Nuevos escenarios, nuevas tesis para la izquierda

Las nuevas tesis para la izquierda urgen para hacer frente a las demandas de los tiempos y necesidades económicas y sociales del siglo XXI.

Nuevos escenarios, nuevas tesis para la izquierda

Autor: El Ciudadano

Por Katu Arkonda

Llevamos vividos una cuarta parte del siglo XXI y ciertamente el mundo no es el que conocimos a finales del siglo XX, donde se derrumbó el bloque socialista y emergieron otras izquierdas que, sobre todo en América Latina, sin provenir del viejo proyecto comunista, y recogiendo su herencia también, intentaron pensar proyectos políticos que negaran el fin de la historia y bebieran de lo nacional-popular.

El final del siglo XX y los inicios del siglo XXI fueron también los años donde tras la derrota del bipolarismo, el unipolarismo de hegemonía y dominación de los Estados Unidos comenzó en poco tiempo un proceso de derrumbe, irreversible, pero lento, y cuando casi cumplimos un cuarto del nuevo siglo podemos afirmar sin paliativos que nos encontramos ya en un mundo multipolar, también en pleno proceso irreversible de ascenso.

Y aunque la izquierda tuvo un auge electoral ante los efectos devastadores del capitalismo en su fase neoliberal, comenzó a quedarse sin ideas, recordando esa pintada en tantas paredes que dice: “Cuando teníamos las respuestas, nos cambiaron las preguntas”.

La derecha en cambio supo leer mucho mejor que la izquierda el cambio de época, y se adaptó mejor a los nuevos paradigmas culturales y comunicativos, así como su traducción en el plano electoral. Por eso comenzaron a surgir monstruos como Trump, Bolsonaro, o más recientemente Milei. Y no es algo temporal, comenzaron a tener victorias electorales que van a consolidarse en caso de la reelección de Trump en Estados Unidos.

Es por ello que la izquierda tiene el desafío histórico de repensar su proyecto político, pensar nuevas tesis para nuevas sociedades, cada vez más desestructuradas e individualizadas bajo la cultura del emprendurismo y el sálvese quien pueda, cada vez más influenciadas por los medios de (des)información, las fake news y las redes sociales, y donde ante la falta de valentía de la izquierda, los ricos, especialmente desde la pandemia, son cada vez más ricos.

Las nuevas tesis de la izquierda deben pensar todos estos factores, algunos nuevos, algunos permanentes en el tiempo pero que han logrado dejar atrás el momento estático en el que parece permanecer la izquierda:

  • Imperialismo: hablar de imperialismo no es una cuestión del siglo XX, en este cuarto del siglo XXI hemos visto como destruyen países (Haití, Irak, Libia, Siria), imponen bases militares (se calculan alrededor de 800 bases militares estadounidenses y de la OTAN en el mundo, 76 en América Latina y el Caribe y 275 en Europa), e impulsan golpes de Estado, como en Honduras 2009 o Bolivia 2019.
  • Colonialismo: el genocidio en Palestina ha vuelto a poner los ojos del mundo en Medio Oriente, pero no podemos dejar de mirar el Sahel africano donde militares (la única estructura estatal que Estados Unidos no ha podido dominar) nacionalistas expulsan a las tropas francesas y recuperan sus recursos naturales. En América Latina tenemos ejemplos de sobra, la situación de Puerto Rico o de las Malvinas en Argentina y próceres que combatieron y nos marcaron el camino como Túpac Amaru, Bartolina Sisa, Atahualpa, Túpac Katari, Bolívar, Sucre, San Martin, Artigas, Morazán, Martí, Sandino, Farabundo Martí, Mariátegui, Zapata, Villa, Cárdenas, Allende, Torrijos, Fidel Castro o Hugo Chávez.
  • Crisis climática y ecológica: la crisis climática, que se traduce en un conjunto de crisis superpuestas como la alimentaria y las guerras por los recursos naturales, como el litio o el agua, debe llevarnos a apostar por una crítica al modo de producción capitalista sustentado en la explotación del sur y al intercambio de deuda externa por cuidado de nuestra Madre Tierra.
  • Soberanía: mientras los estados-nación sean la base sobre la que reside la soberanía parcial, subordinada en muchos casos a estructuras imperiales como el Departamento de Estado, Comando Sur o la Unión Europea, va a ser imposible ejecutar políticas de justicia social para nuestros pueblos. Es necesario romper esos marcos, traducidos en acuerdos de cooperación, zonas económicas especiales, o explotación de los recursos naturales de los pueblos del sur para beneficio del capital trasnacional.
  • Nuevo orden económico internacional: Mientras las estructuras de dominación como el FMI, Banco Mundial o CIADI sigan marcando la agenda económica de nuestros países, es imposible la soberanía. Ya lo decía Salvador Allende: “es necesario instaurar la democracia económica para que la actividad productiva responda a necesidades y expectativas sociales y no a intereses de lucro personal”.
  • Socialismo democrático: el nuevo proyecto político de las izquierdas debe ser el del socialismo, como proyecto opuesto al capitalismo, y debe ser democrático, construido desde abajo y para los que tienen voz, pero han sido eternamente silenciados por las élites políticas, económicas y mediáticas. Adaptado a la realidad nacional de cada país, pero sustentado en los pilares comunes del anticapitalismo, antiimperialismo, anticolonialismo, en una apuesta por la soberanía y la justicia, que no solo le apueste a la lucha institucional, sino a la lucha de ideológica y a la de masas, en las calles, con nuevos códigos adaptados a la batalla cultural contra una extrema derecha en ascenso a la que hay que disputarles los valores de la libertad, la democracia y los derechos humanos para todas las personas. Una izquierda que luche por el bien común, contra la mercantilización de los bienes comunes, por una educación, salud y empleo digno.

Finalmente, las izquierdas deben adoptar la consigna que no se cansa de repetir la Presidenta de Honduras, Xiomara Castro: “Prohibido olvidar, que somos resistencia”.

Somos resistencia al capitalismo, al imperialismo y al colonialismo. Somos resistencia en la barricada y en el gobierno. Somos resistencia si queremos construir un mundo mejor para la humanidad, con justicia social, climática y de género.

Por Katu Arkonda


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