Mineros atrapados: El presidente Piñera llora pa’entro

Hoy, domingo 22 de agosto, el Presidente de la República de Chile salió ante las cámaras para dar la noticia, la primicia que aguantaron sus colaboradores hasta que estuvo en frente de la mina San José

Mineros atrapados: El presidente Piñera llora pa’entro

Autor: Cesarius

Hoy, domingo 22 de agosto, el Presidente de la República de Chile salió ante las cámaras para dar la noticia, la primicia que aguantaron sus colaboradores hasta que estuvo en frente de la mina San José. El mensaje, que ya había trascendido a los familiares, pero no se había anunciado oficialmente, salió dentro de una bolsita en manos del mandatario: “Estamos bien en el refugio los 33”.

La frase escrita en un papel roto no vamos a decir que no nos emocionó. Bueno, puede que a más de uno no le haya pasado nada. Pero en fin, la verdad es que de ahí para adelante todo fue una vertiginosa avalancha de datos, historias, relatos, imágenes, frases y demás, que no dejaron inertes a nadie que se haya encontrado con ellas.

Pero igual penca, ¿o no? Que Piñera -o sus asesores, da lo mismo- hiciera esperar hasta que llegara para que supiéramos lo que se sabía desde casi una hora antes. Y muchas horas en realidad, si consideramos que desde las 6 de la mañana ya se habían escuchado los dos golpes que en el lenguaje minero significan VIDA, sobre la broca que abrió la roca, como consta en una grabación de celular de uno de los mineros miembros del equipo de rescate.

¡Penca, poh! Como decía. Si además consideramos que caleta ‘e gente estaba pendiente de la bendita noticia e incluso a algunos de los familiares se les decía que no se ilusionaran, que todo hasta ese momento era un rumor. También me parece penca, que dentro del alboroto que se provocó al conseguir la irrefutable prueba de sobrevivencia, se le restara importancia a la violación de correspondencia que significa la lectura de partes de una carta privada que manda el minero Mario Gómez (63), a su esposa. Incluso haciendo alusión a fracciones con declaraciones que suelen ser íntimas entre una pareja, antes de que la señora tuviera la posibilidad siquiera de enterarse de lo que le mandaba a decir su esposo, quien ya soportaba 17 días de entierro. Y lo hace el presidente del país, nada menos.

¿Es que en situaciones de emergencia se vale leer la correspondencia ajena? ¡Y ante las cámaras! Bueno, entiendo que la lean, pa’ cachar si había información que permita facilitar el rescate o del estado de salud de los mineros, pero que la expongan sin permiso, ante la prensa… Me parece, por decir lo menos, penca.

Luego, al rato, el mandatario dijo que a él le cuesta llorar porque su madre les enseñó que los hombres no lloran. Pero “yo lloro por dentro”, dijo con la voz quebrada. Quiero creer que no fue un show y que en realidad todos nos podemos emocionar ante situaciones en que los hombres demuestran que están hechos de algo más que de carne y hueso. Pero, ¿todo ante las cámaras? ¡Chuta! ¡Me parece penca! ¿O es que soy demasiado susceptible si pienso que se hizo aprovechamiento político de una desgracia que se revierte en emoción con la buena noticia?

Y ni decir de lo que hicieron mis colegas. Vi a un periodista que estuvo reporteando ante las cámaras de TVN, ser desplazado por Amaro Gómez Pablos, quien lo mandó a descansar porque ahora que reventó la noticia de verdad “llegan los periodistas de verdad”. Bueno, las comillas no son porque alguien lo haya dicho, sino porque me parece que de alguna manera hay que destacar lo que apareció ante las cámaras.

¡Buen trabajo, Gonzalo! Repitió el recién llegado, al son de los comentarios que, desde el estudio en Santiago le hacían Mauricio Bustamante y Mónica Pérez. El joven periodista que salió de cámara siempre dio los créditos de las preguntas que le hacían sus colegas desde la capital. El recién llegado siempre se las planteó a los entrevistados como propias. Obvio, el recién llegado tiene el bagaje de los años para darle fluidez a las transmisiones. Ya tenía la experiencia del terremoto encima.

De ahí pa’ elante ni decir. Me imagino que ya todos lo sabemos. El descarado dueño de la mina, Alejandro Bohn Berenguer, tratando de revertir la imagen que los chilenos y chilenas nos hemos hecho de su asquerosa forma de hacerse de una fortuna. Con cientos de accidentes previos, unos cuantos muertos que dieron su vida para engrosarle la billetera, con recomendaciones de la Asociación Chilena de Seguridad de las que hizo caso omiso, así como las de su propio superintendente de Prevención de Riesgos, el desfachatado empresario dijo que ahora que se sabía que sus trabajadores estaban con vida, se podría saber que funcionaban todas las medidas de seguridad que su empresa toma. ¿Será car’e raja?

Y bueno, unas miles de almas salieron a celebrar a la plaza Italia, la de Rancagua y de varias partes más de este Chile largo y angosto. Es que los chilenos somos tremendamente solidarios, cuando de sensiblería se trata. Sí, claro, igual estamos contentos, pero ¿vamos a salir a apoyar cuando los obreros de la minería vengan a reclamar por condiciones laborales la próxima vez a Santiago? Yo los quiero ver. O los de cualquier otro sector. Que haya condiciones dignas de trabajo es mucho pedir, pero por lo menos que las haya de seguridad ¿no?

¿Cómo no me va a parecer penca la custión? Si cuando se reclama en este país, que queremos que parezca una tacita de leche caliente, humeante y prístina, solemos pensar en que los revoltosos andan buscando darle una mala imagen a nuestro Puro Chile de cielo azulado, por el puro gusto de ensuciar la imagen a escasos días de nuestro Bicentenario.

Y de este momento glorioso, así como del terremoto, el nuevo Gobierno tiene su cortina de humo para eludir los compromisos que hizo durante su campaña. Estoy por pensar que si el de arriba le manda el buen tiempo a los barcos para que naveguen, el de abajo le manda las catástrofes a los políticos para que gobiernen. Bueno, ¿se entiende?, aunque no crea ni en el de arriba ni en el de abajo.

Ya puh, eso no más. Que aunque estoy contento de que los mineros estén vivos. Me parece penca que nos prestemos para que se sigan cagando encima de los que trabajan para que se sigan llenando los bolsillos los mismos que nos tienen jodidos desde hace tanto tiempo. ¿Será por eso que el Presidente llora pa’entro?

Por César Baeza Hidalgo


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