Mohammed Mostajo, el niño mimado de la CIA en Bolivia

Por Ernesto Eterno

Mohammed Mostajo, el niño mimado de la CIA en Bolivia

Autor: Pedro Guzmán

Mohammed Mostajo no es sólo un aparente científico boliviano formado en Harvard, es también un elegante agente de la CIA contratado a dos puntas para mantener informado al Departamento de Estado (EEUU) sobre la evolución de la pandemia en Bolivia y dirigir las decisiones sanitarias del régimen golpista en medio de la crisis política en el sector de la salud pública.

¿EN VERDAD, QUIÉN ES MOHAMMED MOSTAJO?

¿Mostajo es solo el novio de la hija de la presidenta candidata, que está siendo apartado de la escena del crimen, o es alguien más?

Mostajo forma parte de la familia y del círculo íntimo de Añez y nada mejor que un “científico” como pariente político para una tribu enteca. Su prestigio fue expuesto como un producto comercial escaso. A tiempo de prestar juramento de posesión, El Deber, periódico conservador cruceño, el 13 de febrero de este año, tituló lo siguiente: “El talentoso académico que estudió biotecnología en la universidad de Harvard ejercerá como representante extraordinario en Misión Especial para la Ciencia, Tecnología e Innovación ante organizaciones internacionales”. La prensa y los amigos abreviaron el pomposo título para llamarlo a secas, “embajador de ciencia y tecnología”, al flamante funcionario que ni siquiera llegó al aeropuerto internacional para abordar el avión y cumplir su misión en el extranjero.

Jeanine Añez, en su triste y pantagruélico papel de ventrílocuo de Erick Foronda (CIA), en singular diatriba con el público, señaló que la misión de Mohammed era “facilitar y coordinar la creación de un observatorio boliviano de ciencia y tecnología. Además, de gestionar la transferencia de tecnologías de las empresas y corporaciones internacionales como las residentes en Silicon Valley y otras, en favor de emprendedores y empresas públicas constituidas en Bolivia”. Espejitos de colores para indios incivilizados, diría Foronda, a tiempo de escucharse a sí mismo como ejemplar vástago de jefes insanos, mandando desde la distancia.

El solemne discurso, pieza perfecta para consumo de idiotas felices, no le impide a Mohammed Mostajo seguir ganando un suculento sueldo que sobrepasa los 10.000 dólares americanos mensuales, en una misión tan extravagante como demagógica que nunca cumplió, en un país en el que el salario básico es de 300 dólares. El yerno, cuyo talento para la ciencia se ha puesto en duda frente a los presuntos negociados, creyó que la misión más rentable era cumplir su “noble” labor desde el palacete imperial de la Plaza Murillo, junto a la princesa Carolina, como consorte, amante o aliada. El adjetivo es lo de menos, importa el sustantivo, pensaría el elegante novio, apasionado por los suculentos negocios, viento en popa.

El escándalo del sobreprecio de los respiradores salpicó a la cancillería, institución bastante más ocupada en hipotecar nuestra soberanía nacional a manos de actores extranjeros y en el disfrute del festín burocrático, para solaz de clanes familiares. Sorprendida e indignada, la Canciller rechazó cualquier involucramiento de su ministerio, argumento desmentido categóricamente por las comunicaciones oficiales del cónsul boliviano dirigidas oportunamente a la autoridad. David Pareja Lozada, flamante cónsul general destinado a Barcelona, España, le había informado de las gestiones que se encontraba realizando en coordinación con el personal del Ministerio de Salud para la adquisición de respiradores. Para lavarse las manos, Longaric declaró desconocer estas comunicaciones señalando que la correspondencia dirigida a su despacho había sido desviada irregularmente a sus viceministerios.

Fiel a su estilo, declaró ser inocente de cualquier sospecha, por el contrario, se defendió apelando a su exclusivo atributo de “honradez y profesionalismo” en un contexto en el que extrañamente ignoró sus deberes básicos como leer la correspondencia oficial e incluso conocer a sus funcionarios claves como Pareja Lozada, nombrado con su firma y sello y enviado pocos meses antes al consulado general de Barcelona, España. La canciller señaló desconocer personalmente a su cónsul, hijo de una candidata de Santa Cruz a diputada por JUNTOS, el partido de la presidenta. Su cónsul general se había convertido no solo en un intermediario eficiente en el suculento negocio de los respiradores sino en un diplomático eficaz de bienes raíces proveyendo en alquiler sus propias oficinas a la empresa contratista española, IME Consulting. Además de alquilar la soberanía nacional a manos de extranjeros, Pareja Lozada había informado por escrito tempranamente a Longaric de la oferta de otros respiradores a mitad de precio, informe que fue supuesta y deliberadamente desviado de su curso natural.

