de Orihuela no se agota, es incansable y los años pasan. Ha muerto su primero hijo, nace el segundo. Escribe más poesía y teatro mientras combate en el frente, Miguel es un miliciano más en la terrible batalla de Teruel, tiene el hombro derecho muy maltratado. En “El hombre acecha”, Miguel escribe una poesía donde ya está presente la derrota, o algo parecido al final de la guerra, habla del odio, los muertos, los heridos, las cárceles y la sangre… tanta sangre derramada.

Posiblemente recordar lo sucedido en el otoño de1936, cuando Miguel llega al palacio de los Heredia Spínola donde tenia su sede a la Alianza de Intelectuales y se encuentra entre algunos con Rafael Alberti, que prepara una fiesta para las mujeres antifascistas, Miguel se indigna al ver las mesas llenas de comida y grita que él ha visto cómo de verdad combaten las mujeres antifascistas en el frente, del hambre que pasan ellas, donde la sangre corre a raudales. Miguel escribe indignado entonces en un muro “Aquí hay mucha puta y mucho hijo de puta”. (4) María Teresa León se le acerca y le propina una bofetada frente a todos los que en ese momento se encontraban en aquel lugar. Miguel abandona el recinto junto a Pablo de la Torrente, internacionalista y poeta cubano, que morirá algunos días después en combate. Todos coinciden en señalar que en ese lugar se rompió la frágil relación de amistad que hubo entre ellos. (6)

Miguel tiene ya en su mente cada letra y cada palabra construida que será instalada en su Cancionero y romancero de ausencia… lo comienza a escribir en libertad y será terminado en la cárcel. El tiempo se agota. El dolor es un manto que cubre España por todos lados. Madrid es un caos, todos piensan en salvarse, las puertas del exilio inmediato pensando que en algún momento las cosas podrían ser diferentes… para volver.

Qué hace Miguel Hernández solo y abandonado en esos días de fines de guerra.

Cómo es posible entender que uno de los más consecuentes trabajadores de la cultura, uno de los grandes no haya tenido un lugar donde esconderse, una mano solidaria, no es posible pensar que para él todas las puertas estaban cerradas. En la memoria de todos habita ya el recuerdo de Federico García Lorca asesinado en Granada.

El 24 de febrero de 1939, Miguel está en Madrid y rinde visita a su amigo Vicente Aleixandre. La ciudad de Barcelona ha caído en manos del franquismo. Antonio Machado ha muerto en el pequeño pueblo francés de Colliure, nadie sabe qué puede suceder. La peregrina idea de un acuerdo de paz entre ambos bandos, es una tenue luz de la noche más negra… que no será.

Madrid, marzo de 1939…

Vicente Aleixandre y José María de Cossio le piden a Miguel que se vaya de España, que sus enemigos no le perdonarán, le dicen claramente que lo van a fusilar. Lo saben condenado dos veces, por republicano y por comunista. Le proponen que es una posibilidad el pedir asilo político en la Embajada de Chile, cuyo encargado de Negocios Carlos Morla Lynch ha sido un amigo íntimo de García Lorca y de otros poetas y escritores, que es un diplomático muy sensibilizado con los sucesos que atraviesa España en esos momentos. Miguel le visita, al parecer no descarta la idea de tener una nueva oportunidad junto a su mujer e hijo, al que Josefina amamantaba con sangre de cebolla. No es posible, Morla Lynch no le da garantías de que pueda concederle el asilo, Rafael Alberti le ha enviado una lista de compañeros de la Alianza de Intelectuales a los cuales hay que salvar a como de lugar, en esa lista, entre ellos… no está Miguel Hernández. (7)

Cuesta una enormidad pensar en Miguel abandonado, entregado a su suerte o lo que pueda depararle una calle. Hay que cuestionar y se debe poner en duda de manera legítima, que el poeta alicantino, que había sido llevado de la mano de Alberti y María Teresa León al Partido Comunista, que había estado unido a los altos mandos del ejercito republicano, que había sido poeta y soldado al lado de la Troika del Komintern en España: Togliatti, Feodorov, Stepanov, Vittorio Vidali, haya sido olvidado por sus camaradas en esos tan duros momentos, y que fue abandonado para que se refugiara en alguna embajada donde se sabía que nada ofrecía seguridad en esos momentos, o para que se las buscara solo.

Y entonces el abandono, la soledad, las guerras que dejan al desnudo la miseria humana en ambos bandos. Ninguna guerra ha sido ganada de manera limpia, en esos embates queda al descubierto todo lo inventado y se mostrará también inventos nuevos, y en el medio de todo aquello… el hombre, su inventor.

