En la edición número 639 de la revista de izquierda Punto Final se observa a Marx corrigiendo una de sus más famosas frases: “La religión es el opio del pueblo”. En la caricatura sustituye la palabra religión por fútbol. En su última edición (N° 711), en el mismo medio, aparece un artículo llamado “Soñando en Sudáfrica”, donde se plantea que el Mundial 2010 ha permitido ocultar una serie de problemas sociales, políticos y económicos que sufre dichos país.
Para ciertos sectores de la intelectualidad de izquierda, el fútbol es el claro ejemplo de lo que denominaremos teoría de la alienación, según la cual los sectores dominantes, por medio de sus aparatos ideológicos, intentan controlar la subjetividad de los sectores populares, evitando la acción política de éstos.
Es así como se sostiene: “El fútbol organizado es una parte de esa industria, que sirve para ejercitar y cimentar el principio imperante de realidad, y de esa manera mantiene uncidas a las víctimas del aparato industrial alienado”. Pero, ¿Cuál es el verdadero problema con esta clase de enunciados?
Esas críticas no hacen más que reconocer la distancia que existe entre ciertos sectores del campo intelectual con la cultura popular, ya que lo que subyace en ella es un profundo desconocimiento de las culturas populares.
Este desconocimiento disfraza ciertas tendencias paternalistas de la denominada cultura “culta” de los progresistas, ya que intenta reprender a los sectores subalternos sobre la forma en que debe utilizar su tiempo libre- porque no nos olvidemos que esta actividad, desde la perspectiva del espectador, es un tiempo que se utiliza para descansar.
Y es en este punto (paternalismo y desconocimiento) donde estos intelectuales se transforman en conservadores, ya que nos alertan ante los “falsos ídolos”, que los sectores populares no deben adorar.
Conocer al fútbol es conocer a una parte de las culturas populares, y para acceder a ellas debemos conocer sus formas de expresión, una de las cuales es el deporte de las pasiones. Es impresionante observar como se pontifica sobre el fútbol, y al mismo tiempo, no se toman en cuenta ciertos aspectos que son más polémicos. ¿Cuáles son las condiciones laborales del trabajador-futbolista, sobre todo de aquellos que nunca disputarán un Mundial? ¿Es legítimo que el no cobro de una indemnización por parte de un entrenador que ha obtenido malos resultados sea valorada por el campo futbolístico? Todos temas que se pueden aproximar a un conocimiento de lo que subyace alrededor de la actividad, sin caer en la crítica pontificia.
Néstor García-Canclini sostiene que la diferencia entre el artesano y el artista es el valor que el campo artístico le otorga al creador de la obra. ¿Dejaremos de considerar, de este modo, al futbolista como artesano?
Ese es el principal desafío de cualquier intelectual progresista, comprender las culturas populares como un espacio de creación, transformando a los sectores subalternos en artistas de su destino.
Por Jorge Vidal Bueno
Sociólogo, Universidad Academia de Humanismo Cristiano