Nuestras primeras palabras son para agradecer a la embajada de Nicaragua en Chile, a su embajadora y y sus colaboradoras ,por esta invitación que nos permite expresar desde lo mas profundo de nuestros sentimientos, el agradecimiento a ese maravilloso pueblo, el pueblo nicaragüense, que nos permitió participar, palpar, vivir intensamente un proceso histórico cuyas características se dan ocasionalmente y en muy determinada circunstancias. Es aquel período de la historia que Lenin lo definiera como situación revolucionaria, el momento histórico donde se agudizan al máximo las contradicciones entre los oprimidos y los poderosos, el momento en el cual los oprimidos alcanzan a igualar sus fuerzas con los poderosos, con la características que son fuerzas diferentes: mientras los poderosos echan mano al crimen, al abuso despiadado, al uso indiscriminado de sus potentes armas, para resguardar sus riquezas y sus privilegios, los oprimidos salen del anonimato, para transformarse en personas, en seres humanos en toda su grandeza, contrayendo una unidad monolítica con el convencimiento y la decisión de luchar, que desborda todas sus capacidades, fundamentalmente su capacidad de amar, donde desaparece el egoísmo, se multiplica la solidaridad, donde las cosas vuelven a ser cosas y los hombres y mujeres vuelven a ser seres humanos, en su máxima expresión como es la del militante revolucionario.
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Desaparece el temor a la muerte porque el amor a la vida alcanza su mayor expresión, al considerarse la vida como un todo, que va mas allá de la propia vida personal, individual, y se instala como el concepto de vida de un pueblo ,vida de un territorio, vida de una nación, vida del otro.
En este contexto ir a aportar en el plano de la salud, tenia un profundo significado ya que se inscribía en la defensa de esa “nueva vida” que supera el ámbito individual para transformarse en la vida como concepto.
En lo personal tenía un doble significado ya que no solo llegaba como médico sino también como militante de una organización revolucionaria, el MIR de Chile, que junto a otros revolucionarios chilenos, latinoamericanos y de todo el mundo nos juntábamos en Nicaragua para aportar con nuestro granito de arena ,pero por sobre todo para aprender de la magia, la música ,los colores ,el aroma de los vientos cálidos, que llevan consigo los procesos revolucionarios.
Por eso una y mil veces gracias, por eso nuestras vidas se llenaron para siempre de alegría, de optimismo, de fuerza ,para seguir el camino que nos señalaran los miles de ejemplos que veíamos a diario, a cada minuto.
En este contexto no era casual que Nicaragua reuniera en sus tierras a miles de combatientes, a decenas de miles de técnicos y profesionales de Europa, Asia, América Latina que abarcaban un arco iris de experiencias y conocimientos en las mas diferentes áreas.
Una vez mas el eslabón se rompía en un país débil y atrasado económicamente, tremendamente explotado por una larga tiranía, y por una clase oligárquica que tenia su residencia principal en Miami.
En ese contexto la salud de la mayoría del pueblo era muy precaria, con una de las tasas de mortalidad infantil mas alta del continente que superaba la tasa de 100 por mil lo que significaba que uno de cada 10 niños moría antes de cumplir un año de vida. Donde las principales causas de muerte lo constituían las enfermedades infecciosas, las diarreas infantiles la desnutrición, el sarampión el dengue y en los adultos una importante cifra de malaria.
Desde antes del triunfo de la revolución el pueblo se organizaba para combatir las enfermedades, dando origen a los comités populares de salud que después del triunfo de la revolución se transformaron en los consejos populares de salud.
A partir de la campaña de alfabetización donde participaron mas de 100 000 voluntarios, que lograron derrotar el analfabetismo, se escogieron y reclutaron 15000 voluntarios que se transformaron en promotores de salud, organizando y enseñando al conjunto de la población normas básicas de saneamiento, alimentación, implementando campañas de vacunación, todo lo cual logró disminuir en forma acelerada y efectiva los índices de enfermedad y de mortalidad.
En 1980, 30.000 voluntarios lograron vacunar al 100% de la población nicaragüense en la campaña por erradicar la poliomielitis, lo que permitió además una alta cobertura para vacunar contra el sarampión, coqueluche y otras enfermedades.
Sin embargo el flagelo de la guerra impulsada por el imperialismo a través de los mercenarios que se denominaron “contras” obligó a movilizar a miles de jóvenes al frente de guerra y a desplazar recursos para la atención médica a los combatientes y heridos.
En 1983 el 10% de las camas hospitalarias estaban ocupadas por heridos de guerra. Pero además la contrarrevolución apuntó sus fuegos contra los voluntarios de salud y médicos internacionalistas :al año 1986 la contra revolución había destruido 128 instalaciones de salud y había asesinado a 48 técnicos y profesionales de la salud.
A partir de la derrota electoral y la llegada de gobiernos reaccionarios Nicaragua sufre un retroceso y por supuesto también en el ámbito de la salud. Con la vuelta del frente sandinista al gobierno se vuelven a realizar los máximos esfuerzos para superar las dificultades.
Hace 12 años que no visito Nicaragua a pesar de llevarla en mi corazón. La magia de los primeros días, la magia de la “situación revolucionaria” la seguimos sintiendo en lo mas profundo de nuestro ser, pero sin duda la historia universal, la historia de todos los procesos revolucionarios ,que llegaron a crear una situación revolucionaria y derrotaron a los opresores, nos enseña que debemos encontrar la respuesta para que esa magia perdure para siempre y las cosas sigan siendo cosas y los hombres y mujeres se sigan siendo hombres y mujeres en su máxima expresión.