Se produce un último encuentro entre Miguel, Rafael Alberti, María Teresa León, estos dos están listos para viajar a Murcia en el vehículo de Ignacio Hidalgo de Cisneros, Jefe de la Fuerza Aérea de la Republica, de allí al aeropuerto de Monóvar, “Miguel no es invitado a viajar, habiendo espacio suficiente para que pudiera ir con ellos. Alberti y Maria Teresa León se escapan con el enemigo pisándoles los talones”. (8)

Años después María Teresa León escribe sobre este momento diciendo que Miguel le habría manifestado sacudido por una rabiosa decisión, que “volvía al frente”. Esta versión no es creíble. Miguel Hernández conocía perfectamente el estado de las fuerzas republicanas, Madrid había caído en manos de Franco. Esa afirmación hay que ponerla en duda, no había ningún frente y la guerra estaba perdida. Los acontecimientos se suceden muy rápido, como son esos momentos en la historia. Un avión Douglas eleva el vuelo llevando como pasajeros a Dolores Ibárruri, Stepanov, alto dirigente comunista, Jesús Monzón, el diputado francés Jean Catalá. Luego un segundo avión con Juan Negrín y varios ministros de su gobierno y finalmente en la madrugada del día 7 de marzo de 1939 abandonan España Rafael Alberti, su esposa María Teresa León junto a Núñez Mazas, ministro del Aire y de Antonio Cordón, ministro de Guerra, el avión Dragón tomó rumbo a Oran.

Pocos creen también que cuando se enteró Alberti de la muerte de Miguel Hernández, este enarbolara su bandera “Camarada del alma camarada». Hernández y las cabras, Hernández y el partido. “Yo creo que la antipatía era mutua, por más que se hable ahora del cariño que se profesaban”, (2) así se lo dice Luis Rodríguez Iser amigo del poeta y compañero suyo en la cárcel de Porlier. La poesía de Miguel, sus piezas de teatro, no eran elogiadas por Alberti.

Miguel queda en tierra, solo, en su España herida. Dónde y cómo va a ganarse la vida Miguel, si el último oficio había sido ser miliciano y ejercer de poeta. Todo está en el suelo. El 1 de abril Franco firma su último parte de la guerra, todo ha terminado. A mediados de abril Miguel toma dirección de Alicante donde pide ayuda a un conocido falangista Eduardo Llosent Marañon, que había sido director de una revista literaria, este le da una carta para que se la entregue a Joaquín Romero. Es entonces cuando hay que preguntarse qué hacía en Sevilla Miguel Hernández, mendigando asilo, durmiendo escondido en el campo, pidiendo ayuda para poder seguir viviendo, con hambre en el sentido justo de la palabra.

El día 29 de abril intenta escapar a Portugal donde es detenido y entregado a la policía franquista. En septiembre es puesto en libertad, y sin saber a dónde ir, vuelve con sus pasos a su pueblo natal, Orihuela, allí es detenido nuevamente y encerrado en la prisión del Conde Toreno de Madrid, donde coincide con el dramaturgo Antonio Buero Vallejos, luego a Miguel lo irán llevando de prisión en prisión mientras su estado de salud se hace cada vez más delicado.

Los años en las cárceles franquistas fueron durísimos, hambre, humillado dos veces, por rojo y por derrotado, Miguel hace de sus cartas y de su poesía el único filo con que intenta darle una sorpresa al destino de esos tiempos, que era también en destino de tantos miles y miles de derrotados. La iglesia que había estado y se mantuvo por tantos años junto a Franco, pedía a Miguel que se “arrepintiera de todo su pasado, que renegara de su manera de ver el mundo”, (9) para así poder interceder y le concedieran una migaja de algo.

A las 5.30 de la mañana del día sábado 28 de marzo de 1942, muere Miguel. Los presos de la cárcel desfilaron frente a su cuerpo amortajado por sus amigos, mientras una banda de música tocó la Marcha Fúnebre de Chopin.

VIENTOS EL PUEBLO ME LLEVAN

Vientos del pueblo me llevan

vientos del pueblo me arrastran;

me esparcen el corazón

y me aventan la garganta

Miguel Hernández

REFERENCIAS:

(1) Antología poética. Vicens Vives. Barcelona. 1993.

(2) (3) (4) (5) (6) (7) Las armas y las letras. Literatura y guerra civil 1936-1939 Andrés Trapiello. Ed Destino. Madrid. Tercera Edición mayo 2010..

(8) España sufre. Carlos Morla Lynch.;Ed Renacimiento. Sevilla 2008

(9) Cuatro poetas en guerra. Ian Gibson. Ed Planeta. Barcelona. 2003

Por Pablo Varas


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