No más NPCs en la política de desarrollo

En tiempos donde el cambio climático nos azota con incendios e inundaciones cada vez más devastadoras, el costo de la energía asfixia a los sectores productivos y la necesidad de crecimiento sostenible es más apremiante que nunca, Chile enfrenta un desafío mayor: la ausencia de un modelo de desarrollo con propósito a largo plazo

No más NPCs en la política de desarrollo

Autor: El Ciudadano

En tiempos donde el cambio climático nos azota con incendios e inundaciones cada vez más devastadoras, el costo de la energía asfixia a los sectores productivos y la necesidad de crecimiento sostenible es más apremiante que nunca, Chile enfrenta un desafío mayor: la ausencia de un modelo de desarrollo con propósito a largo plazo.

Por Marco Enríquez-Ominami

El cortoplacismo como enemigo del progreso

Históricamente, nuestras políticas públicas han tendido a reaccionar a las crisis en lugar de anticiparlas. La política climática responde cuando los incendios ya han consumido miles de hectáreas; la discusión energética aparece cuando las tarifas afectan a industrias y hogares; la producción sostenible se debate cuando los mercados internacionales comienzan a exigir estándares más altos. Esta dinámica nos convierte en un país que responde, pero no se adelanta.

El problema no es solo chileno. En una reciente entrevista, Sam Altman, CEO de OpenAI, reflexionaba sobre su actitud en la política estadounidense y admitió que había sido un «non-playable character» (NPC), alguien que simplemente reacciona sin protagonismo real en la construcción de futuro. En Chile, nuestros presidenciables enfrentan el mismo dilema: seguir siendo NPCs en el diseño de un futuro sostenible o asumir un rol activo en definir el país que queremos.

Construcción de un futuro basado en propósito

Para cambiar esta inercia, necesitamos un modelo de desarrollo con propósito que haga sentido a los desafíos y oportunidades del siglo XXI. Esto implica decisiones estratégicas en, por ejemplo, los siguientes ámbitos:

  1. Cambio climático y resiliencia: No podemos seguir viendo incendios, inundaciones y sequías como eventos aislados. Se requiere una gobernanza climática efectiva, con planificación territorial basada en ciencia de datos, inteligencia artificial y modelos predictivos. Hace unos 12 años vengo proponiendo un fondo especial para catástrofes.
  2. Energía descentralizada y accesible: El alto costo de la energía frena la productividad y la inversión. Necesitamos fomentar generación distribuida, almacenamiento de energía a gran escala y mayor adopción de tecnologías como el hidrógeno verde.
  3. Producción sostenible y competitiva: Minería, salmonicultura, vino y frutas son sectores claves de nuestra economía. El desafío es elevar sus estándares ambientales y productivos, garantizando trazabilidad, circularidad y eficiencia. Debemos generar industrias modernas en torno a estos motores productivos.
  4. Turismo sostenible: Chile es un destino único, pero aún no ha capitalizado su riqueza natural como lo han hecho otros países. Es clave generar infraestructura e incentivos que fomenten un turismo con impacto positivo en las comunidades y el medioambiente.

Tecnologías exponenciales y la urgencia de adaptarse

Así como la inteligencia artificial está revolucionando la productividad y los modelos de negocio, otras tecnologías exponenciales tendrán un impacto decisivo en los próximos años. La revolución de las criptomonedas y blockchain puede redefinir el sistema financiero; la exploración espacial abrirá nuevas oportunidades de inversión; los avances en almacenamiento energético (baterías) permitirán una verdadera autonomía energética, y la ciberseguridad será una necesidad estructural para cualquier país que aspire a competir en la economía digital.

Chile debe convertirse no solo en un consumidor de tecnología, sino también en un desarrollador y generador de infraestructura tecnológica propia. No podemos seguir siendo dependientes de terceros en innovación clave. La oportunidad está en aplicar estos conceptos tecnológicos de manera concreta, generando soluciones locales que sean escalables a nivel global.

El caso del proyecto Stargate AI, impulsado por figuras como Altman, Larry Ellison y Masayoshi Son, es un ejemplo de cómo la inteligencia artificial y la infraestructura computacional pueden redefinir el balance de poder tecnológico. Chile no puede quedar al margen de esta transformación. Mientras que Estados Unidos refuerza su posición con iniciativas como esta, China ha respondido con avances como DeepSeek, un modelo de inteligencia artificial que está revolucionando el acceso abierto a estas tecnologías. Esta batalla tecnológica nos muestra que la innovación ya no es opcional: o nos sumamos con estrategias propias o quedaremos rezagados en un mundo cada vez más digitalizado.

Más emprendimientos con propósito

En Chile hay pocos emprendimientos en tecnologías avanzadas, y necesitamos más. Pero no cualquier tipo de emprendimiento: deben ser iniciativas con propósito, que abran camino a la diversificación de nuestra economía y aporten soluciones concretas a los grandes desafíos del país. Sin un ecosistema emprendedor robusto y con visión de largo plazo, seguiremos dependiendo de importaciones tecnológicas sin capturar el valor agregado de la innovación.

El verdadero reto es lograr que estos avances tengan aplicaciones prácticas en Chile. No basta con adoptar tecnología de terceros: debemos desarrollar nuestras propias soluciones en inteligencia artificial, energía, ciberseguridad y otros sectores clave para garantizar nuestra competitividad y soberanía digital.

El Estado debe cumplir un rol claro y decidido en impulsar estos emprendimientos tecnológicos. Debe invertir, apoyar y promover. Procurando la generación de empleo y valor. En este plano, incluso endeudar al Estado tiene un claro propósito, vale la pena, no es un gasto más, es inversión estratégica.

No más NPCs en la política de desarrollo

Chile necesita dejar de ser un país que reacciona y convertirse en un país que planifica y ejecuta con visión de largo plazo. Estamos en una año electoral, y por lo mismo, le pido a los próximos líderes asumir un rol activo, con políticas que vayan más allá de la inmediatez electoral y construyan un modelo de desarrollo alineado con los desafíos del siglo XXI.

Ser un NPC en este momento de la historia no es una opción. El futuro se define hoy.

Marco Enríquez-Ominami


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