Uno de los temas que aborda la carrera docente es la cantidad de horas que los profesores dedican a realizar labores fuera del aula. El proyecto impulsado por el gobierno propone avanzar en la asignación de horas lectivas y no lectivas desde un 75/25 a un 65/35, lo que sin duda es un avance en relación con las condiciones laborales de los docentes.
Esta mejora, con la que contarán los docentes chilenos al 2018, les permitirá reducir su carga laboral en horas que se extienden mucho más allá de sus jornadas contratadas. Según datos del CIAE, el 34% de los docentes afirma trabajar más de 51 horas semanales.
Paralelamente a lo anterior, en las redes sociales – y también en medios de comunicación tradicionales- ha comenzado a circular información relativa a una demanda creciente de las familias por menos horas de «tareas para la casa». Quienes presentan esta demanda reconocen la necesidad de los docentes de ocupar sus horas no laborales a su entera disposición y agregan que la misma necesidad la tienen las familias de los estudiantes.
La realización de ejercicios orientados al aprendizaje, tanto dentro como fuera de la escuela, requiere de su revisión por parte de los docentes, lo que, poniendo el foco en lo pedagógico, implica no sólo chequear si la actividad ha sido desarrollada o no, sino verificar que fue realizada correctamente. En caso de no ser así, se deben identificar los errores cometidos y los problemas de comprensión que ellos develan, de manera que oriente la labor formadora del profesor.
Si los docentes no cuentan con el tiempo suficiente para planificar, atender apoderados y corregir evaluaciones, ¿cuentan con el tiempo necesario para revisar correctamente las «tareas para la casa»? Si no es así, el dar tareas es una actividad carente de sentido pedagógico y las éstas se transforman en un instrumento que sirve para mantener a niños y jóvenes «ocupados», en vez de ser parte fundamental del proceso de enseñanza aprendizaje.
Sin duda los docentes requieren de una mayor proporción de horas no lectivas pero, al parecer, también es necesario reorientar las horas de trabajo escolar en casa, quitándole a estas actividades la imagen de sobrecarga y liberando a las familias de labores educativas mecánicas.
El aporte de las familias a la labor de la escuela es un asunto fundamental en la búsqueda del «éxito» educativo, pero para esto, se debe reforzar la capacidad familiar de formar hábitos, valores, y potenciar la motivación de los alumnos por el estudio, a través de actividades con sentido y retroalimentación en la escuela, en vez de relegarlas a ser reproductoras de un dispositivo de control del tiempo libre de nuestros alumnos.
Socióloga, docente de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad Central