Luego de que el Frente Amplio decidiría no apoyar explícitamente a Alejandro Guillier en la segunda vuelta, sí pero no, no pero sí, para evitar el quiebre del incipiente movimiento, nos enteramos que la vaina está saliendo más cara que el sable.
Han sido más los frenteamplistas, incluida su carta presidencial Beatriz Sánchez, los que luego del inútil malabar verbal anterior, han decidido votar por el periodista tirado a candidato presidencial.
No pasará nada nuevo si se considera que el Frente Amplio venía fracturado ab ovo.
Resulta oportuno ponerse en la piel, no del militante frenteamplista, sino de aquel que contribuyó a la votación que le permitió un cómodo tercer lugar en primera vuelta y un número envidiable de diputados y un senador.
¿Qué estará pensando?
Despejado el hecho obvio de que ese ciudadano es un votante, es decir alguien que no abjura de las votaciones ni las asegura como representantes del mal y rémora de la manipulación del imperialismo ni una tara burguesa o, a los sumo, socialdemócrata, y que por lo tanto podría votar en el balotaje, cabe indagar cuál será su reflexión.
¿Votar o no votar?
Digamos además que si votó por el Frente Amplio, es alguien que no quiere nada con la Nueva Mayoría, quizás le revienta Alejandro Guillier, le carga la cumbia de la presidenta, aborrece a Heraldo Muñoz y le habría gustado que el Frente Amplio fuera efectivamente de izquierda.
Agreguemos que este personaje quizás vio con buenos ojos los primeros aleteos del Frente Amplio y, tal vez, su optimismo tantas veces aporreado sufrió un leve latido.
¿Qué hará ahora ese habitante?
¿Les resultará enojoso que los líderes máximos del FA no le hayan dicho una palabra de orientación considerando que suman más de un millón de decisorias almas?
Una palabra coherente, se entiende.
Porque no parece muy cómodo haber quedado en un limbo similar al de un palíndromo que se puede leer de izquierda a derecha tanto como de derecha a izquierda. En este caso, ambas direcciones decían lo mismo: nada
Como elector del Frente Amplio que fui, mis opciones fueron Beatriz/Mayol, creo estar en propiedad para entregar al juzgamiento de esta buena gente, un par de recados para contribuir a sentir menos punzante su orfandad de cara a la segunda vuelta.
Primero, vaya y vote por Guillier.
Pero hágalo con rabia, con la sensación de estar pagando una culpa, un pecado. Como si fuera el costo de ser usted también un incapaz de algo más inteligente y coherente que simplemente ir a votar de vez en cuando. Asuma su responsabilidad castigándose por lo que le toca.
Sin embrago no crea nada de lo que le digan, de lo que lea, de lo que prometan u ofrezcan. Eso es otra cosa.
Vote a conciencia pura de que seguirán las AFP, la represión al mapuche, el desprecio a la gente, y que el periodista en breve se transformará en súbdito de los poderosos. No intente creer en otra cosa para justificar su voto.
Admita que su voto, obligado ante el riesgo que significa un sujeto como Piñera, es su personal renunciamiento a su porción de soberanía.
Y que hacerlo lucidamente resulta mucho mejor y más sano que hacerlo por una falsa ilusión de que Guillier va a cambiar en algo el estado de cosas o, a lo sumo, va a cumplir aquello que a usted le gustaría.
No vote por Guillier creyendo que es el mal menor. No.
Guillier es un mal mayor porque intenta la mímica de estar del lado de la gente traicionada cada uno de los últimos veinticinco años. Y en verdad no está.
Vote por Guillier con rabia.
Y hágala valer cada vez que sienta que fue utilizado para aumentar una votación miserable de la primera vuelta. Sienta la bronca de haber tenido que ser un tonto útil que concurrió, a sabiendas eso sí, a corregir el fracaso de la Nueva Mayoría que en un cuarto de siglo no ha logrado sino una miserable votación.
Vote por Guillier sin intentar justificaciones éticas ni políticas. Hágalo sabiendo que es objeto de una estafa y de paso pudo contribuir a evitar que un estafador mayor se haga del poder.
Vote con desprecio, intentando demostrar al que quiera que la pretensión de buenas personas en que se travisten partidos, políticos y candidatos no sirven en usted.
No crea cuando le digan que la votación no es un cheque en blanco porque precisamente así ha sido desde el día uno.
Su voto es una renuncia voluntaria a la porción de soberanía que el ordenamiento democrático le entrega como ciudadano, para que aquellos que se ven beneficiados con esa donación, luego de electos, hagan lo que se les dé la gana.
Usted jamás ha sido dueño de su decisión. Cuando ha votado, graciosamente la ha transferido a sujetos que sienten por usted un profundo desprecio, manifestado en que han hecho todo lo posible por reírse de sus sueños, salarios, pensiones, condiciones de vida, educación, salud y un infinito etc.
Vote con miedo porque será una reacción normal y seguramente usted será un augur de lo que se venga en el futuro: nada bueno para la gente.
Y, por favor, no haga el ridículo justificando su opción, forzada y con los dientes apretados, con frases hechas que dan pena por lo falsas y manipuladoras: por una sociedad derechos, por profundizar la democracia, por tomar en cuenta al mundo social, por más justicia y reparación, por el pago de la Deuda Histórica de los profesores, por el fin del CAE, etc.
Bullshits.
Pero por sobre todo, no se le ocurra salir a celebrar en el caso de que el candidato por el que votó, suyo a la fuerza, ganara. Siga los resultados, tómese alguna cosita, haga un asado, reúnase con los amigos, pero ni se le ocurra celebrar en el caso que gane Guillier.
Alguien puede verlo en esa actitud de jolgorio. Y con un acto vergonzoso en un día ya es suficiente.