Cuando la izquierda chilena habla de la unidad, es porque tiene incontables argumentos, muchas razones para hacerlo, pero la más importante es la necesidad que tenemos de volver a recuperar la capacidad de construir juntos, de dotarnos férreamente de la aspiración de poder, de convencernos que podemos cumplir con las grandes alamedas. La unidad es esa imperiosa necesidad de colocar todas las razones en la mesa, para discutir, proponer y salir de nuevo a la calle.
Se hace indispensable, es una necesidad histórica urgente, iniciar el proceso de transición política en Chile. No se puede considerar superado el período de la dictadura de las Fuerzas Armadas, cuando aún se mantiene un andamiaje legal e institucional excluyente, y socialmente colocado al lado de un pequeño sector de la sociedad.
Nueva Constitución. Reconstruir el sistema educacional. Iniciar seriamente el desarrollo de energías renovables. Nacionalizar las riquezas básicas. Búsqueda inmediata de solución para el conflicto con el pueblo Mapuche. Hacer públicas las leyes secretas. Mejorar la calidad de vida de millones de personas. De eso se trata, en eso podemos resumir el enorme listado de necesidades que son urgentes.
Estas demandas se han levantado con la fuerza de la izquierda, desde que se iniciaron los procesos eleccionarios presidenciales. Pero se han ido postergando, porque no existe la voluntad política en la Concertación, presidente tras presidente es más de lo mismo. La Concertación sabe que está en deuda con Chile, que traicionó esa fuerza de cambio que surgió de todas las manifestaciones contra la dictadura. Traicionó finalmente también a la solidaridad internacional, que esperaba ver, sin duda, otro Chile.
Pero que esto no nos lleve a errores ni a engaño. No significa que la derecha lo hará mejor. La última vez que la derecha en Chile ganó unas lecciones presidenciales, fue en 1958 y las ganó porque levantó a un candidato falso, el Cura Catapilco, y durante esa época hubo matanzas obreras. Lo peor que le puede suceder a Chile, es tener un presidente alineado a los sectores más neoliberales; ya es suficiente con la Concertación, Un presidente de derecha significaría seguir vendiendo lo poco de país que nos queda a los chilenos. Un presidente como Piñera, sería la victoria de Manuel Contreras, Alvaro Corbalán, Arellano Stark no hay que confundirse, él es el heredero de la dictadura de Pinochet y de las Fuerzas Armadas.
Asombra el parecido discurso entre los sectores que sostienen a JORGE ARRATE y ALEJANDRO NAVARRO, los dos reivindican legítimamente pensar como la izquierda chilena, que la preocupación fundamental son los más desamparados e iniciar la construcción de un país más humano y democrático, sin excluidos, y eso…, tiene un alto valor. Notable y valeroso es levantar palabras en discursos de izquierda. Ese es el discurso y camino que propone Enriquez Ominami, él está por recomponer la Concertación, por renovarla, por hacerla más útil al neoliberalismo. La izquierda tiene sin embargo, un listado de urgencias, que sencillamente no pueden esperar. La izquierda trabaja para fortalecer el pensamiento democrático y popular.
La izquierda está viva, son miles los grupos de personas que levantan sus voces, y se sienten en las calles, en las universidades y en los mercados. Se intentan reconstruir, salen lentamente, sacan de nuevo las banderas, esa es la historia que nos pertenece, y es la mejor respuesta para los que durante muchos años, intentaron hacerla desaparecer. La izquierda que exige cambios fundamentales para el país, AHORA, es la que durante la dictadura fue reprimida, y es la que tiene que enfrentarse de nuevo a la herencia de la dictadura. Piñera, el candidato de la derecha, es la profundización del discurso de hacer más ricos a unos pocos y generar millones de pobres, agudizando aún más el modelo que está en crisis.
La izquierda de ARRATE y NAVARRO es la mejor respuesta para algunos que se alegraban de verla pequeña, disminuida y fracasada. Se equivocan los que minimizan a lo pobres del campo y la ciudad, a los sectores progresistas verdaderamente sosteniendo principios democráticos. En ellos está y es evidente, la capacidad de construir un país, y de construirlo bien. Pero hay momentos en que se debe mirar el camino a recorrer en este tiempo, y también en el que está por llegar.
Ahora es el tiempo de la izquierda unida, esta que es posible juntar y sentar a la mesa para avanzar, y donde su generosidad sea el factor determinante para que haga que Jorge Arrate sea quien enarbole el programa de gobierno, las demandas populares, y que sin duda ayudará para el proceso siguiente. La izquierda no quema todas sus naves en diciembre. El mar de la esperanza es enorme, es muy grande, y también de hombres que ameritan por consecuencia seguir intentándolo, y que en algún momento deberán colocarse a la cabeza de ese recorrido hacia la victoria, y con la izquierda de siempre, está el camino hacia La Moneda.
Está llegando la hora en que hay que pedir a los líderes de la izquierda chilena, JORGE ARRATE y ALEJANDRO NAVARRO que sean generosos, a toda la militancia Allendista, a los independientes de izquierda, al progresismo, que ve la necesidad y siente la urgencia de crecer, de obligar a que los acuerdos que puedan asumirse sean cumplidos.
La izquierda tiene una cuota cierta de responsabilidad en impedir la llegada de Piñera a La Moneda. Es una obligación que tiene que ver con la dignidad, y nuestra memoria, pero especialmente con el país que tenemos que dejarle a las generaciones futuras. El futuro no es algo perdido en los calendarios, es lo que está por llegar en meses y cuando estemos en eso, ya estarán viéndose los siguientes.
Entendamos el tiempo presente y los actuales actores. Todo tiene su hora bajo el sol. Y si logramos ser valientes y generosos, es que hemos dado el paso histórico fundamental para levantar, para fundar el referente de la izquierda que por años trabajamos.
¡Podemos hacerlo, podemos avanzar juntos, es posible!
Por Pablo Varas