Al parecer, el negocio del sobreprecio habría configurado un triángulo extremadamente sensible y peligroso para el futuro electoral del régimen: Palacio de Gobierno/Comité Científico, Cancillería y Ministerio de Salud. En medio del ruido y la indignación nacional con repercusiones internacionales, la candidata presidente anunció que se había enterado del negociado por las redes sociales a las que prometió transparencia en todas las adquisiciones y una prolija investigación, “caiga quien caiga”. Sin embargo, la declaración de la autoridad carece de veracidad puesto que estuvo enterada de las gestiones que se hacían respecto a las adquisiciones de equipos en el marco del Comité Científico, como gestora directa en la entrega de equipos a los hospitales del país y como receptora de la información diaria provista tanto por Mohammed Mostajo, como por el propio Ministro de Salud, dada la emergencia sanitaria. A las pocas horas de su anuncio no tuvo más remedio que sacrificar al presunto jefe de la manada.

En efecto, Añez y su Secretario Privado, Erick Foronda, el autonombrado agente de la CIA, prefirieron inmolar a Navajas, su Ministro de Salud, por distraído y torpe o porque ya no les servía, en procura de salvar el proyecto político, al pequeño genio de los multimillonarios negocios palaciegos y a sí misma. Mostajo niega toda responsabilidad en el artero negociado. Se rehúsa a admitir que conocía este tipo de equipos rechazando haber asesorado en su compra. Sostiene que su función, a la cabeza del Comité Científico, no era necesariamente asesorar en este tipo de menesteres. Sin embargo, con una suficiencia digna de un sabio en medio de beduinos estupefactos, declaró en abril, ante un canal de televisión, conocer bastante sobre las características de respiradores que debían ser adquiridos por el Ministerio de Salud.

Por otra parte, los primeros días del mes de mayo, extrañamente asistió a la entrega de dos respiradores mecánicos adquiridos por la gobernación del Beni y entregados al hospital de Trinidad pretendiendo mostrarle a la población que los equipos provenían del gobierno nacional. Lo hizo en compañía de su primo, Eduardo Claros Mostajo el proveedor, quien, junto a su esposa, Lorena Benegas, habían logrado crear en la ciudad de Santa Cruz tres importantes empresas especializadas en la importación de equipos médicos: MEDIQUIP, Dolphin Medical SRL y Medimark, como sostiene la denuncia ante la fiscalía del ex – parlamentario Bernardo Montenegro.

La presidenta y el yerno pretendieron hacerse a los listos creyendo que podían engañar al país entregando no sólo respiradores inservibles sino laboratorios en apariencia comprados por el gobierno nacional. La ciudad de Sucre fue el globo de ensayo. El viceministro de planificación anunció que el gobierno había comprado laboratorios exclusivos para la detección del Covid 19 cuando en realidad se trataba de una donación de NNUU para la detección de enfermedades vinculadas inicialmente al VIH y otras enfermedades transmisibles.  Estos laboratorios formaban parte de un programa de cooperación convenido el año 2019 con el Ministerio de Salud. La propia representante residente del PNUD en Bolivia, Luciana Mermet, recordó el antecedente a tiempo de entregar en carácter de donación diez unidades GeneXperts (biología molecular automatizada en tiempo real) y tres equipos termocicladores (PCR – Reacción en Cadena de la Polimerasa, por sus siglas en inglés) al Gobierno nacional en la ciudad de El Alto.  A los pocos días que se anunció la instalación del laboratorio en el Hospital San Pedro Clavel, periodistas de Sucre denunciaron el escandaloso engaño reiterando la demora en su funcionamiento tanto por la incompatibilidad de reactivos como por las fallas técnicas del laboratorio.

