Que se filtren los datos personales de millones de chilenos y chilenas es muy grave y eso resulta evidente, aunque la ley sea demasiado ambigua o poco vigente para sancionarlo. Lo peor, es que esos datos provienen de instituciones del gobierno. El 2007, una situación similar en Inglaterra fue clasificada por los expertos como un “Chernobyl digital”, acá la conmoción fue pasajera. Tal vez las consecuencias las veremos hasta en futuras generaciones.
¿Y ahora quién podrá defendernos? Parece que las respuestas no vienen desde las autoridades. Por lo menos claramente no de algunas. Chistosas en un primer momento, pero indignantes luego que se le toma el peso fueron las declaraciones del Ministro Vidal, vocero del gobierno, que se autodefinió como analfabeto tecnológico, que preguntó por el Sr. Hacker y que dijo que de computación no sabía nada. A la altura estuvieron las del Presidente del Senado, Adolfo Zaldívar, que en el acto más importante de celebración del Día Internacional de las Telecomunicaciones y de la Sociedad de la información, comenzó diciendo que “hasta el celular se le hacía complicado y el computador …qué decir”.
La Presidenta tiene la palabra. Esperamos que también la capacidad de escucha. La cuenta anual del 21 de mayo del 2008, puso de nuevo a las tecnologías de información y comunicación en el tapete. Sin centralidad, como en la histórica la cuenta anual del 2000 en que el ex Presidente Lagos nombró 15 veces la palabra Internet y otras tantas a las tecnologías digitales y su asociada “revolución”. Pero con la suficiente fuerza como para hacerlas parte de las conversaciones cotidianas y ojalá de algunas políticas públicas.
Dentro de un paquete de medidas, evaluaciones y sueños que buscan concretar la idea de un Estado que garantice la protección social a sus ciudadanos, se entregarán computadores personales a los mejores estudiantes de séptimo básico y a los profesores de la Red de Maestros. Suena bien como una nueva partida. Pero sólo si esa tecnología está acompañada de usos significativos y de capacitaciones que permitan que las personas hagan ese tránsito, lograremos disminuir el analfabetismo tecnológico. Suena bien, si también en el horizonte está que a los estudiantes que no logran rendimientos de excelencia se les apoye e incentive para que la motivación se junte con las oportunidades y logren encontrar un espacio, desde donde aportar, en esta sociedad.
Los problemas asociados a los analfabestias digitales, no tienen relación con el acceso y por eso deben recorrer otros caminos. Creo que no estaría mal con que partan desaprendiendo.
Una vez más tenemos la oportunidad de evaluar el esfuerzo y el sentido estratégico que tiene el incorporar a tod@s los ciudadanos a la Sociedad de la información y las comunicaciones. Una vez más, queda en evidencia que la tecnología por sí sola no es suficiente. “Sin cultura de participación y colaboración, las herramientas 2.0 no solucionan nada” dicen los profesores del proyecto Laboratorio de Innovación Social http://laboratoriodeinnovacionsocial.org. Ellos focalizan su trabajo educativo en apoyar a las organizaciones sin fines de lucro, el llamado tercer sector. Las posibilidades son enormes nos dicen: capacidad de comunicación global, reducción de costes, feedback de los stakeholders, sensibilización a nuevos colaboradores, formación de personal, contribución al debate público, cambio de cultura organizativa, son sólo algunas de ellas. Probablemente, es desde la sociedad civil desde donde vendrá más de alguna respuesta y muchas nuevas preguntas.
Victoria Uranga Harboe
Directora Cátedra Unesco-UDP
“Medios de comunicación y participación ciudadana”