Padre Nuestro que estás en los cielos… ¡Quédate allí y no te muevas!
Que no se te ocurra volver al lugar del crimen: pasa que tu creación te salió un pelín patichueca, algo así como el jorobado de Notre Dame después de un accidente del tránsito.
Francisco Vidal, por ejemplo. Michel Audiard escribió eso de que “Los huevones osan todo, y es justamente por eso que se les reconoce”. Precisamente, al ministro de defensa no hace falta pedirle una muestra de ADN. Inspirado tal vez por una famosa réplica cinematográfica de Audiard, -“No es porque uno no tiene nada que decir que hay que cerrar el tarro”-, Vidal comparó una propuesta del presidente peruano Alan García con el pacto germano-soviético del 23 de agosto de 1939.
Hay que decir que en Historia el ministro anda por ahí con Marco, que no logra saber si la revolución de Octubre tuvo que ver con Lenin y Stallone, o con Stalin y Lennon.
Vidal quiso arreglarla declarando más tarde: “Lo mejor es que el ministro de Defensa no hable de política exterior”. Pero no pudiendo reprimirse reincidió en la boludez al decir: «No voy a hablar una coma más de política exterior.» El boludo habla en “comas”, a menos que no sea en “estado de coma”…
¿Cómo se puede acusar a los políticos chilenos de carecer de ingenio y de humor? Sobre todo que Sebastián Piñera comentó las palabras de Vidal en modo cáustico y definitivo: “Bielsa y la Presidenta tienen algo en común, ninguno sabe qué hacer con Vidal en Defensa”.
Dieciséis millones de chilenos tenemos otra cosa en común: no sabríamos qué hacer con Piñera en la presidencia.
La Presidenta, para mostrar que sigue “trrraajando”, pidió “destrabar los baches que dificultan la recuperación de la actividad” (sic). Uno habla en “comas”, la otra quiere “destrabar los baches”, confiesa que habría de qué reírse si no fuese que el circo lo pagamos todos. Y que los payasos no siempre son divertidos, como por ejemplo Viera-Gallo que contó un chiste: “Para cambiar la legislación laboral hay que votar por Frei”… La prensa no dice si para acentuar su comicidad el tipo soltó un pedo, o si algún colega le dio una patada en el culo, trucos no por conocidos menos eficaces a la hora de hacer reír al respetable.
En nuestra defensa tenemos que decir que bajo otros cielos también hay subnormalitos, en eso nuestro Padre Nuestro fue democrático y equitativo, hay que decir las cosas como son, otras cosas no pero para reconocer el mérito del prójimo servidor es una bala.
Por ejemplo, el Comandante de las fuerzas militares de EEUU en Afganistán, que se rajó con la siguiente declaración: «Si no llegan más tropas aliadas, la guerra será un fracaso».
Hasta ahora la guerra había sido un primor, ordenadita y exitosa, a pesar de todo y gracias a él, el Comandante, que para eso está ahí, si no fuese el caso uno se preguntaría de qué coños sirve un Comandante, pero que quede claro, el tipo no lo va a repetir: «Si no llegan más tropas aliadas, la guerra será un fracaso».
Nótese que precisó que las tropas que tienen que llegar son “tropas aliadas”, no vaya a ser cosa que algún boludo del Pentágono tenga la peregrina idea de enviarle una sobra de talibanes, de esos que formaron en las escuelas militares norteamericanas en la época en que esas cosas se hacían.
De modo que los aliados (?) lo tienen claro, tienen que enviar más tropas, ¡schnell, schnell!, no vaya a ser cosa que se chive la guerra antes de que llegue el reemplazante del Comandante, de héroe a villano solo hay un paso, eso es lo que tienen de malo las guerras y los militares, entre la gloria y la infamia hay el espesor del papel del cigarrillo que se fuma el Comandante esperando que lo releven.
Iba a terminar esta parida contándote las hazañas de un candidato a la presidencia de lo que tenemos de república, un protagonista de una “díscolobajada”, mi profundo apego a la verdad histórica y a los derechos de autor me obligan a precisar que el término lo acuñó el genial Palomo, a mí que me registren.
Pero lo lamentable del personaje en sus obras, y lo patético de estas, -que no solo provocaron un pugilato entre sus desdichados partidarios sino que contribuyen poderosamente a justificar a quienes tiraron la cadena y no se inscribieron para votar-, me convencieron de la conveniencia de terminarla como la empecé. La parida, digo.
Padre Nuestro que estás en los cielos… ¡Quédate allí y no te muevas!
Por Luis CASADO