La presidenta y el yerno pretendieron instalar la misma mentira de la compra de los laboratorios exclusivos para el Covid 19 en la ciudad de Trinidad. Mostajo escribió el 9 de mayo en su muro la prueba del delito: “El día de ayer estuve en Trinidad junto con la presidenta Jeanine Añez. Trinidad ha recibido un equipo de PCR en tiempo real perteneciente al SENASAG, el cual será utilizado para diagnóstico del Covid 19. Para asegurarme que todo el equipamiento esté funcionando, personalmente procesé muestras y controles. El personal del SEDES Beni está siendo entrenado en CENETROP Santa Cruz (yo entrené al personal restante) y una vez terminen su entrenamiento comenzarán a hacer las pruebas en Trinidad”.

En una extraña pirueta narrativa, Mostajo señala la recepción del laboratorio en “tiempo real” colocándose en el centro del episodio como el valiente capitán al mando de tropas en el combate. No sabemos qué otros tiempos, además del “tiempo real” existen en el planeta, pero lo cierto es que hasta ahora no existe laboratorio alguno que funciones en Trinidad destinado exclusivamente para el Covid 19. Se continúa enviando muestras al CENETROP de Santa Cruz que tardan dos semanas en devolverse cuando muchos de los contagiados yacen bajo tierra.

El mismo Mostajo, el 21 de abril, asesor científico de la estrategia boliviana contra el Covid 19, se comprometió a triplicar el número de diagnósticos de la enfermedad con reactivos procedentes de los EEUU, pasando de la actual capacidad de 900 pruebas a más de 3.100 diarias, como señaló públicamente ante Forbes Bolivia (21, abril 2020). Monumental mentira la de Mostajo puesto que hasta el 19 de mayo solo se realizaron 14.803 pruebas de las más de 200.000 o más pruebas que deberían haberse realizado.

Para variar, el propio ex – ministro de salud, Navajas, señaló aparentemente acongojado que las pruebas, además de haber sido compradas con sobreprecio, tardarían en llegar al país. “Hay ciertas pruebas que todavía no hay para comprar, y hay otras que ha sido difícil de encontrar, así es que hemos tenido que estar en situaciones de tener que pagar sobreprecios para poder tener esos tests”, dijo (Opinión, 27 de abril 2020). La propia agencia de información estatal señaló que “el país tuvo que enfrentar la crisis sanitaria con pruebas a un costo de 40 dólares cada unidad, pero ahora se comercializan entre 12 y 14 dólares” (ABI, 27 de abril 2020). Dixit. La misma lógica que se usó para la compra de pruebas se aplicó a la compra de respiradores, pagar cuatro veces por el valor de uno.

Como si fuera poco, el régimen ha presupuestado más de 1.000 millones de dólares para construir infraestructura hospitalaria, adquirir equipos e insumos de salud en el extranjero, medicamentos o contrataciones de personal con decretos supremos tramposos, libres de toda fiscalización, como en los mejores tiempos del neoliberalismo o como los que prefería Carlos Mesa con los “gastos reservados”. Compras directas o por excepción para enfrentar la “emergencia sanitaria nacional” es la fórmula perfecta en la que cabe el yerno. ¿Casualidad o cálculo? En el epicentro de las decisiones para las compras excepcionales y millonarias se encuentran el Comité Científico, y Mohammed es, qué ironía, la cabeza del Comité.

El famoso Comité Científico, compuesta por Añez en su calidad de presidenta, Oscar Ortiz, el de las “manos limpias” y actualmente Ministro de Desarrollo Productivo, Marcelo Navajas, el entonces Ministro de Salud y Mohammed Mostajo como embajador y científico, además de otros que nadie sabe quiénes son, más que tratar la pandemia desde la ciencia médica se dedicaron a tratar sus efectos políticos, y por ello mismo, la presurosa compra de equipos y la despiadada gira electoral. Ciertamente, el Comité Científico, con ropaje de adusta seriedad, no es más que entelequia revestida de cientificidad para fines de la cháchara y la imagen comunicacional. En realidad, es otro núcleo privilegiado y encubierto del círculo íntimo de la candidata presidenta y sus aliados destinado a prodigar jugosos negociados en tiempo récord. Jugando al azar con la vida de la gente, el Comité Científico que no acierta en nada, navega en aguas turbulentas cuestionado por sus propios aliados, como el célebre Dr. Luis Larrea, presidente del Colegio Médico de La Paz. 

Ha quedado al descubierto que el Comité Científico es la coartada perfecta para el asalto a mano armada. Hasta hoy, ningún científico serio ha salido a la palestra para explicar el fenómeno criollo de la pandemia, su comportamiento o impacto específico en el país o sus proyecciones, más que el ilustrado embaucador que – televisión mediante – nos ha tomado el pelo mostrando juventud y apariencia académica en medio del malabarismo mediático tan suelto de cuerpo y corto de ideas. Una verdadera obra maestra de la impostura. En abril, el científico educado en el altar de la ciencia norteamericana (Harvard University) nos dijo que los respiradores y los reactivos llegarían en semanas y resulta que solo llegaron los equipos inservibles mientras los reactivos y las pruebas para el diagnóstico siguen flotando en el mar de los negociados. Asimismo, Mohammed Mostajo declaró que los respiradores mecánicos para uso de terapias intensivas adquiridos en la China, sin que nadie sepa aún el precio, llegarían recién a fines de julio o cuando pase la curva más alta de contagios que coincide con la muerte masiva de nuestros compatriotas.

¿Cuántos muertos se habría evitado el país y las familias afectadas si el régimen hubiera cumplido honradamente su tarea de hacer las cosas correctamente? ¿Hay crimen más ruin y artero que ver pasar cadáveres por tus narices mientras todo un pueblo gime de hambre y desesperación, mientras se hace al mismo tiempo negocios turbios a sus espaldas?

Mohammed, además de negar su involucramiento en la compra de respiradores, al parecer no solo es el maquillaje de la fiesta del odio y la corrupción sino también el cómplice idóneo de los truculentos negociados. Junto a Navajas, el aparente chivo expiatorio y el Comité Científico, nutrido por Ortiz y Añez, forman parte de la peste nefasta que ha hecho del país un botín de guerra en medio de la tragedia colectiva.

Ni siquiera Añez ha sido generosa con su propio pueblo, el Beni, que hoy padece lo indecible. Todo lo contrario. Decenas de muertos no declarados oficialmente están siendo enterrados en medio de la congoja de cientos de familias que viven las horas más tristes de toda su historia regional. Trinidad, la ciudad más azotada por la pandemia tiene farmacias sin medicamentos, familias sin alimentación y cadáveres esperando sepultura, además de cientos de comunidades indígenas viviendo bajo el miedo atroz a una muerte que parece inevitable.

Mohammed ha desaparecido de la escena pública después de haber escrito junto a otro aparente científico, un inmunólogo molecular de la Universidad de California (EEUU), Leonardo Ferreira el artículo titulado: “Los tratamientos en base a plasma contra el Covid-19 en países en desarrollo presentan un alto riesgo de propagar el Virus de Inmunodeficiencia Humana (VIH)”. Ambos señalan que la evidencia del funcionamiento del plasma hiperinmune contra el coronavirus es mínima y que son mayores los riesgos en países en desarrollo como Bolivia: “La terapia del plasma es prometedora como un tratamiento transitorio de emergencia para pacientes críticos con Covid-19. En escenarios de escasa prueba de patógenos transmitidos por la sangre capacidades, pocas regulaciones aplicadas, desinformación generalizada y estigma de enfermedades, la terapia de plasma convaleciente no regulada bien puede convertirse en una receta para una nueva epidemia de VIH en el mundo en desarrollo”, dice parte del documento. Sin embargo, el artículo ha sido desestimado por la ministra de salud.

Desde las sombras, Mostajo está dedicado a rechazar consultas de usuarios en su Facebook que están interesados en conocer los entretelones de la compra con sobreprecio de los 170 respiradores. Su página se ha restringido radicalmente cuando continúa siendo funcionario público, nada menos que en Misión Oficial ante las NNUU.

¿Cuál es la razón por la que desapareció Mohammed Mostajo, justo ahora que el Comité Científico debiera estar acompañando el trabajo de todos los servicios departamentales de salud, colaborando con los laboratorios instalados en el país y e impulsando la construcción de series estadísticas para conocimiento de la opinión pública?

¿Dónde está Mohammed Mostajo, el yerno de la presidenta, y el principal asesor en la compra de los respiradores truchos con sobreprecios? ¿Y Carolina, la de los exóticos gustos carnales en aguas termales, dónde se encuentra?


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